—¡¿Qué demonios estás diciendo, Anya?! —exclamó el hombre desesperado, la rabia brilló en sus grandes ojos, ella quiso retroceder, jamás vio a Emerson tan furioso.
Sintió como se abalanzó sobre ella, capturando sus brazos, su agarre era fuerte, casi dañino, estaba fuera de control.
—¡¿Por qué haces esto, Anya!? Ya me lo había advertido Bianca, y no quise creerle —dijo soltándola, ella no entendía sus palabras—; sobre que le tienes envidia y quieres apartarla de mí.
Los ojos de Anya se abrieron incrédulos.
Sintió que la desarmó en un segundo, sus manos, como su cuerpo volvieron a temblar, porque una parte de ella creyó que tenía razón, ¡Claro que tenía celos de la mujer que le robó al único hombre que amaba, claro que daría todo por alejarlos! Pero esas solo eran sus fantasías, nunca quiso hacerlo, porque significaba dañarlo, eso no lo soportaba, menos engañarlo.
—¡Ella te engaña, Emerson!
—¡Cállate! —gritó como un rugido de un león herido, la miró con odio, ella no pudo soportarlo
—¡Tengo pruebas! —sentenció
Vio los ojos de Emerson ensancharse, como si pudieran salir de sus cuencas.
—¿Qué…? —dijo con voz débil.
Ella sacó su móvil, reprodujo el video, lo puso ante él.
Emerson lo arrebató de sus manos, estaba conmocionado, boquiabierto. Notó como su mano temblaba, incluso sus ojos también.
A ella le dolió tanto verlo así, hasta que vio una sola lágrima, que rodó por su mejilla, eso la destrozó.
Anya se echó a llorar cubriendo su rostro con sus manos, no podía soportar herirlo.
Emerson escuchó su llanto, sintió rabia al oírlo, limpió su lágrima, detuvo el video, había visto suficiente; era ella, su amada Bianca, a la que convirtió en su esposa y señora, la que presumía como una joya valiosa ante el mundo entero, era ella siendo infiel, ni más, ni menos, que con él prometido de la mujer a quien consideraba su pequeña hermana.
Y no supo que le dolía más, si ser engañado de una forma tan vil, o el dolor que creía que Anya sentía.
Se sentó en su sillón.
—No llores, Anya, Chad Montgomery no merece ni una sola lágrima de ti.
Anya descubrió su rostro, con el gesto fruncido
«Si supieras que no lloro por él, sino por ti», pensó
—No voy a casarme, Emerson, ¡no me obligues a hacerlo!
—Nunca lo haría, no te voy a entregar a un tipo tan repugnante como Chad, él pagará por esto —dijo y vio como sus nudillos se volvían blancos, en sus ojos bailaba una ira enardecida.
—¿Qué vas a hacer? —preguntó ella
Emerson sonrió malicioso.
—Mejor debes preguntar que no haré.
—Tengo miedo, Emerson —dijo Anya
Emerson se puso de pie, se acercó y la abrazó, ella se refugió en su pecho, su aroma poderoso la embriagó, él acunó su rostro, limpió sus lágrimas.
Esa cercanía que él imponía siempre fue su peor tortura, porque ella moría por un beso, pero era imposible como su amor.
—No tengas miedo, Anya, ellos pagarán por su traición. Ahora ve a casa, sigue con el cuento, vístete para el compromiso, te aseguro que van a lamentarlo, confía en mí, no le cuentes a nadie sobre esto, actúa como si nada pasara.
Ella le miró aturdida, él tomó su móvil, se envió el video y cada fotografía de la infidelidad.
Anya miró sus ojos con duda, vio una tormenta en ellos, pero tuvo que irse, cuando Emerson daba una orden, casi todo el mundo obedecía, ella no era la excepción.
Emerson quedó solo, observó el video de nuevo, lo destrozó, las lágrimas corrieron por su rostro, apretó los puños.
—¡Maldita seas, Bianca! ¿Qué te hacía falta? ¿Por qué tenías que traicionarme? Por ti, no volveré a creer en ninguna mujer, ¿Creíste que te burlarías de mí? Ahora pagarás por esto, elegiste ser mi enemiga —sentenció con rabia.
Por la noche, Anya estaba lista, se miró al espejo, lucía ese vestido elegante, pero su rostro denotaba la ansiedad que sentía.
«¿Qué estará planeando Emerson? ¿Y si comete una locura? ¡Dios mío, tengo miedo de que vaya a…! No, Emerson es inteligente, no arruinaría su vida por una mujerzuela, ella va a perderlo todo, firmó un contrato prenupcial con cláusulas específicas donde la infidelidad la dejaría sin nada, no tienen hijos, él ganará», pensó.
Su madre entró, sonrió al verla tan hermosa.
—Estás perfecto, hija, dentro de poco serás una esposa, estoy tan orgullosa de ti.
Anya titubeó, no pudo decirle nada, le dolía arruinar sus ilusiones.
Su padre murió cuando ella tenía siete años, su madre se dedicó a ella en cuerpo y alma, pero a los catorce años su madre conoció a Bill Carrigan, se enamoró y se casaron, pronto conoció a su hermanastro, Emerson Carrigan de veinticuatro años en aquel entonces y desde que lo vio por primera vez siendo una niña, hasta ahora, lo amó con vehemencia en secreto.
En la fiesta.
Cuando Anya llegó, sintió el abrazo de Chad, sintió asco al sentirlo, se alejó como pudo.
—¿Qué te pasa, cariño?
Ella dijo que nada.
—No veo a Emerson por ningún lado.
—No ha llegado, con lo presumido que es tu hermanastro, seguro llega tarde, se siente el rey del mundo.
Anya le miró con rabia, pero no dijo nada. Observó a Bianca llegar, vestía de un color rojo exuberante, sonrió de una forma casi cínica, se acercó a ellos.
Anya no concebía el poder de su descaro, pero soportó, la mujer los saludó, a ella con un simple hola, a Chad con un beso en la mejilla, ahora entendía las señales que tanto ignoró.
—¿Están listos para ser marido y mujer? —exclamó
—Están tan listos, como tú y yo, querida —espetó Emerson llegando.
Bianca se abrazó a su cuerpo, Emerson parecía una estatua, miró a los ojos de Anya, ella notó la amargura, él le guiñó un ojo, le dedicó una sonrisa.
—Bailaré con mi hermanita, antes de entregarla a cualquier hombre, debo despedirme de ella, ¿es así? —exclamó
Los ojos de Emerson se posaron en los de Chad, el hombre se empequeñeció ante él, no dijo nada.
Anya y Emerson fueron a la pista de baile.
—¿Qué es lo que harás, Emerson?
Él no dijo nada.
—Tú debes estar tranquila, yo te protegeré —dijo y bailaron.
Era una tortura para ella estar tan cerca, pero sus pensamientos estaban concentrados en lo que pasaría.
De pronto, el animador detuvo la música, solo Anya y Emerson quedaron en medio de la pista, la mirada de Emerson se volvió dulce hacia ella, le dieron un micrófono.
—Haré un brindis a nombre de mi amada Anya —dijo tomando su mano—; Si pudiera evitar tus lágrimas, sería capaz de matar a quien te dañara, porque para mí, siempre serás como mi alma gemela.
Anya sonrió.
—Este es mi regalo, pensé en algo que valiera más que el dinero, o el amor, decidí regalarte la verdad.
La pantalla se encendió, el video de la infidelidad de Bianca y Chad se reveló ante todos.
Los ojos de Bianca se horrorizaron al mirarse en aquel video, llevó las manos a la cabeza, lanzó un bramido, se echó a llorar, asustada.Los invitados estaban perplejos, murmurando, conmocionados, incrédulos.Bianca se acercó a Emerson.—¡Emerson, no es lo que crees! —esas palabras le repugnaron—. ¡Soy inocente! Eso es… ¡Una mentira, debe ser un video montaje! ¡Fuiste tú, Anya! —exclamó apuntándola con el dedo—¡Cállate! —exclamó AnyaEmerson estaba mirando a Chad, el hombre hundió la mirada, temblorosa, escuchando los gritos de su madre que golpeaba su espalda con furia, reclamando que arruinó su futuro.—¡Siempre has amado a Emerson como un hombre! Por eso creaste esta trampa, ¡no le creas, Emerson! Es una trampa para desprestigiarme, Anya te ama y está celosa de mí, por eso quiere separarnos —Bianca cayó de rodillas a sus pies, suplicando.—¡Aleja tus sucias manos de mí! —exclamó Emerson, ella miró su odio, se soltó de él, asustada, ese hombre que era siempre tierno y un caballero
—¡No hagas esto, Emerson! No destruyas nuestro amor, créeme, ¡soy inocente! No recuerdo como llegué a ese departamento, creo que… ¡Fui drogada! —exclamó sollozando—. Es una trampa para separarnos.Emerson se acercó a ella, pellizcó su mejilla, levantándola del suelo con tanta fuerza, que la mujer chilló.—¡Mentirosa, eres una traidora!—¡Señor Carrigan, recuerde que debemos irnos! —dijo Hank, cuidando que no fuese a lastimar a la mujer, y meterse en problemas.El hombre soltó a la mujer.—Firma ahora mismo.—¡No! Por favor… ¡Emerson, no me hagas esto!—¡Firma! Si no lo haces, si intentas pelear ante un juez, voy a destruirte, te lo aseguro que no te gustará, puedo enviarte presa, puedo hacer cualquier cosa contigo y tu amante.Bianca miró el rostro de Emerson, nunca fue tan cruel, la gente solía decir que era intolerante con sus enemigos, pero hasta ahora se dio cuenta de que era impenetrable, sus súplicas no llegaban a él.La mujer tomó el bolígrafo, sus manos temblaban, miró el acue
Al día siguiente.Cuando Emerson Carrigan abrió los ojos, un olor a café impregnó su nariz.Tocó su cabeza porque dolía, alzó la mirada, solo para encontrar a Anya ahí, no pudo recordar muy bien que había pasado, era como si alguien hubiese apagado un interruptor en él, y ahora fuera encendido.—Anya, ¿Qué haces aquí?Ella sonrió.—Estoy preparándote un café.Él talló sus ojos, se levantó, fue hasta la rústica mesa de madera, se sentó a su lado.—No deberías estar aquí, ¿Qué hice ayer? No estaba en mis cinco sentidos.Sus miradas se encontraron, cuando se vieron, el flash de un recuerdo alumbró la mente de Emerson, no lo recordaba con toda claridad, pero supo que la había besado, hundió la mirada, se negó a creerlo.No pudo evitar que su rostro se volviera rojo.Ella le dio la taza de café.—Bebe, te sentirás mejor.Él tomó el café, bebió un sorbo.—No deberías estar aquí, Anya, no estoy en un buen momento, y tú tampoco.—Solo quiero ayudarte… —dijo con voz débil—. ¿Te divorciaste?—S
Emerson tenía ganas de asesinar a ese hombre, Hank insistió en quedarse, pero solo pudo quedarse afuera.Vio al hombre llegar, arrastraba los pies, y tenía aún las marcas de los puños de Emerson sobre su rostro, parecía un perro al que habían vapuleado mil veces, incluso Hank sonrió al ver su miedo en el rostro.—Un golpe más y quedarás sin dentadura —dijo Hank, y pudo notar que el hombre se estremeció solo con el sonido de su voz.Llamó a la puerta y escuchó la gruesa voz de Emerson decir que entrara, cuando lo hizo, el hombre tenía ojos severos, gélidos como el hielo.—¡¿Qué demonios quieres, Chad?! —exclamó y el hombre casi se orina encima al ver la pistola que lo apuntaba.—¡No me mates, por favor!—Arrodíllate —dijo EmersonEl hombre cayó al suelo de rodillas, suplicó de nuevo.—No me mates, Emerson, mira cómo me dejaste, supe que hiciste que los socios de mi padre vendieran las acciones a ti, ahora mi padre está a tu merced, ¡estamos arruinados! No era para tanto.—¿No era para
—Difiero de su absurda mentalidad, cuando un infiel engaña, habla de su falta de lealtad y baja calidad moral, y no pienso discutirlo, ¿Sabe algo? No creo que tengamos nada en común, debemos finalizar la cita, lo acompaño a que se marche de la propiedad.Anya intentó irse, cuando sintió una fuerte mano tomarla del brazo.El hombre la empujó contra una pared, puso su mano en su boca para evitar que gritara, ella no lo esperaba, tembló de miedo, sus ojos se volvieron llorosos, mientras sentía esa sucia mano levantando su vestido y tocando su pierna.De pronto, sintió que alguien alejó al hombre de ella, con brusquedad.Anya cayó al suelo, había estado congelada, ahora sollozaba histérica.Emerson golpeó a ese hombre hasta que Hank y otros guardias los alejaron, el rostro del hombre estaba casi destrozado, nadie sabía si estaba bien.—Encárguense de él, no quiero volverlo a ver en este mundo —sentenció Emerson.El hombre fue sacado arrastras de la propiedad.Cuando Emerson miró atrás, y
—Sí, acepto —dijo ella con voz firme, aunque temblorosaSus miradas se encontraron, sus corazones latían, sin saber si estaban cometiendo el peor error de sus vidas.—Hablaré con Hannah, ella preparará todo, ve a descansar.Anya obedeció.Más tarde, su madre entró en su alcoba, ella estaba recostada en la cama, no durmió, pensaba sin cesar, cuando vio a su madre, se levantó.—¿Lo planeaste todo, Anya?—¿Qué?—Sobre esto; la infidelidad, y arrastrar a Emerson a esto.—Pero ¿Cómo puedes culparme de todo lo malo que ocurre? ¿Cómo puedes tener tantas agallas? —exclamó frustrada—Anya, sé que has amado a Emerson desde la primera vez que lo viste, al principio creí que era algo inerte a la adolescencia, pero ahora debo reconocer que era serio, debí enviarte lejos de él, ¡Emerson es como tu hermano!—¡No lo es! No te metas en mi vida, madre, por una vez, déjame ser feliz.—¡¿Y crees que serás feliz?! Emerson me lo contó todo, desde que fuiste tú quien le dio la brillante idea de casarse, has
Emerson caminó hasta Bianca, tomó el brazo de la mujer con fuerza, y salió de ahí, dejando a todos los presentes boquiabiertos por su actuación. Hank fue tras él, pero Anya se quedó ahí, con las lágrimas rebotando sobre su rostro, se sentía humillada, un segundo después dio la vuelta, y se fue, mientras su madre iba detrás de ella. Emerson llevó a Bianca fuera del salón, miró su rostro con rabia. —¡Emerson! ¿Por qué te casas con ella? ¿Por qué precisamente con ella? ¿Crees que no me he dado cuenta de que esto es solo una venganza? Vas a sufrir, porque ella nunca va a ser yo, cuando la beses o le hagas el amor, seré yo la que está en tus pensamientos. Emerson río en su cara, ella sintió escalofríos. —¡Una mujerzuela como tú se encuentre en cualquier lado! ¡No vales tanto, Bianca! No vales nada, ningún hombre debe pelear por ti, ningún hombre merece llevarte a un altar, ni casarse contigo, ¡eres una mujer perdida! Así te quedarás, ahora lárgate de mi boda, Anya vale su peso en oro,
El barco zarpó, les mostraron su camarote, Emerson intentó hacerse con otro, pero el camarero le indicó que no había otro disponible. De todos modos, el camarote era amplio, pero solo tenía una habitación. Ella estaba agotada, no era como quería pasar su noche de bodas, su mente se sintió desolada, entró al cuarto de baño. Emerson estaba en el minibar, bebía sin control, cuando un recuerdo vino a su mente, eran las palabras de Bianca. Recibió un mensaje. «Anya es mala, siempre quiso separarnos, por eso me obligó a firmar el contrato prenupcial, siempre te ha amado, ¿y si es una trampa de Chad y ella para conseguir casarse contigo? Me drogaron, Emerson, ¡soy inocente!» Emerson empujó el teléfono lejos de él. Anya salió vestida, miró el teléfono. —Bebes mucho —dijo y miró el teléfono, vio el nombre de esa mujer y el mensaje, lo tomó sin pensar, y leyó. —¿Qué es esto, Emerson? ¿Por qué sigues hablando con ella? —exclamó enojada. Emerson se levantó. —Anya, ¡¿Has tendido una tram