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Él pudo escuchar su llanto. Anya intentó alejarse, pero sintió como su mano tomó su brazo, la devolvió a ella. Sus ojos se encontraron fijamente, estaban tan cerca, pudo sentir su aliento, él solo quería que dejara de llorar, sus dedos limpiaron sus lágrimas, odiaba sentir que la lastimaba, pero entre más cerca estaba, sintió que una vorágine de deseos ocultos y prohibidos lo capturaban. Se acercó, olió su perfume, no pudo evitarlo, rozó sus labios con los suyos, eran tentadores, no supo si era la bebida o su necesidad de hombre, pero al toque sus manos estrecharon su cintura, el beso apremió, su lengua se abrió paso por su boca, acariciándola. Anya se estremeció, no estaba ebrio como esa vez, esto era un beso real, la hizo tocar las nubes, y él ni siquiera lo sabía. El beso se volvió voraz, ambicioso, no pudieron detenerse, él la hizo caminar hasta la cama, y cuando acordaron, estaban ahí, recostados. Emerson no dejó de besarla, fue quitándose la ropa, primero el saco, la camisa,
—¡¿Por qué dices esto, Emerson?! —exclamó ella aún envuelta en las mantas. —Esto no debió pasar, ¡Soy tu hermanastro, Anya! No podemos estar juntos, esto se siente mal. —¡Ah, y ayer! No parecía tan mal, ¿Verdad? —Anya, ayer fue un error, perdóname. Ella le miró con rabia. —¿Me llamas un error? ¡Me entregué a ti por amor! —exclamó. Él la miró incrédulo—. Te amo con locura, Emerson, te amo desde que te vi, ahora dime, ¿Por qué no puedes amarme? Ella intentó acercarse, él se alejó. —No puedo, si hubiese sabido tus sentimientos, jamás me hubiese casado contigo —exclamó desconcertado. Anya rompió en llanto, verla así angustió al hombre que se acercó, pero cuando quiso tocarla, ella se alejó. —¡No me toques! —Anya… —Murmuró triste al escuchar reproche en su tono de voz. —Está bien, Emerson Carrigan, ¿Quieres que este matrimonio sea solo de apariencias y mentiras? Perfecto, si quieres seguir llorándole a una traidora y despreciar mi amor, puedes hacerlo, pero te advierto, cuando en
Betty y Anya estaban en una cafetería. —¿Cómo está tu matrimonio? Me sorprendí tanto, amiga. —Emerson no me ama, Betty, me entregué a él por amor, ¡pero, él no me ama! —exclamó Anya llorando, su amiga la abrazó. —Anya, lo siento tanto, el matrimonio es complicado, tiene altibajos, verás que mejorará… —No, entiéndelo, mi matrimonio solo es por un contrato, Emerson nunca sentirá amor por mí, creo que… lo mejor es divorciarme. —¡No! No te des por vencida, él está dolido, su exesposa lo traicionó, su corazón está congelado, es natural, pero con paciencia y amor todo va a mejorar, el amor no surge repentino, Anya, tú te lo ganarás. —¿De verdad lo crees? Beatriz asintió. Ella la abrazó, limpió sus lágrimas. —Bueno, ¿y cómo estás tú? ¿Qué te dijo el médico? Ella se puso tensa. —Bueno, la ginecóloga, dijo que había un tratamiento de fertilidad, pero… Ashton dijo que era mejor esperar un tiempo, parece que él no tiene las mismas ganas de tener un bebé, como yo. Anya se sintió fatal
—¿De dónde sacaste esto? —exclamó Emerson tomando su cuello con fuerza. Hank bajó de inmediato al ver la situación. —Señor Emerson, cálmese, esta mujer, podría acusarlo de violencia —dijo Hank. Los ojos de Emerson casi fulminaban a la mujer, la soltó y ella tosió con fuerza, estaba asustada. —Yo los vi, ella abrazada a ese hombre, y él estaba tan interesado, quizás hasta se besaron, parecían efusivos. Emerson la soltó. Ella sollozó, no sabía dónde estaba el hombre dulce y amoroso que era su esposo. «Él me amaba, nunca sus ojos me vieron con tanto odio, ahora parece que me aborrece, ¿Cómo podré recuperar su amor?» —¡No vuelvas a acercarte a mí, ni a mi esposa! Si lo haces, juro que te vas a arrepentir —sentenció. Emerson volvió al auto, Hank condujo a casa. Al llegar, parecía rabioso. —¿Y la señora? —No ha llegado, señor. Las palabras de su empleada lo dejaron helado. —¿Cómo de qué no? ¿Dijo a donde iría? —No, señor —la mujer tembló de miedo al ver el gesto rabioso del señ
Anya sintió que perdía el aliento, por primera vez sintió temor del hombre que amaba. —¡Suéltame, Emerson! ¿Qué estás reclamándome? ¿Quién crees que soy? ¿Una mujerzuela? Emerson la soltó enseguida, sus palabras lo trastocaron. —¡No! Yo… ¿Y entonces? ¿Con quién estabas? Dime, ¿Quién fue el hombre que te abrazó y te besó? —¿Cómo lo sabes? ¿Me estás siguiendo? ¡Te volviste loco! Actúas como un marido celoso. Emerson dio un traspié, no esperaba semejantes palabras. —No estoy celoso, solo quiero saber con quién estabas. —¿Cómo lo sabes? ¿Tienes gente siguiéndome? ¿Acaso crees que soy Bianca? Él se quedó sin palabras. —Solo responde, ¿Por qué es tan difícil responder a mis preguntas? —¿Y tú? ¿Por qué es tan difícil decirme quién te contó sobre esto? —exclamó, pero ella había recordado sobre Bianca, sintió una rabia y un dolor. «Sigue viéndola», pensó, sus ojos se volvieron cristalinos. —¡Te encontraste con ella! ¿Verdad? Emerson frunció el ceño, incrédulo. —¿Qué? —¡Bianca! Vi
Anya llegó al colegio, era privado, en un antiguo castillo, era un gran conservatorio de música, Anya se presentó en la oficina de Dennis, él estaba feliz de verla. —Toma asiento —dijo Ella se sentó frente a él, los separaba el escritorio. —Gracias por considerarme, profesor Dennis. —Dennis, por favor, solo llámame, Dennis. —Bien, Dennis, y ¿de verdad me darás trabajo aquí? Él sonrió. —Sí, trabajarás con alumnos que anhelan ser músicos, tú estás capacitada. Ella estaba tan emocionada, Dennis se levantó y tocó sus hombros, Anya no se inmutó, él era su exprofesor, y solía ser muy dulce con ella. —Me halaga tanto que me consideres, gracias, Dennis. Él sonrió al escuchar sus palabras. Lejos de ahí, Bianca estaba en ese departamento, su padre veía televisión, mientras comía. Ella solía odiarlo, su padre era alcohólico, su madre murió de niña, y él la obligó a trabajar desde niña, así que Bianca solo logró trabajar en un bar, gracias a un hombre, que fue su primer amante y la pus
—Emerson, él es mi ex profesor de música, amigo de mi familia y ahora es mi nuevo jefe. —¿jefe? —Sí, porque trabajaré con él en el conservatorio de música. —¿Desde cuándo? No me lo habías dicho… —Desde hoy, y te lo iba a decir ahora, cuando tuviese oportunidad —Anya se dirigió a Dennis—. Dennis, él es mi esposo Emerson Carrigan. Dennis miró al hombre con ojos severos, luego esbozó una tenue sonrisa, le dio la mano, Emerson lo saludó, pero sintió esa fuerza en la mano y la firmeza de su mirada, parecía como un gran reto. «Parece que Hannah tuvo razón, esta pareja ni siquiera tienen confianza para contarse nada, esto va a terminar pronto, solo debo esperar por Anya», pensó Dennis con una satisfacción en la mirada, que no pasó desapercibida por Emerson. —Mucho gusto, señor Carrigan. Estoy feliz de que su esposa se una a mi grupo de maestros de música, ella es una mujer llena de talentos, ¿no lo cree? —dijo Dennis mirando a Anya, pero la forma en la que la miraba hizo que Emerson si
Anya bailaba con Dennis Franco, miraba de reojo a Emerson, y encontró en él una mirada feroz, parecía furioso de verla bailando con otro hombre que no era él, pero ella fingió que no le importó. Después de todo, él estaba bailando con Samara, la mujer que ella tanto detestaba bien sabía Emerson que esa mujer siempre quiso algo más que ser su amiga, no le había puesto un alto, ahora tenía sus consecuencias. Samara colgó las manos al cuello de Emerson, acercándose más a su cuerpo con sensualidad. Anya sintió un golpe en el corazón, eran más que celos, era un gran dolor. Hundió la mirada, Dennis apartó sus manos de las suyas, las llevó hasta su cuello, para imitar a Emerson y a su compañera de baile. Anya titubeó, pero estaba tan celosa y frustrada, que el despecho le ganó. Puso sus manos en el cuello del hombre, el baile se volvió más cercano. Dennis sonrió, estaba feliz de lo que lograba, sintió que cada día se acercaba más a Anya. «Parece que Emerson hace todo por alejarla, pron