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Emerson no pudo concentrarse, miró la hora y supo que ya era casi la salida, decidió irse antes, como nunca lo hacía, pero ahora se sintió desesperado. Al salir pidió a Hank que lo llevara al conservatorio. El hombre manejó hasta ahí. Anya tocaba el piano, frente a Dennis Franco, él no dejaba de admirarla, sonreía. —Lo haces increíble, podemos practicar de nuevo. Ella asintió, el hombre se puso cerca de ella, se sentó en el banco junto a ella, comenzaron a tocar juntos, ella sonrió. Hasta que, entre el toque de las teclas, sus manos se unieron, fue un simple roce, pero esta vez, Dennis no apartó su mano de la suya, sus dedos acariciaron suavemente su piel, causando un escalofrío en su piel. Sus ojos se encontraron, él sonrió. Él se acercó a ella, lento, Emerson había llegado, podría verlos a través de los ventanales, sintió que su corazón latió, algo ardió en su interior, sus manos eran un puño, supo que si él la besaba iba a matarlo sin piedad, ¿y ella? Supo que estarían rotos
Bradley se quedó perplejo, el rostro de Betty se volvió pálido. —¿Qué? —Sí, baila con mi mujer, yo bailo con Clarisse. Clarisse rio un poco. —No te pongas celoso, cuñado. Él negó. —No me opongo, solo si Betty lo quiere. —Betty quiere todo lo que yo quiero, ¿Verdad, amor? La chica solo hundió la mirada, Ashton sonrió, pero Bradley notó dolor en su mirada. Emerson miró a Ashton con rabia, mientras iba con esa mujer a la pista de baile. —Vuelvo en un segundo —dijo Anya. Estaba tensa, un mesero le ofreció una bebida, pero ella se negó. El mesero volvió a un rincón. —Se negó a beberla. —Espera, esa perra beberá, esperemos a que toque su estúpido piano —dijo Chad escondido en un pasillo. —Betty, ¿bailas conmigo? —exclamó Bradley Ella asintió, fueron a bailar. Era un baile muy lento, romántico. Betty no apartaba la mirada de Ashton, era tan evidente, él tenía tomada a Clarisse de la cintura, un poco más abajo, y ella tenía sus manos sobre su cuello, estaban tan cerca el uno
Ella se alejó de Dennis Franco, los ojos de Emerson la miraron furiosos. —¡¿Qué demonios crees que haces?! Ella zigzagueó. —¿Qué pasa? ¿Quieres un besito, también? —Anya se colgó a su cuello, Emerson mirò su rostro, se asustó, mirò su rostro, sus pupilas. —¡¿Qué demonios le hiciste a mi mujer, Dennis Franco?! —exclamó como un león hambriento —¡Yo no le he hecho nada! Emerson tomó la mano de Anya, la llevó consigo. Dennis lo maldijo entre dientes al ver que se iba con èl. Emerson llevó a Anya hasta el auto, notó como la chica se balanceaba, no estaba bien. —¿Qué bebiste, Anya? Ella negó, hizo un puchero, él la cargó en brazos, mirò a Hank. —Quédate con Hannah, ayúdala en lo que necesite, porque ni mi padre ha llegado, debo llevar a Anya a casa, no se siente bien. Hank asintió, abrió la puerta de copiloto, y él sentó a Anya en el asiento, luego subió al asiento de piloto, y condujo rumbo a casa. Luego de que el baile terminó, Betty deambuló por el salón. Por un instante su
Emerson bajó a Anya del auto, notó que estaba dormida, al menos eso pensó. La llevó hasta su habitación, la recostó en la cama, admiró su rostro, tan dulce y tierno. Pero, ella abrió los ojos, lo mirò, sonrió con una sensualidad que él desconocía. —Dime, hermanastro, ¿Qué tiene la zorra de Bianca que yo no tenga? Emerson la mirò severo. —Basta, Anya. Anya le miró enojada, se levantó de la cama, comenzó a quitarse el vestido, hasta lanzarlo lejos de ahí, quedó en esa lencería tan sexy que los ojos del hombre casi devoraban su figura. —¿Qué haces? Ella sonrió. —¿Me deseas? ¿Aunque sea un poquito? —dijo acercándose a él Emerson tragó saliva, pero retrocedió un paso, eso fue como una daga en el pobre corazón de la chica. Le miró decepcionada, las lágrimas escurrieron por su rostro, repentinas. —¡¿Por qué me rechazas?! Estoy segura de que hay muchos hombres afuera que adorarían tenerme así, mientras tú solo me desprecias —dijo con rabia Él la mirò con furia. —Ah, ¿sì? ¿Cómo qu
Beatriz mirò alrededor, mirò su ropa intacta, lanzó un suspiro, era de alivio. —¿Estás bien? Lo siento, me quedé dormido, estaba cuidándote, tenías fiebre, te desmayaste en mis brazos. Ella parecía tan confusa, no podía siquiera recordarlo. —¿Yo…? —el recuerdo de Ashton y esa mujer en esa cama vinieron a su mente como un rayo que lo iluminó todo. Ella asintió, ahora lo recordaba, deambuló por la carretera, su mente y corazón estaban destrozados, escuchó una voz llamándola, era él, mirò sus ojos. —Eres el señor Bradley Prescott, el amigo de mi esposo… lo siento, no sé qué me pasó, me puse mal. —¿Qué hacías sola en medio de la noche? ¿Dónde está tu esposo? Si yo no te hubiese encontrado, ¿Qué crees que hubiera pasado? —exclamó indignado, peor luego se dio cuenta de que la estaba regañando como un papá enojado, se sintió fatal de su actitud, pero imaginar que otro hombre, alguno muy malo, pudo hallarla y lastimarla, le hizo sentir rabia y temor. —He sido muy descuidada, lo siento m
Betty llegó a su casa, el sonido del taxi alertó a Ashton, quien corrió a abrir la puerta, la mirò en el umbral, ella entró. —¡¿Dónde demonios estabas?! Betty le mirò con ojos severos, solo de reojo, no podía verlo a la cara, hacerlo era recordar que era un traidor. Subió la escalera muy rápido, él fue detrás de ella. Entró a su alcoba, pero él apareció al instante. —¡Responde, Beatriz! ¿Con quién estuviste? ¿Te revolcaste con otro hombre? Ella mirò sus ojos, había lágrimas aferradas a sus cuencas. —¿Qué si me acosté con otro hombre? ¿Y que si te digo que sì? ¿Qué harás? Nada, ¿no es la condición de un matrimonio abierto, ir y coger con cualquier otro? Los ojos de Bradley se abrieron enormes, él levantó la mano, como si fuera a pegarle, pero se contuvo, ella se asustó, retrocedió. —Eres una… —¿Una qué? ¡Habla! No soy más zorra que las mujerzuelas con las que te acuestas cada vez que sales, tú no eres diferente a ellas. Si no te gusta esto, pide el maldito divorcio, ¿no fue lo
Anya no podía pensar en nada, solo en ese beso, cuando llegó Betty de visita a su casa, intentó mostrarle una gran sonrisa, pero había algo en su rostro, algo que parecía triste. —Betty, ¿Estás bien? Betty sonrió, asintió. —Estoy bien, todo bien. Betty no se atrevía a decir nada, su vergüenza era grande, sabía que Anya no pasaría por alto los errores de Ashton, tal vez ella tampoco debería, recordó lo que le dijo el doctor, ella no podría tener hijos con normalidad, sus óvulos eran la mayoría infértiles, y solo lograron reunir algunos de ellos para conseguir fecundarlos, ahora esos embriones estaban resguardados por la clínica, pronto podrían usarlos para tener un bebé, pero el primer intento fue un fracaso, fue eso lo que los llevó hasta ahí. Betty no pudo evitar sentirse tan culpable, pensó en que, tal vez era ella misma quien rompió a su esposo, esos pensamientos la atormentaban sin remedio. —¿Cómo estás con Emerson? Anya lanzó un suspiro, el brillo en sus ojos le confirmó qu
Beatriz volvió a casa, fue a visitar la tumba de su madre, solía visitarla ese día que era el de su aniversario luctuoso, y quedarse ahí por horas conversando, pero esta vez, ella decidió volver antes. Al entrar, notó que la casa parecía desértica, solo tenía una empleada en el servicio, notó que no estaba, había sonidos extraños que provenían de la habitación. Su corazón tembló como un loco, como si tuviera mucho miedo. Subió de prisa, no podía creerlo, eso sería el colmo del cinismo de una persona. Empujó la puerta, y lo vio. —¡Ashton! El hombre salió de esa mujer y la miró con estupor. —Pero ¿no ibas a volver después? Ella se acercó a él, abofeteó su rostro con tal fuerza que el hombre casi pierde el equilibrio. —¡Largo de mi casa, mujerzuela! O juro que llamaré a la policía. Ella salió tan rápido, hasta la biblioteca. Su corazón aún era un retumbar, creyó que estallaría en lágrimas, pero notó que ni una sola salía de sus ojos. Incluso si el dolor en su pecho era tan gra