Marina.¿De verdad había dicho que sentía celos? ¿O solo lo imaginé? Con todo lo que tenía en la cabeza ya no sabía si eso era real. Parecía que sí, sin embargo, no supe que decir.¿Tenía que decir que yo también? No, claro que no ¿o sí? ¿como?"Ay, Marina cálmate y respira que te estás confundiendo mucho y pendeja no me sirves" me dije a mí misma.Giré el cuello, no me había quitado los ojos de encima al parecer. Sentí que estaba sudando, pero era más la sensación que algo real.__ Bueno, creo que va a llover. - señalé el cielo. "¿en serio, Marina? ¿dijiste eso?". Enarcó una ceja, atónito. - O sea, no digo que sé el clima, pero vi noticias de...¡Ay ya, George! No sé qué responder ¿entiendes? Ni siquiera sé si lo que dices es real o es solo para burlarte de mí. __ Lo digo en serio, Marina. - replanteó. - Pero no sé qué es, así que no te culpo. __ Entonces deja de confundirme que ya estaba a punto de decirte algunas teorías conspirativas para dejar de quedarme callada. - solté y se
Marina. Disfracé un poco lo hinchado de mis ojos con maquillaje. No se notó al llegar al club luciendo como si en verdad quisiera estar ahí, todos se veían frescos, sonrientes y galantes. Dándose halagos entre ellos, mimando a los demás con acciones que solo dejaban una incógnita. ¿No les dolía la cara de tanto fingir? Yo estaba a punto de dejar todo atrás, y George lo propuso, pero no podía dejarlo mal ante sus socios. Ese fue el acuerdo y no quería fallarle. Él no lo había hecho en lo acordado, quería corresponder a su disposición para llevar las cosas bien. Pasé de largo cuando el presidente del club salió con disimulo de una de las puertas, de la cual a los minutos lo hizo una de las esposas de los socios. No era mi vida y no me iba a meter en ello. __ Buenas noches. Bienvenidos. - saludó la esposa del presidente del club. Antonia era su nombre, siendo la que dirigía a todas las demás mujeres que asistían. - Los hombres están por allá. - señaló a la otra parte del salón. - Hab
George.No entendía como pese a la facilidad con la que me despedía de ciertas personas en mi vida, con Marina resultaba algo que quería postergar por más tiempo. Los días iban pasando, con el nacimiento del hijo de Aiden tuve que separarme de ella durante una noche que no estuve en la casa, pero pensando fervientemente en la posibilidad que en mi cabeza solamente cobró sentido. La llevé cuando Isabella ya estaba en la casa y verla congeniar con ellos fue la razón por la cual supe que su amabilidad, al contrario de otras personas no era un show ensayado. Marina era el némesis de la parte de la sociedad que conocí toda mi vida. Mi madre sostuvo por mucho tiempo la idea que en un mundo lleno de bocas mordaces era necesario una aguja lo suficientemente fuerte como para sellarlas. Eso noté cuando salimos del club la noche en que Marlene tuvo que salir sosteniendo su mejilla con un rojo que parecía su labial. Mientras tanto la mujer que miraba comer en el sillón, del cual al parecer se h
Marina.__ Toma, se que te encanta el café mientras lees. - elevé la mirada para ver a Víctor sostener un vaso con él líquido, para que lo tomara. - Le agregué leche, nunca te he visto probarlo, siento que puede gustarte la mezcla. Lo agarré agradeciéndole, aunque no podía tomarlo. Había una razón por la cual no consumía leche de ese modo, pero no quería hacerlo sentir mal, por ello lo dejé a un lado usando como excusa un tema sobre lo que el libro que estaba leyendo. Se pasó varios minutos de ese modo, sugiriendo que lo bebiera, cambiaba de tema cada vez. Cuando el auto de George llegó el estúpido aleteo regresó. No sólo me delató mi sonrisa si no la ilusión con la cual lo miraba. No imaginé ver a un hombre con físico de asistir al gimnasio todos los días y ser dueño del mundo venir por mí a la universidad. Pero ahí estaba, con su mirada puesta solo en mí, haciendo que todo desapareciera a mi alrededor. Creí que era broma cuando dijo que vendría por mí la primera vez, luego lo hi
Marina.Sus brazos me sostuvieron en lo alto, sus manos amasaron mi trasero en tanto su lengua jugueteó con la mía dentro de mi cavidad. Con una lentitud torturadora. Saboreando mi boca a su antojo y llevándome a querer que fuera eterno el beso lleno de ese deseo que correspondí. Gemí inevitablemente. Tensó sus músculos, podía sentir el calor de su abdomen trabajado chocar contra mí centro palpitante. Lo quería, lo estaba disfrutando como nunca imaginé. Creí que no podría superar lo de México, pero me mostró cuanto me equivocaba al ponerme contra la pared y seguir con el beso sin descuidar un solo punto de presión en mi cuerpo.Me vi suplicando porque no me soltara.__ Joder, Marina. Nunca he deseado algo como follarte ahora. - masculló liberando mi caderas para apretar mi cintura. Ninguna inseguridad tuvo cabida al sentir que una bola llena de urgencia se creaba con cada roce de su pelvis dura, cerca de mí entrepierna. Entramos a una de las habitaciones, no lo vi, pero sentí como
George.Tracé una línea en él plano que intentaba arreglar, luego de que uno de mis empleados cometiera el error de mezclar ideas que no concordaron como creyó. Odiaba los errores, pero más me molestaba que tuviera el tiempo contado para entregarlo y aún me faltaba la mitad. Faltaban unas pocas horas. Por lo cual tomé la taza de café, bebí su contenido y continué el trabajo por otro par de horas. Tenía el tiempo contado para ir por Marina a su universidad. Ya era una costumbre que se sintió como la única obligación que me gustaba tener. Después de casi una semana de haber follado con ella, las cosas no cambiaron entre los dos. Desayuno juntos, almuerzos cancelados de mi parte porque me concentraba en el trabajo a terminar antes de salir a su universidad y las cenas que degustabamos frente al televisor. Su sonrisas calidad, gritos por estar cantando cuánta cancion se sabía era lo que recibía a mis llegadas. __ No, señor no puede pasar. Se lo pido por...Elevé la mirada al ver a mi
Marina.El sabor amargo de mi saliva resbaló hasta la boca del estómago, en el cual quemó. De solo ver la risa victoriosa dolió aún más. No pude pensar en alguna excusa del porqué solté mis libros, que aún estaban tirados en los escalones. Tan solo atiné a recogerlos como me lo pedía mi cara ardiendo, darle un descanso y salir corriendo.__ ¿Te sorprende, querida? - preguntó Marlene con mucha confianza. - ¿No es eso lo que pasa cuando se folla sin condón?__ Exacto. - recalcó George. - Tu y yo siempre usamos preservativos.__ Salvo aquella noche cuando regresamos de Paris ¿recuerdas? - se vió segura de lo que dijo.__ Estaba borracho. No siquiera sé si en verdad tuvimos sexo. - refutó George. __ Como si hubiera sido la primera vez que cogimos y tú no recuerdas nada al despertar. - atribuyó ella. - Mañana iré a hacerme la prueba a una clínica, si quieres acompañarme para saber el resultado, te espero. Pero sé que lo estoy así que te lo haré llegar de todos modos. Campante salió de la
Marina.No sólo quería olvidar lo que estaba pasando, también que olvidé llevar un trabajo que ya tenía listo, por ello regresé a la casa al mediodía día para regresar una hora después. Me vi de cara con George y esa punzada en la boca del estómago se sintió aún más fuerte al reconocer lo que sentía por él. Abrió la puerta para mí, se veía que recién llegaba por ello, no quise preguntar nada. Subí a mi dormitorio, ahí tenía todo. Lo puse en mi mochila, busqué una campera por el frío que se sentía debido al clima del día. Bajé corriendo queriendo no verlo. Pero mi suerte siempre estaba en mi contra, él venía saliendo sosteniendo un vaso con agua en las manos cuando llegué a la mitad de los escalones. __ Marina, debemos hablar. - pidió casi en una súplica. __ ¿De qué? - fui indiferente.__ Sabes de qué. - me vio con un poco de tristeza en su mirada. __ Si es con el abogado, ya se que es la próxima semana una de las reuniones. No te pre...__ Marina, deja las evasiones para otros, n