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—Emerson, él es mi ex profesor de música, amigo de mi familia y ahora es mi nuevo jefe. —¿jefe? —Sí, porque trabajaré con él en el conservatorio de música. —¿Desde cuándo? No me lo habías dicho… —Desde hoy, y te lo iba a decir ahora, cuando tuviese oportunidad —Anya se dirigió a Dennis—. Dennis, él es mi esposo Emerson Carrigan. Dennis miró al hombre con ojos severos, luego esbozó una tenue sonrisa, le dio la mano, Emerson lo saludó, pero sintió esa fuerza en la mano y la firmeza de su mirada, parecía como un gran reto. «Parece que Hannah tuvo razón, esta pareja ni siquiera tienen confianza para contarse nada, esto va a terminar pronto, solo debo esperar por Anya», pensó Dennis con una satisfacción en la mirada, que no pasó desapercibida por Emerson. —Mucho gusto, señor Carrigan. Estoy feliz de que su esposa se una a mi grupo de maestros de música, ella es una mujer llena de talentos, ¿no lo cree? —dijo Dennis mirando a Anya, pero la forma en la que la miraba hizo que Emerson si
Anya bailaba con Dennis Franco, miraba de reojo a Emerson, y encontró en él una mirada feroz, parecía furioso de verla bailando con otro hombre que no era él, pero ella fingió que no le importó. Después de todo, él estaba bailando con Samara, la mujer que ella tanto detestaba bien sabía Emerson que esa mujer siempre quiso algo más que ser su amiga, no le había puesto un alto, ahora tenía sus consecuencias. Samara colgó las manos al cuello de Emerson, acercándose más a su cuerpo con sensualidad. Anya sintió un golpe en el corazón, eran más que celos, era un gran dolor. Hundió la mirada, Dennis apartó sus manos de las suyas, las llevó hasta su cuello, para imitar a Emerson y a su compañera de baile. Anya titubeó, pero estaba tan celosa y frustrada, que el despecho le ganó. Puso sus manos en el cuello del hombre, el baile se volvió más cercano. Dennis sonrió, estaba feliz de lo que lograba, sintió que cada día se acercaba más a Anya. «Parece que Emerson hace todo por alejarla, pron
La música terminó, Emerson tomó la mano de Anya, la llevó hasta la mesa. —¿Qué hace esa mujer aquí? —exclamó Anya furiosa —No lo sé, no sé quién habrá sido el idiota que la dejó pasar, el hombre con el que está es el viejo hijo del dueño del banco Hox, pero nunca pensé qué fuera capaz de caer tan bajo. —¿Tan bajo? Solo tú pudiste creer que Bianca tiene algo de dignidad, ella siempre estuvo en la basura, pero, bueno, hay personas a las que le gusta recoger basura. Emerson la miró severo. —¿Desde cuándo te has vuelto tan insolente? —exclamó rabioso —No sé, las damas ya no tenemos memoria —espetó levantando los hombros. Emerson respiró. Hannah se acercó a ellos. —¿Qué hace esa mujerzuela aquí? La sacaré de inmediato. —No, Hanna, no lo hagas, déjala, ya me ocuparé de ella —dijo Emerson con ojos severos Anya le miró con duda, tuvo miedo de lo que haría. —Buscaré a tu padre, no lo he visto en todo el día —dijo Hannah y se alejó. —No te atrevas a humillarme, Emerson Carrigan, si
Emerson se quedó perplejo, observó a Anya, no había un atisbo de piedad en su rostro. ÈL adoptó la misma actitud. Bianca supo entonces que no iba a conseguir nada, se levantó del suelo, miró herida a Emerson, que no movió ni un solo músculo, solo la miraba con ojos firmes. Ella salió corriendo, aun llorando. Anya esbozó una sonrisa. —Señora, lo lamento, hay mujeres hechas de palabras rotas, sigan jugando, por favor —sentenció. Dio la vuelta, saliendo del lugar y Emerson fue detrás de ella, tomó su brazo. —Anya, ¿Por qué tenías que ser tan cruel? Anya le miró con rabia por lo que dijo. —¿Y por qué te importa? Si tanto te duele que haya ofendido a tu exesposa infiel, ve con ella, ve y consuélala, ¡anda, y ve! —exclamó rabiosa —Pero ¿Qué dices? ¿Cómo te atreves a hablarme así, acaso no sabes quién soy? —¿Y quién eres? —exclamó enfrentándolo—. ¿Mi hermanastro al que le debo respeto? —espetó ÈL la tomó del brazo, la acercó a él. —No, soy tu esposo y me debes respeto. Ella se s
—¿Qué dices, Dennis? ¡No! —exclamó alejándose—. Tengo problemas con mi marido, estoy bien, nunca huiría, al menos que algo muy malo pasara, te agradezco tu ayuda, me conoces desde hace mucho, pero no necesito escapar. —¡Claro que no! ¿Por qué está manipulando a mi mujer para que huya de mi lado para ir con usted? ¡¿Cuáles son las malditas intenciones que tiene con ella, Dennis Franco?! —exclamó Emerson, mirando al hombre con un gesto furioso, sus ojos eran grandes, sus pupilas ennegrecieron brillando con odio. Dennis se acercó a él. —La he visto llorar por ti, ¿no es suficiente para que quiera que no vuelva a tu lado? —¿Y a ti qué te importa? —exclamó Emerson, casi abalanzándose para capturar su cuello, pero sintió la mano pequeña de Anya deteniéndolo. —¡Por favor, basta, Emerson!! Él miró a la mujer. —Nos vamos a casa. —¡Anya! —exclamó Dennis, ambos lo miraron. —Encárguese de sus propios asuntos, señor Franco, deje a las mujeres casadas en paz —sentenció Emerson. Él sujetó l
Anya recuperó el aliento, Emerson se recostó a su lado. Notó que ella enderezó la postura. —Ya vete, Emerson. Él la miró confuso. —¿Qué? —Vete a tu alcoba, esto terminó, solo fue mi peor error, pero no volverá a repetirse. —¿Qué dices? —exclamó furioso, miró la sonrisa en su rostro, lo entendió todo—. ¿Así que te estás vengando de mí, pequeña Anya? Ella se quedó quieta, le miró de reojo, y movió su cabello, que casi golpeaba la cara de Emerson, él lanzó un suspiro solo para recuperar la calma. Se levantó, se puso la ropa interior y pantalón, tomó el resto de sus ropas y zapatos, salió de ahí. Apenas escuchó el sonido de la puerta, cerrarse, Anya no pudo evitar que las lágrimas se derramaran por su rostro. «Soy débil ante él, lo amo tanto que siempre sería suya, pero, él pertenece a Bianca, y hoy me lo demostró, solo soy la mujer con la que se desfoga las ganas, pero apenas pueda, sé que volverá a ella», pensó con dolor. *** Beatriz dormía en la habitación de invitados, su
—¿Qué dices, Emerson? ¡Por favor! Dennis fue mi profesor por muchos años, él no siente nada por mí, te has vuelto paranoico, además, ¿Cómo si te importará? —Escúchame bien, Anya, no irás con él, no vas a volver a trabajar con él. —¡Tú no me das órdenes, Emerson! No soy tu empleada, iré a trabajar y hacer lo que yo quiera, así como tú haces lo que quieres, ¿no has seguido viendo a Bianca? —Claro que no. —¿No? ¿Y por qué fuiste a sacarla del departamento que le compraste? No me mientas mirándome a los ojos, Emerson. —¿Quién te dijo? ¿Estás espiándome? Anya tomó su cartera, salió sin decir nada. Emerson se quedó furioso. Anya llegó al conservatorio, comenzó sus clases, pero su mente no dejó de pensar en Emerson, se preguntaba si estaba con esa mujer, la idea la destrozaba. Antes de finalizar sus clases, quiso hablar con Dennis, fue hasta su oficina, él estaba ahí, le sonrió al verla. —Si hubieses llegado minutos antes, no me hubieras encontrado, me han invitado a dar tocar en el
Cuando la mujer quiso dar otra bofetada, este le sostuvo la mano con tal fuerza que la hizo chillar. —¡Suéltame! —Cállate, muñequita, necesito dinero, mucho dinero, solo tú puedes detener a Emerson, quiere liquidar la empresa de mis padres, mi viejo está muy enfermo, morirá si Emerson lo hace. —¿Y a mí qué? Emerson no tuvo piedad conmigo, ¿Por qué la tendrá de ti? —exclamó ella. El hombre pellizcó sus mejillas. —¡Más te vale que me ayudes! Fui a ver a la perra de Anya, pero me insultó y la abofeteé, ¡estoy desesperado! El hombre la soltó, ella le miró con desconcierto. —¿Abofeteaste a Anya? ¡Dios! Eres imbécil, Emerson te matará. —Ya lo sé, pero, parece que ella no le ha dicho nada, no me ha buscado, ni nada. «¿Anya no le contó nada a Emerson? Esto podría ser algo bueno para mí», pensó —Vete, veré que puedo hacer por ti. Chad le dio una tarjeta con su nuevo número de teléfono. —Ayúdame, Bianca, lo necesito. Él se fue. «Por mí puedes hundirte en el infierno, Chad», pensó