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La esposa prohibida del CEO
La esposa prohibida del CEO
Por: J.D Anderson
Capítulo: ¡Ella es infiel!

Anya estaba frente a ese departamento, oprimió una contraseña en la cerradura electrónica, conocía esa clave, la puerta se abrió al instante.

Ella se adentró, con pasos muy lentos, trató de ser muy cuidadosa solo por no hacer ni un ruido y conservar el aliento.

Sus manos temblorosas tomaron su teléfono, lo puso en silencio, pero activó la cámara de video, estaba dispuesta a todo.

Cuando esos inconfundibles sonidos íntimos resonaron en sus oídos, no tuvo duda alguna, se acercó de puntillas hasta la puerta de la habitación.

No tuvo que hacer mucho esfuerzo, la alcoba estaba abierta de par en par; al entrar había una pared, debía rodearla para ver la cama, siguió muy lenta, y lo que vio a continuación le congeló el corazón.

Sí, era su prometido en la cama con otra mujer, eso no le importaba tanto como la identidad de la amante.

Controló sus impulsos para no saltarles encima con rabia, su sangre no era fría, pero lo intentaba, grabó el video donde se apareció muy bien el rostro de esa mujer, por si cabía duda alguna, su novio Chad Montgomery gritó su nombre.

—¡Eres deliciosa, Bianca!

Sus rostros estaban en el video, ella pudo captarlos, con video, con fotografías.

Cuando tuvo suficiente, dio la vuelta, caminó sin hacer ruido, tanto como pudo, pero cuando salió, no le importó que la puerta hiciera tal ruido, que espantó al par de amantes.

Dieron un brinco de miedo, que les bajó el buen ánimo.

Chad salió de Bianca, se visitó tan rápido como pudo, corrió a ver, la puerta estaba entreabierta.

—¡Alguien nos vio! —exclamó Bianca horrorizada—. Si Emerson se entera, sería mi fin, Chad.

—¡Cálmate! Averiguaré, espera aquí, vístete, debes irte.

La mujer corrió a su alcoba para obedecer.

Anya salió corriendo del edificio, se alegró de que el portero no la hubiese visto, la conocía bien, subió a su auto parqueado a dos cuadras adelante, y manejó de prisa, necesitaba llegar a la Corporación Carrigan.

Ella estaba comprometida en matrimonio con Chad Montgomery desde hace seis meses, los mismos que su hermanastro Emerson Carrigan tenía de matrimonio con Bianca, iban a casarse a fin de mes, pero hoy era la fiesta de compromiso.

Ayer, luego de la cena en casa, Anya quiso romper el compromiso, ella no amaba a Chad; pero no pudo hacerlo, tenía miedo de lo que su madre diría, de hacer sufrir a Chad y las habladurías.

Cuando Chad desapareció de su vista, y dejó su móvil en la mesa, ella lo escuchó sonar con varias notificaciones, supo qué hacía mal, pero poco le importó; lo tomó, revisó, buscaba algo, cualquier cosa que fuera una justificación para terminar con ese compromiso, entonces leyó esos mensajes, eran de un número desconocido y no registrado;

«Te extraño, quiero verte esta noche, mi amor, quiero volver a hacer el amor contigo»

Al leer el último mensaje supo dónde encontrarlos, estaba lista para desenmascarar a Chad Montgomery y terminar con él, sin embargo, jamás esperó el vuelco que daría la historia, nunca esperó que la amante de Chad sería Bianca Carrigan, la esposa de Emerson Carrigan, su hermanastro y su amor prohibido.

Cuando llegó a la Corporación Carrigan, pidió hablar con el CEO Carrigan.

—Ahora está en una junta de inversionistas, señorita Byle, debe esperar —sentenció la asistente.

—¡No puedo esperar! Tengo que verlo ahora mismo, dile que es urgente.

La asistente asintió, tomó su teléfono y llamó. Un segundo después, el CEO respondió.

—Señor Carrigan, su hermana, la señorita Byle está aquí, dice que necesita verlo con urgencia.

Los nervios estaban estrujando el corazón de Anya, sentía que temblaba, pensó si la habían descubierto, necesitaba gritar lo que vio, ella conocía el amor de Emerson por Bianca, tan cegador, que temió que no le creyera, o peor, que la perdonara, tuvo miedo.

—Dile que ahora no puedo atenderla, dile que espere media hora o que vaya a casa, y la veré —dijo el hombre.

La asistente colgó la llamada, miró a la mujer.

—El CEO dice que espere o que la verá después, ahora no puede atenderla.

Anya estaba frustrada, observó la sala de juntas, nunca se atrevería a ser tan descortés con Emerson Carrigan, pero no pudo soportarlo más, caminó hasta ahí.

La asistente quiso detenerla, fue inútil, ella estaba decidida, abrió la puerta de la sala, irrumpiendo repentina.

Emerson alzó la mirada severa sobre ella, estaba desconcertado.

—Anya, ¿Qué haces? Estoy ocupado —sentenció

—Debemos hablar, es urgente, esto es más importante que todos tus negocios.

Emerson frunció el ceño, serio e intrigado, miró a sus socios.

—Arreglen esto sin mí, y háganlo bien, no quiero errores —sentenció, los hombres tenían los rostros débiles, casi asustados, parecían aliviados de su partida, el hombre dirigió a Anya hasta su oficina—. Sígueme, pequeña.

Llegaron hasta su gran oficina, cuando él cerró la puerta, ella sintió que perdió el valor, sus manos temblaban, igual que todo su cuerpo, no era solo que Emerson tenía el efecto de revolucionar su piel, también era que ella le debía destrozar el corazón, eso la mataba por dentro.

Cuando miró sus ojos, estaban llenos de lágrimas.

Emerson la miró con angustia, sintió un miedo que hace mucho no sentía en su vida, bien controlada por él mismo.

—¿Qué pasa, Anya? ¡Estás asustándome, pequeña!

—Es Bianca… ¡Ella es una traidora! ¡Ella es una infiel!

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