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Bradley hizo un gran esfuerzo para recuperar el aliento, sonreír y darle la mano. Hizo de verdad un gran esfuerzo, porque estuvo a punto de ponerse pálido, y de gritarle por ese nombre. «Georgina… ¡Ella es tan parecida a Georgina!», pensó al recordar a su prometida, pero luego la conmoción pasó. —La comida está lista, señora Carrigan. Anya sonrió y les pidió pasar al comedor. La comida estuvo repleta de una plática amena, de risas casuales y anécdotas de viejos amigos, pero, durante toda la degustación de deliciosa comida, Bradley, de vez en cuando, miraba a la mujer de su amigo Ashton, era hermosa, era perfecta, era como Georgina, y eso hacía que su corazón latiera con mucha fuerza. Terminaron la comida y fueron hasta el salón del bar. Jugaron pool, bebieron copas, las chicas se apartaron, hasta que Ashton llamó a su esposa. —Querida, puedes servirme una copa de Romanèe-conti, ya sabes donde Ashton tiene el vino. Ella asintió, fue a buscarlo. —Yo quiero whisky, pero, se nos
Emerson colgó la llamada, sin responder a la mujer, le dio el teléfono a Ashton. —¿Qué clase de juego es este, Ashton? ¿Eres mi amigo o enemigo? —exclamó enojado —¿Qué dices? ¿Estaba haciéndote un favor? —¿Un favor es hablar con esa infiel? ¡Olvídalo! —Oh, vamos, hombre, mira, quizás ahora Anya sea tu mujer, y es la esposa perfecta, pero, sé que lo tuyo con Bianca no ha acabado, solo debes cerrar la página con ella, así puedes dedicarte a adorar a tu esposita. —¿De qué hablas? —Hablo de que puedes ir a despedirte de Bianca en la cama —dijo guiñándole un ojo Al instante, Emerson miró a su mejor amigo como si fuera un demente. —¿Estás loco? ¡Yo jamás podría tocar a esa mujer, luego de lo que vi en ese video! —sentenció —Emerson Carrigan, eres demasiado orgulloso, Bianca ya no es, ni nunca será tu esposa, ni la esposa de nadie, ella perdió su valor, pero ¿Qué tal le queda el papel de amante? Podría servirte —Ashton, hablas como si fueras un idiota. Emerson salió deprisa. El ho
—Habla lo que quieras, mujer, pero hazlo rápido, debo volver con mi esposa, ella me espera, no la quiero hacer esperar, sobre todo cuando todo lo que quiero es estar con ella. —No me mientas, Emerson, sé que no me has olvidado, nadie puede olvidar en tan poco tiempo. —Ah, ¿no? ¿Qué yo sepa tú me olvidaste al estar en la cama de ese desgraciado? ¿O ahí también te acordabas de mí? —¡Estaba drogada, Emerson! —Mientes, sigues mintiendo, no te cansas, no puedes ni reconocer tu error, pero ya no me importa, eres tan basura como Chad. ¿Sabes que perdió su empresa, incluso su casa? Su padre está grave en el hospital, y si muere, solo Chad será el culpable de todo. —No me importa Chad, ni siquiera Anya, solo tú y yo, no te engañé, nunca quise hacerlo, lo único que recuerdo fue ir a ver a Chad, dijo que tenía una sorpresa para Anya, fui ingenua, él me drogó. —Sigues mintiendo, si me dijeras, cometí un error, fui vulnerable, tampoco te perdonaría, pero al menos me darías menos lástima, en e
Emerson no pudo concentrarse, miró la hora y supo que ya era casi la salida, decidió irse antes, como nunca lo hacía, pero ahora se sintió desesperado. Al salir pidió a Hank que lo llevara al conservatorio. El hombre manejó hasta ahí. Anya tocaba el piano, frente a Dennis Franco, él no dejaba de admirarla, sonreía. —Lo haces increíble, podemos practicar de nuevo. Ella asintió, el hombre se puso cerca de ella, se sentó en el banco junto a ella, comenzaron a tocar juntos, ella sonrió. Hasta que, entre el toque de las teclas, sus manos se unieron, fue un simple roce, pero esta vez, Dennis no apartó su mano de la suya, sus dedos acariciaron suavemente su piel, causando un escalofrío en su piel. Sus ojos se encontraron, él sonrió. Él se acercó a ella, lento, Emerson había llegado, podría verlos a través de los ventanales, sintió que su corazón latió, algo ardió en su interior, sus manos eran un puño, supo que si él la besaba iba a matarlo sin piedad, ¿y ella? Supo que estarían rotos
Bradley se quedó perplejo, el rostro de Betty se volvió pálido. —¿Qué? —Sí, baila con mi mujer, yo bailo con Clarisse. Clarisse rio un poco. —No te pongas celoso, cuñado. Él negó. —No me opongo, solo si Betty lo quiere. —Betty quiere todo lo que yo quiero, ¿Verdad, amor? La chica solo hundió la mirada, Ashton sonrió, pero Bradley notó dolor en su mirada. Emerson miró a Ashton con rabia, mientras iba con esa mujer a la pista de baile. —Vuelvo en un segundo —dijo Anya. Estaba tensa, un mesero le ofreció una bebida, pero ella se negó. El mesero volvió a un rincón. —Se negó a beberla. —Espera, esa perra beberá, esperemos a que toque su estúpido piano —dijo Chad escondido en un pasillo. —Betty, ¿bailas conmigo? —exclamó Bradley Ella asintió, fueron a bailar. Era un baile muy lento, romántico. Betty no apartaba la mirada de Ashton, era tan evidente, él tenía tomada a Clarisse de la cintura, un poco más abajo, y ella tenía sus manos sobre su cuello, estaban tan cerca el uno
Ella se alejó de Dennis Franco, los ojos de Emerson la miraron furiosos. —¡¿Qué demonios crees que haces?! Ella zigzagueó. —¿Qué pasa? ¿Quieres un besito, también? —Anya se colgó a su cuello, Emerson mirò su rostro, se asustó, mirò su rostro, sus pupilas. —¡¿Qué demonios le hiciste a mi mujer, Dennis Franco?! —exclamó como un león hambriento —¡Yo no le he hecho nada! Emerson tomó la mano de Anya, la llevó consigo. Dennis lo maldijo entre dientes al ver que se iba con èl. Emerson llevó a Anya hasta el auto, notó como la chica se balanceaba, no estaba bien. —¿Qué bebiste, Anya? Ella negó, hizo un puchero, él la cargó en brazos, mirò a Hank. —Quédate con Hannah, ayúdala en lo que necesite, porque ni mi padre ha llegado, debo llevar a Anya a casa, no se siente bien. Hank asintió, abrió la puerta de copiloto, y él sentó a Anya en el asiento, luego subió al asiento de piloto, y condujo rumbo a casa. Luego de que el baile terminó, Betty deambuló por el salón. Por un instante su
Emerson bajó a Anya del auto, notó que estaba dormida, al menos eso pensó. La llevó hasta su habitación, la recostó en la cama, admiró su rostro, tan dulce y tierno. Pero, ella abrió los ojos, lo mirò, sonrió con una sensualidad que él desconocía. —Dime, hermanastro, ¿Qué tiene la zorra de Bianca que yo no tenga? Emerson la mirò severo. —Basta, Anya. Anya le miró enojada, se levantó de la cama, comenzó a quitarse el vestido, hasta lanzarlo lejos de ahí, quedó en esa lencería tan sexy que los ojos del hombre casi devoraban su figura. —¿Qué haces? Ella sonrió. —¿Me deseas? ¿Aunque sea un poquito? —dijo acercándose a él Emerson tragó saliva, pero retrocedió un paso, eso fue como una daga en el pobre corazón de la chica. Le miró decepcionada, las lágrimas escurrieron por su rostro, repentinas. —¡¿Por qué me rechazas?! Estoy segura de que hay muchos hombres afuera que adorarían tenerme así, mientras tú solo me desprecias —dijo con rabia Él la mirò con furia. —Ah, ¿sì? ¿Cómo qu
Beatriz mirò alrededor, mirò su ropa intacta, lanzó un suspiro, era de alivio. —¿Estás bien? Lo siento, me quedé dormido, estaba cuidándote, tenías fiebre, te desmayaste en mis brazos. Ella parecía tan confusa, no podía siquiera recordarlo. —¿Yo…? —el recuerdo de Ashton y esa mujer en esa cama vinieron a su mente como un rayo que lo iluminó todo. Ella asintió, ahora lo recordaba, deambuló por la carretera, su mente y corazón estaban destrozados, escuchó una voz llamándola, era él, mirò sus ojos. —Eres el señor Bradley Prescott, el amigo de mi esposo… lo siento, no sé qué me pasó, me puse mal. —¿Qué hacías sola en medio de la noche? ¿Dónde está tu esposo? Si yo no te hubiese encontrado, ¿Qué crees que hubiera pasado? —exclamó indignado, peor luego se dio cuenta de que la estaba regañando como un papá enojado, se sintió fatal de su actitud, pero imaginar que otro hombre, alguno muy malo, pudo hallarla y lastimarla, le hizo sentir rabia y temor. —He sido muy descuidada, lo siento m