Margarita y Lucca se miraron bajo la oscuridad del campo. Los árboles se sacudían sobre ellos y las estrellas iluminaban el cielo distante.
—¿Fuiste tú? —le preguntó él con el ceño apretado. Estaba furioso. Margarita asintió escondiendo la mirada. Estaba avergonzada—. Margarita, siempre confíe en ti, ¿por qué…? —titubeó—. ¿Por qué lo hiciste?
Margarita resopló con un nudo en la garganta. Le dolía mucho al punto al que habían llegado, pero no se guardó nada y se acercó a él para decirle la verdad.
—Porque estaba enojada —confesó avergonzada y se tocó los dedos con ansiedad—. Tus padres me prometieron el puesto de Gerente y cuando te lo diero
A la mañana siguiente, Margarita se despertó más tranquila de lo normal y se quedó tirada en la cama, mirando por la amplia ventana frente a ella. Lucca no estaba a su lado, pero eso no la inquieto ni preocupó, muy por el contrario, se mantuvo tranquila y paciente.En las afueras de su dormitorio privado, podía oírse una suave música que la relajaba todavía más; oyó la melodía conforme miró las copas de los árboles que se sacudían en el exterior.El viento de la costa le parecía revitalizante, y aprovechó de la energía que aquello le transmitió para salir de la cama y abrir la ventana. La brisa fresca entró con vigor. Margarita se cepilló el cabello con los dedos y se sentó en las afueras de la ventana, donde un pequeño bal
A Margarita se le apretó el pecho.—Usted no perdió su matrimonio —le dijo sincera y dulce—. Él la perdió a usted —susurró y se rieron hasta que Paula apareció por la puerta con una radiante sonrisa.—¡Amiga! —le gritó feliz y corrió para encontrarse con ella.Se abrazaron con cuidado y caminaron por la casa sin dejar de abrazarse una al a otra.Paula guio a su amiga hasta los exteriores del fundo, y cuando tuvieron privacidad, la mujer le reveló algo que comenzaba a preocuparse.—No quiero preocuparte ahora de que estarás fuera del país un par de semanas, pero estoy segura de que Kun debe regresar a China por sus hermanas y que July quiere ir con &e
Margarita se quedó embelesada desde el primer momento en el que Lucca habló en inglés. Que hablara en italiano ya la volvía loca, y descubrir que hablaba un tercer idioma de forma clara y perfecta, solo la llevó a suspirar hechizada. Durante el viaje en taxi, ella solo miró por la ventana, admirada del hermoso país que visitaban. La perra viajaba junto a ellos, en su jaula de transporte. Iba tranquila, olfateando todo con calma, pero con los ojos bien abiertos.Aunque el cielo era gris, el atardecer ya estaba cerca y una constante lluvia caía sobre ellos, a Margarita le encantó ese nuevo aire y tuvo enormes deseos de aprender el idioma y explorar nuevos rumbos.El taxi los llevó hasta el hotel en el que la madre de Lucca había hecho las reservas. Fueron rec
Tenía los ojos llorosos y caídos; su sonrisa apenas le transmitía alegría y estaba pálida.—Solo es rabia —murmuró él.—¿Rabia? —preguntó ella, embrollada.—Tengo rabia conmigo mismo, por haber sido ciego y tonto —respondió y se rio nervioso.Ella se rio también y sus músculos se relajaron sobre su cuerpo masculino.—Te entiendo —respondió ella y agregó—: me pasó igual. Pasé por todas las etapas, hasta que, al final, entendí que todo ese dolor de la separación era lo mejor para mí —reveló sincera y Lucca se sintió aliviado de que ella pudiera comprenderlo con tanta faci
Para Lucca, la cosa fue fácil. Encontró un traje de negocios elegante en la primera boutique a la que ingresó, pero la cosa no fue así para Margarita, quien sí encontró diversos vestidos que iban perfectos con su piel, su color de cabello y todo su cuerpo, pero que no terminaban de convencerla.Ella no anhelaba mostrar mucho, pues tampoco quería perder su esencia por un trozo de tela, y le tomó a lo menos tres horas dar con la prenda adecuada.Lucca fue paciente y muy considerado con ella; le entregó su espacio para que eligiera con calma y se llevó a la perra a pasear y a buscar un árbol para que hiciera sus necesidades. Aunque al hombre no le agradaba mucho la idea de limpiar los desechos de su mascota, pensó de forma positiva cuando recordó que Margarita y él planificaban una famili
Algunos farfulles fueron oídos por encima de la música y, si bien, ellos conversaban y planificaban alejarse hasta la barra, buscar algo para beber y mantener la calma hasta que la cena comenzara, una mujer adulta se acercó al identificarlos y les dio la bienvenida.—Bienvenidos, es un gusto tenerlos aquí —dijo la mujer y Lucca tomó su mano para ofrecerle un suave estrechón.—Muchas gracias —respondió Lucca en inglés. Margarita apenas pudo seguir su ritmo—. Le presento a mi socia y esposa, la señora…—¡La conozco! —exclamó la mujer, animosa y la miró con grandes ojos. Margarita notó su energía y se puso más tensa; se sintió peor cuando no pudo entender nada—. Hace algunas horas vi u
Lucca se sintió revitalizado cuando pudo seguir el ritmo de las palabras de todos los organizadores del prestigioso evento. No solo se sintió realizado en la parte laboral, sino también en la parte personal y romántica. Era la primera vez que se sentía así, tan completo que casi podía olvidarse de la enfermedad con la que le había tocado crecer.Margarita, por otro lado, se sentía exactamente igual que Lucca y, si bien, no decía palabra al respecto, pues le gustaba la intimidad y mantener su vida privada con discreción, su mirada brillante y llena de vida lo decía todo.Ella tocó la mano de Lucca con urgencia y se aferró a sus dedos con la misma energía que la recorría completa, conforme y a su alrededor, los organizadores del evento murmuraban y aclaraban sus dudas.<
La reunión privada no pudo extenderse por mucho más, la cena comenzaba, y cada participante debía tomar su lugar en las decenas de mesas decoradas que embellecían todo el salón.Lucca y Margarita compartieron junto a sus compatriotas y competencia directa: Santa Marta y Valdivieso y, para su mala suerte, tuvieron que tolerar una conversación desagradable por casi dos horas.Margarita fue muy prudente. Comió tranquila, sonriente y se enfocó en mirar a Lucca, quien se había convertido en su respaldo absoluto.Lidia nunca le quitó los ojos de encima, pero, por más que buscó su mirada para iniciar una charla despectiva e incómoda, Margarita nunca se prestó para su juego infantil y receloso.Pero no todo fue perfecto