¿Había muerto? ¿el avión había caído? ¿su alma vagaba esperando renacer? No lo sabía, y tampoco le importaba, solo queria permanecer así, por siempre si es que fuera posible, probando esos labios carnosos, suaves, con un claro tinte inocente, y el tigre que Takashi llevaba dentro rugió con gusto, pero, aun así, insatisfecho.— Takashi. — murmuro entre sorprendida y adolorida la rubia, pues el instinto del mayor gano finalmente y mordió el labio inferior de Mia.— Lo siento, lo siento mucho. — aseguro de camino a sus labios nuevamente, pues necesitaba de ellos, eran adictivos, eran tersos, dulces, necesitaba más, y estaba seguro de que, aunque tuviera más, nunca estaría satisfecho.— Yo también lo siento. — aseguro la rubia y de pronto el agarre en su cintura era nulo, y Takashi se sentó molesto y confundido en la cama ¿cuándo la libero? Mejor aún, ¿por qué la libero? — No sé qué sucedió, todo fue tan de pronto y confuso. — alego Mia que estaba ya de pie, y solo entonces Takashi escuch
Mia nunca imaginó que su vida tomaría un giro tan inesperado al aceptar el acuerdo de un matrimonio falso con su jefe, Takashi. Al principio, la propuesta parecía absurda, casi inverosímil, pero las circunstancias le obligaron a considerar la oferta con seriedad. Ahora acababa de desembarcar en un país que solo había visto en películas y leído en libros.Desde el momento en que Mia puso pie en los dominios del tigre blanco, su asombro no tuvo límites. Las calles estaban llenas de vida, con un bullicio constante que parecía tener su propio ritmo. Los mercados callejeros ofrecían una gama de colores y aromas que invadían sus sentidos, aun dentro del vehículo, ya que tenía las ventanillas bajas, por pedido de la propia Mia, desde las especias exóticas hasta los puestos de comida callejera que exhibían delicias desconocidas para ella, y que pronto deseaba probar.Cada esquina de la ciudad contaba una historia. Los templos antiguos, con sus tejados curvados y decoraciones intrincadas, pare
Mia observo a un grupo de personas, vestidas de un amanera que para ella era rara, pero muy bella, eran casi las cinco de la tarde y el sol hacia brillar todo a su paso, y solo cuando vio las sonrisas y murmullos de los presentes, fue que comprendió que todos ellos eran la familia de Takashi.— Bienvenidos. — dijo un hombre mayor de larga cabellera rubia ya un poco platinada. — Mi nombre es Huang Zhao, y soy el papá de Takashi, me imagino que te hablo de mí. — por alguna razón, Mia vio cierta amenaza en esos ojos tan bellos, aunque no hacia ella, era más hacia Takashi.— Claro que sí, es un gusto conocerlo al fin. — dijo un poco nerviosa.— Papá. — saludo Takashi y procedió a inclinarse, por lo que Mia lo imito, causando la risilla de los presentes.— Es muy satisfactorio ver que tu futura esposa tiene voluntad para aprender. — las palabras de Huang no eran malas, ni mucho menos fueron dichas con doble intención, pero Mia no pudo manejar su rostro, que delato de inmediato su incomodida
Mia sentía que se desmayaría de un momento a otro, aun no era la esposa de Takashi, oficialmente, bueno, aunque eso sería una mentira, aun así, no creía que estaba metida en un lio como ese, ¿acaso se daría de golpes con Naoki? No, mejor dicho ¿recibiría una paliza de Naoki?— Alto, ¿Qué hacen? Ella es la hermana de Takashi, no pueden hacer esto. — dijo casi en grito la rubia al ver como una de las manitas sacaba una daga de una de las amplias mangas de su traje.— Ellas cumplen con su deber Mia. — intervino Akira, sin intenciones de moverse de su lugar y Mia comenzó a pensar que la familia de Takashi era aun mas rara que su familia.— Y tú has demostrado que serás apta para cumplir con el tuyo. — aseguro con voz profunda Naoki, y Mia la vio hacer una reverencia, que, aunque no comprendiera mucho la cultura de la familia Zhao, sabía muy bien que eso demostraba respeto, pues sería una parte fundamental de la boda que estaba a punto de comenzar.— ¿Qué? — susurro mientras veía a las man
Las manitas, en silencio, con sus gestos delicados y su devoción palpable, se aproximaron a Mia, cuyo cuerpo hablaba más que mil palabras. Con movimientos suaves y respetuosos, comenzaron el ritual de lavar su cuerpo, preparándolo para la boda, sintiendo en cada caricia la profundidad de las cicatrices que marcaban la piel de la mujer y tratando de adivinar el pasado de esta.Sus manos, entrenadas en el arte del cuidado, se deslizaron sobre las heridas que el tiempo había dejado. Cada una de ellas, sin preguntar ni juzgar, entendían que el dolor que había soportado Mia no era solo físico, sino también un eco de las batallas internas que había librado. Con una mezcla de ternura y reverencia, las manitas lavaron cada rincón de su cuerpo, como si al hacerlo pudieran limpiar también su alma.— No temas, señora, — susurró una de ellas, con voz calmada —. Estamos aquí para cuidarte.Los ojos de Mia se cerraron brevemente, permitiendo que las lágrimas que había contenido durante tanto tiempo
La procesión de la novia, era un desfile de ensueño, que se desplegaba ante los ojos de los presentes, como un tapiz de seda, decorando el reciente anochecer, Mia, estaba tan radiante como la luna, Haru era testigo de ellos, pues desde la seguridad del bosque seguía el recorrido que sus hermanos estaban dando, tenía una misión al igual que sus dos hermanas, estaban en alerta y el informar de ello a los varones de la familia, solo traería más problemas que soluciones, aun así, Harú veía más allá, del vestido rojo bordado en oro y jade.La mente de Harú, seguía mostrando a Mia, al desnudo, frente a ella, quien tuvo que usar toda su fuerza de voluntad, para hacer de cuenta que nada veía, que nada notaba, aunque… no era el caso. El torso de Mia era algo que no se podía ignorar, era un paisaje de sombras y luces, un territorio de dolor y resistencia, las cicatrices se entrelazaban como ramas de un árbol antiguo, mientras que las quemaduras parecían estrellas oscuras en un cielo nocturno. C
Takashi:Mientras espero en el altar, puedo sentir mi corazón latiendo con fuerza en mi pecho, me siento nervioso, como si estuviera a punto de saltar desde un precipicio sin saber qué hay abajo, pero no es miedo, es anticipación, es la sensación de que mi vida está a punto de cambiar para siempre, porque en el momento que Mia se convierta en mi esposa, ya no la dejare ir, formare mi propia familia, y tendremos al menos un tigre y una conejita, y seremos felices, por siempre, para siempre… dioses, ya me puse cursi, pero no lo puedo evitar.Y entonces, la veo. Mia, mi amor, mi razón de ser, ella camina hacia mí con una sonrisa radiante que logro distinguir a través del velo rojo, gracias a mi aguda vista, y puedo jurar sin temor a equivocarme que su rostro, debe estar tan rojo como un tomate maduro, y mi corazón casi se detiene, me siento como si estuviera viendo a una diosa, una criatura celestial que ha descendido a la tierra para estar conmigo.Su vestido es como de un rojo sang
Mia sentía sus manos sudadas, y su rostro emanaba calor de lo roja que estaba por solo saber que Takashi la estaba tomando de su mano, ¿Por qué debía sudar? Nunca le había sudado las manos, ¿Qué pensaría su jefe? Se repetía mientras caminaba a donde se celebraría la pequeña recepción, en medio de la naturaleza, que por lo que había podido observar Mia era lo que más abundaba en las villas Zhao.— ¿Estas nerviosa, Mia? — Mia casi bufa a la pregunta, de su jefe, pero solo pudo verlo, tan imponente como siempre.— Un poco. ¿Y tú? — rebatió aun viéndolo, pues creía que Takashi no la escucharía, ya que hablaban en susurros, y como él ya lo había dicho, su diferencia de tamaño era incluso algo cómico de ver, más se si hablan de esa forma, era complicado.— Lo mismo. — rebatió sonriendo, mientras se agachaba un poco más. — Pero no hay por qué́, estamos juntos en esto. — ¿Por qué le daba la sensación de que no estaba hablando de un matrimonio ficticio y de la mentira que esto causaba? No lo