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Emerson se quedó perplejo, observó a Anya, no había un atisbo de piedad en su rostro. ÈL adoptó la misma actitud. Bianca supo entonces que no iba a conseguir nada, se levantó del suelo, miró herida a Emerson, que no movió ni un solo músculo, solo la miraba con ojos firmes. Ella salió corriendo, aun llorando. Anya esbozó una sonrisa. —Señora, lo lamento, hay mujeres hechas de palabras rotas, sigan jugando, por favor —sentenció. Dio la vuelta, saliendo del lugar y Emerson fue detrás de ella, tomó su brazo. —Anya, ¿Por qué tenías que ser tan cruel? Anya le miró con rabia por lo que dijo. —¿Y por qué te importa? Si tanto te duele que haya ofendido a tu exesposa infiel, ve con ella, ve y consuélala, ¡anda, y ve! —exclamó rabiosa —Pero ¿Qué dices? ¿Cómo te atreves a hablarme así, acaso no sabes quién soy? —¿Y quién eres? —exclamó enfrentándolo—. ¿Mi hermanastro al que le debo respeto? —espetó ÈL la tomó del brazo, la acercó a él. —No, soy tu esposo y me debes respeto. Ella se s
—¿Qué dices, Dennis? ¡No! —exclamó alejándose—. Tengo problemas con mi marido, estoy bien, nunca huiría, al menos que algo muy malo pasara, te agradezco tu ayuda, me conoces desde hace mucho, pero no necesito escapar. —¡Claro que no! ¿Por qué está manipulando a mi mujer para que huya de mi lado para ir con usted? ¡¿Cuáles son las malditas intenciones que tiene con ella, Dennis Franco?! —exclamó Emerson, mirando al hombre con un gesto furioso, sus ojos eran grandes, sus pupilas ennegrecieron brillando con odio. Dennis se acercó a él. —La he visto llorar por ti, ¿no es suficiente para que quiera que no vuelva a tu lado? —¿Y a ti qué te importa? —exclamó Emerson, casi abalanzándose para capturar su cuello, pero sintió la mano pequeña de Anya deteniéndolo. —¡Por favor, basta, Emerson!! Él miró a la mujer. —Nos vamos a casa. —¡Anya! —exclamó Dennis, ambos lo miraron. —Encárguese de sus propios asuntos, señor Franco, deje a las mujeres casadas en paz —sentenció Emerson. Él sujetó l
Anya recuperó el aliento, Emerson se recostó a su lado. Notó que ella enderezó la postura. —Ya vete, Emerson. Él la miró confuso. —¿Qué? —Vete a tu alcoba, esto terminó, solo fue mi peor error, pero no volverá a repetirse. —¿Qué dices? —exclamó furioso, miró la sonrisa en su rostro, lo entendió todo—. ¿Así que te estás vengando de mí, pequeña Anya? Ella se quedó quieta, le miró de reojo, y movió su cabello, que casi golpeaba la cara de Emerson, él lanzó un suspiro solo para recuperar la calma. Se levantó, se puso la ropa interior y pantalón, tomó el resto de sus ropas y zapatos, salió de ahí. Apenas escuchó el sonido de la puerta, cerrarse, Anya no pudo evitar que las lágrimas se derramaran por su rostro. «Soy débil ante él, lo amo tanto que siempre sería suya, pero, él pertenece a Bianca, y hoy me lo demostró, solo soy la mujer con la que se desfoga las ganas, pero apenas pueda, sé que volverá a ella», pensó con dolor. *** Beatriz dormía en la habitación de invitados, su
—¿Qué dices, Emerson? ¡Por favor! Dennis fue mi profesor por muchos años, él no siente nada por mí, te has vuelto paranoico, además, ¿Cómo si te importará? —Escúchame bien, Anya, no irás con él, no vas a volver a trabajar con él. —¡Tú no me das órdenes, Emerson! No soy tu empleada, iré a trabajar y hacer lo que yo quiera, así como tú haces lo que quieres, ¿no has seguido viendo a Bianca? —Claro que no. —¿No? ¿Y por qué fuiste a sacarla del departamento que le compraste? No me mientas mirándome a los ojos, Emerson. —¿Quién te dijo? ¿Estás espiándome? Anya tomó su cartera, salió sin decir nada. Emerson se quedó furioso. Anya llegó al conservatorio, comenzó sus clases, pero su mente no dejó de pensar en Emerson, se preguntaba si estaba con esa mujer, la idea la destrozaba. Antes de finalizar sus clases, quiso hablar con Dennis, fue hasta su oficina, él estaba ahí, le sonrió al verla. —Si hubieses llegado minutos antes, no me hubieras encontrado, me han invitado a dar tocar en el
Cuando la mujer quiso dar otra bofetada, este le sostuvo la mano con tal fuerza que la hizo chillar. —¡Suéltame! —Cállate, muñequita, necesito dinero, mucho dinero, solo tú puedes detener a Emerson, quiere liquidar la empresa de mis padres, mi viejo está muy enfermo, morirá si Emerson lo hace. —¿Y a mí qué? Emerson no tuvo piedad conmigo, ¿Por qué la tendrá de ti? —exclamó ella. El hombre pellizcó sus mejillas. —¡Más te vale que me ayudes! Fui a ver a la perra de Anya, pero me insultó y la abofeteé, ¡estoy desesperado! El hombre la soltó, ella le miró con desconcierto. —¿Abofeteaste a Anya? ¡Dios! Eres imbécil, Emerson te matará. —Ya lo sé, pero, parece que ella no le ha dicho nada, no me ha buscado, ni nada. «¿Anya no le contó nada a Emerson? Esto podría ser algo bueno para mí», pensó —Vete, veré que puedo hacer por ti. Chad le dio una tarjeta con su nuevo número de teléfono. —Ayúdame, Bianca, lo necesito. Él se fue. «Por mí puedes hundirte en el infierno, Chad», pensó
Cuando Anya abrió los ojos, observó a Emerson sentado sobre la cama, dormido, en una posición incómoda. Los recuerdos vinieron a ella, se alejó al sentir el reproche ardiendo en su sangre. ÈL abrió los ojos de inmediato. —Anya… —¿Qué quieres? —exclamó ella con rabia—. ¿Volverás a encerrarme como si fuera prisionera o tu mascota? Él hundió la mirada. —Lo siento, no sé por qué lo hice, me volví loco, no debiste salir por el balcón, ¡Dios mío! Casi mueres. —Entre tú y yo, Emerson Carrigan, hay un abismo, creo que tu amor y el mío, no son compatibles. Él la miró con ojos enormes, no podía creer lo que decía. —¿Qué quieres decir? ¿Quieres terminar con esto? Los ojos de Anya se cubrieron de lágrimas, estaba al borde del llanto. —Iré a trabajar, no puedes encarcelarme, y sobre tu pregunta, cuando vuelva, podré responder si terminamos con esto, o no. Emerson se quedó en silencio, salió de ahí, casi de inmediato. Su silencio la hirió más. «Pensé que siendo dulce y buena esposa gan
Bradley hizo un gran esfuerzo para recuperar el aliento, sonreír y darle la mano. Hizo de verdad un gran esfuerzo, porque estuvo a punto de ponerse pálido, y de gritarle por ese nombre. «Georgina… ¡Ella es tan parecida a Georgina!», pensó al recordar a su prometida, pero luego la conmoción pasó. —La comida está lista, señora Carrigan. Anya sonrió y les pidió pasar al comedor. La comida estuvo repleta de una plática amena, de risas casuales y anécdotas de viejos amigos, pero, durante toda la degustación de deliciosa comida, Bradley, de vez en cuando, miraba a la mujer de su amigo Ashton, era hermosa, era perfecta, era como Georgina, y eso hacía que su corazón latiera con mucha fuerza. Terminaron la comida y fueron hasta el salón del bar. Jugaron pool, bebieron copas, las chicas se apartaron, hasta que Ashton llamó a su esposa. —Querida, puedes servirme una copa de Romanèe-conti, ya sabes donde Ashton tiene el vino. Ella asintió, fue a buscarlo. —Yo quiero whisky, pero, se nos
Emerson colgó la llamada, sin responder a la mujer, le dio el teléfono a Ashton. —¿Qué clase de juego es este, Ashton? ¿Eres mi amigo o enemigo? —exclamó enojado —¿Qué dices? ¿Estaba haciéndote un favor? —¿Un favor es hablar con esa infiel? ¡Olvídalo! —Oh, vamos, hombre, mira, quizás ahora Anya sea tu mujer, y es la esposa perfecta, pero, sé que lo tuyo con Bianca no ha acabado, solo debes cerrar la página con ella, así puedes dedicarte a adorar a tu esposita. —¿De qué hablas? —Hablo de que puedes ir a despedirte de Bianca en la cama —dijo guiñándole un ojo Al instante, Emerson miró a su mejor amigo como si fuera un demente. —¿Estás loco? ¡Yo jamás podría tocar a esa mujer, luego de lo que vi en ese video! —sentenció —Emerson Carrigan, eres demasiado orgulloso, Bianca ya no es, ni nunca será tu esposa, ni la esposa de nadie, ella perdió su valor, pero ¿Qué tal le queda el papel de amante? Podría servirte —Ashton, hablas como si fueras un idiota. Emerson salió deprisa. El ho