Holas queridas lectoras, solo queria recordarles que esto es una historia, por favor, si bien he recaudado información de ciertas cosas con referentes a las culturas que se mencionan, como hago siempre, no quiere decir que aun se practiquen o que todos sean iguales.
Mia sentía que se desmayaría de un momento a otro, aun no era la esposa de Takashi, oficialmente, bueno, aunque eso sería una mentira, aun así, no creía que estaba metida en un lio como ese, ¿acaso se daría de golpes con Naoki? No, mejor dicho ¿recibiría una paliza de Naoki?— Alto, ¿Qué hacen? Ella es la hermana de Takashi, no pueden hacer esto. — dijo casi en grito la rubia al ver como una de las manitas sacaba una daga de una de las amplias mangas de su traje.— Ellas cumplen con su deber Mia. — intervino Akira, sin intenciones de moverse de su lugar y Mia comenzó a pensar que la familia de Takashi era aun mas rara que su familia.— Y tú has demostrado que serás apta para cumplir con el tuyo. — aseguro con voz profunda Naoki, y Mia la vio hacer una reverencia, que, aunque no comprendiera mucho la cultura de la familia Zhao, sabía muy bien que eso demostraba respeto, pues sería una parte fundamental de la boda que estaba a punto de comenzar.— ¿Qué? — susurro mientras veía a las man
Las manitas, en silencio, con sus gestos delicados y su devoción palpable, se aproximaron a Mia, cuyo cuerpo hablaba más que mil palabras. Con movimientos suaves y respetuosos, comenzaron el ritual de lavar su cuerpo, preparándolo para la boda, sintiendo en cada caricia la profundidad de las cicatrices que marcaban la piel de la mujer y tratando de adivinar el pasado de esta.Sus manos, entrenadas en el arte del cuidado, se deslizaron sobre las heridas que el tiempo había dejado. Cada una de ellas, sin preguntar ni juzgar, entendían que el dolor que había soportado Mia no era solo físico, sino también un eco de las batallas internas que había librado. Con una mezcla de ternura y reverencia, las manitas lavaron cada rincón de su cuerpo, como si al hacerlo pudieran limpiar también su alma.— No temas, señora, — susurró una de ellas, con voz calmada —. Estamos aquí para cuidarte.Los ojos de Mia se cerraron brevemente, permitiendo que las lágrimas que había contenido durante tanto tiempo
La procesión de la novia, era un desfile de ensueño, que se desplegaba ante los ojos de los presentes, como un tapiz de seda, decorando el reciente anochecer, Mia, estaba tan radiante como la luna, Haru era testigo de ellos, pues desde la seguridad del bosque seguía el recorrido que sus hermanos estaban dando, tenía una misión al igual que sus dos hermanas, estaban en alerta y el informar de ello a los varones de la familia, solo traería más problemas que soluciones, aun así, Harú veía más allá, del vestido rojo bordado en oro y jade.La mente de Harú, seguía mostrando a Mia, al desnudo, frente a ella, quien tuvo que usar toda su fuerza de voluntad, para hacer de cuenta que nada veía, que nada notaba, aunque… no era el caso. El torso de Mia era algo que no se podía ignorar, era un paisaje de sombras y luces, un territorio de dolor y resistencia, las cicatrices se entrelazaban como ramas de un árbol antiguo, mientras que las quemaduras parecían estrellas oscuras en un cielo nocturno. C
Takashi:Mientras espero en el altar, puedo sentir mi corazón latiendo con fuerza en mi pecho, me siento nervioso, como si estuviera a punto de saltar desde un precipicio sin saber qué hay abajo, pero no es miedo, es anticipación, es la sensación de que mi vida está a punto de cambiar para siempre, porque en el momento que Mia se convierta en mi esposa, ya no la dejare ir, formare mi propia familia, y tendremos al menos un tigre y una conejita, y seremos felices, por siempre, para siempre… dioses, ya me puse cursi, pero no lo puedo evitar.Y entonces, la veo. Mia, mi amor, mi razón de ser, ella camina hacia mí con una sonrisa radiante que logro distinguir a través del velo rojo, gracias a mi aguda vista, y puedo jurar sin temor a equivocarme que su rostro, debe estar tan rojo como un tomate maduro, y mi corazón casi se detiene, me siento como si estuviera viendo a una diosa, una criatura celestial que ha descendido a la tierra para estar conmigo.Su vestido es como de un rojo sang
Mia sentía sus manos sudadas, y su rostro emanaba calor de lo roja que estaba por solo saber que Takashi la estaba tomando de su mano, ¿Por qué debía sudar? Nunca le había sudado las manos, ¿Qué pensaría su jefe? Se repetía mientras caminaba a donde se celebraría la pequeña recepción, en medio de la naturaleza, que por lo que había podido observar Mia era lo que más abundaba en las villas Zhao.— ¿Estas nerviosa, Mia? — Mia casi bufa a la pregunta, de su jefe, pero solo pudo verlo, tan imponente como siempre.— Un poco. ¿Y tú? — rebatió aun viéndolo, pues creía que Takashi no la escucharía, ya que hablaban en susurros, y como él ya lo había dicho, su diferencia de tamaño era incluso algo cómico de ver, más se si hablan de esa forma, era complicado.— Lo mismo. — rebatió sonriendo, mientras se agachaba un poco más. — Pero no hay por qué́, estamos juntos en esto. — ¿Por qué le daba la sensación de que no estaba hablando de un matrimonio ficticio y de la mentira que esto causaba? No lo
Takashi tomó el rostro de Mia entre sus manos y la miró con una intensidad que la hizo temblar, sus ojos ardían de pasión, amor y obsesión, y Mia se sintió́ atrapada en su mirada, y sin decir palabra alguna, Takashi se inclinó y presionó sus labios contra los de Mia.El beso fue apasionado y posesivo, como si Takashi quisiera dejar plasmado en Mia la obsesión y el amor que sentía por ella, casi la cubría al completo con su cuerpo y aun así sentía que era poco, necesitaba más, mucho más.Mia se sintió́ envuelta en ese beso, su corazón latiendo con fuerza en su pecho, quería hacerle saber a Takashi que ella sí estaba enamorada de él, pero temía a como fuera a reaccionar su jefe, aun así, tomando el coraje que gracias a Takashi volvía a sentir en ella, deslizo sus delgados brazos por el cuello de Takashi, tratando de tener más fuerza, tanta como su jefe y así obligarlo a que continuará besándola por siempre, sus lenguas se entrelazaron, sus labios se movieron al unísono, y Mia se sin
Renzo se alejó de la celebración de la recepción, no solo porque la ceremonia ya había acabado y los novios se habían retirado, su alejamiento se debía a que estaba siguiendo a su hermana Dalia, quien lo había llamado con un gesto discreto. Ambos pertenecían a la influyente familia Bach, conocida por su capacidad de moverse entre lo legal e ilegal, muchas veces mediando entre clanes, para mantener la paz, pero lo que le concedía tanto poder, era sin lugar a duda, que los Bach, todo lo sabían, entre el cielo y la tierra, para ellos no había secretos. Además Dalia, en particular, era extremadamente minuciosa cuando se trataba de aceptar nuevos miembros en la familia y Renzo lo sabía, por lo que sospechaba que Dalia había descubierto algo sobre Mia, la reciente y flameante esposa falsa de Takashi, y solo rogaba que no fuera eso, lo que su hermana descubriera, porque podía jurar por todo lo sagrado, que si su hermana o Huang se enteraban de la gran idea que le dio a su hijo de desposar a
Los hermanos Bach no daban crédito al comprender que Mia tenia apenas 16 años, cuando comenzó a trabajar con Takashi, y el pedido de su hijo la noche antes de salir de Nueva York, llego a la mente de Renzo, cual rayo iluminando la negrura que las preguntas generaban.— Eso es lo que tiene alterada su documentación, solo la fecha de nacimiento es por ello por lo que paso los controles. — murmuró sonreído Renzo, ¿Por qué alguien cambiaria la fecha de nacimiento? Fácil, era una niña sola ingresando a un país con leyes claras e inflexibles.— ¿ A qué te refieres Renzo y se claro? — había cierta amenaza en la voz de Dalia, los años de matrimonio con Shen le había servido no solo para imponerse mediante su poder de Bach, también era el hecho de que Dalia era tan capaz de imponer un castigo, como su esposo, con el correr de los años, mientras Shen la llamaba Sol, el resto del clan le concedió el apodo, del rugir del tigre, pues pasara lo que pasara, era mejor no hacer enojar a Dalia, o rugir