Tenía los ojos llorosos y caídos; su sonrisa apenas le transmitía alegría y estaba pálida.
—Solo es rabia —murmuró él.
—¿Rabia? —preguntó ella, embrollada.
—Tengo rabia conmigo mismo, por haber sido ciego y tonto —respondió y se rio nervioso.
Ella se rio también y sus músculos se relajaron sobre su cuerpo masculino.
—Te entiendo —respondió ella y agregó—: me pasó igual. Pasé por todas las etapas, hasta que, al final, entendí que todo ese dolor de la separación era lo mejor para mí —reveló sincera y Lucca se sintió aliviado de que ella pudiera comprenderlo con tanta faci
Para Lucca, la cosa fue fácil. Encontró un traje de negocios elegante en la primera boutique a la que ingresó, pero la cosa no fue así para Margarita, quien sí encontró diversos vestidos que iban perfectos con su piel, su color de cabello y todo su cuerpo, pero que no terminaban de convencerla.Ella no anhelaba mostrar mucho, pues tampoco quería perder su esencia por un trozo de tela, y le tomó a lo menos tres horas dar con la prenda adecuada.Lucca fue paciente y muy considerado con ella; le entregó su espacio para que eligiera con calma y se llevó a la perra a pasear y a buscar un árbol para que hiciera sus necesidades. Aunque al hombre no le agradaba mucho la idea de limpiar los desechos de su mascota, pensó de forma positiva cuando recordó que Margarita y él planificaban una famili
Algunos farfulles fueron oídos por encima de la música y, si bien, ellos conversaban y planificaban alejarse hasta la barra, buscar algo para beber y mantener la calma hasta que la cena comenzara, una mujer adulta se acercó al identificarlos y les dio la bienvenida.—Bienvenidos, es un gusto tenerlos aquí —dijo la mujer y Lucca tomó su mano para ofrecerle un suave estrechón.—Muchas gracias —respondió Lucca en inglés. Margarita apenas pudo seguir su ritmo—. Le presento a mi socia y esposa, la señora…—¡La conozco! —exclamó la mujer, animosa y la miró con grandes ojos. Margarita notó su energía y se puso más tensa; se sintió peor cuando no pudo entender nada—. Hace algunas horas vi u
Lucca se sintió revitalizado cuando pudo seguir el ritmo de las palabras de todos los organizadores del prestigioso evento. No solo se sintió realizado en la parte laboral, sino también en la parte personal y romántica. Era la primera vez que se sentía así, tan completo que casi podía olvidarse de la enfermedad con la que le había tocado crecer.Margarita, por otro lado, se sentía exactamente igual que Lucca y, si bien, no decía palabra al respecto, pues le gustaba la intimidad y mantener su vida privada con discreción, su mirada brillante y llena de vida lo decía todo.Ella tocó la mano de Lucca con urgencia y se aferró a sus dedos con la misma energía que la recorría completa, conforme y a su alrededor, los organizadores del evento murmuraban y aclaraban sus dudas.<
La reunión privada no pudo extenderse por mucho más, la cena comenzaba, y cada participante debía tomar su lugar en las decenas de mesas decoradas que embellecían todo el salón.Lucca y Margarita compartieron junto a sus compatriotas y competencia directa: Santa Marta y Valdivieso y, para su mala suerte, tuvieron que tolerar una conversación desagradable por casi dos horas.Margarita fue muy prudente. Comió tranquila, sonriente y se enfocó en mirar a Lucca, quien se había convertido en su respaldo absoluto.Lidia nunca le quitó los ojos de encima, pero, por más que buscó su mirada para iniciar una charla despectiva e incómoda, Margarita nunca se prestó para su juego infantil y receloso.Pero no todo fue perfecto
Lucca y Margarita regresaron a la fiesta cogidos de las manos, sonrientes y, no obstante, estaban preparados para reincorporarse en su mesa y con las personas que habían compartido toda la noche, los organizadores del evento se alegraron con su regreso y no dudaron en acercarse a ellos para continuar con la charla ágil que habían tenido antes.Margarita dejó la inseguridad de lado.Al principio, había dudado en aceptar la oferta laboral que los organizadores del evento habían propuesto para ellos, pero no podía dejar atrás ofertas tan fuertes por culpa de sus miedos.Se mostró campante después de la cena, conforme el lugar se dispuso para un baile final y ella no dudó en llevar a su esposo hasta la pista de baile.Si bien, le antojab
—Tendremos que aplazar un poco mi engordamiento —bromeó ella y se acercó con paso infantil—. Vamos a ir a muchas catas este año, amorcito, y no puedo beber vino si… ya tú sabes.—Entiendo, entiendo —respondió él y la recibió entre sus brazos cuando ella se lanzó a su cuerpo masculino—. Papá, aún estás a tiempo de cambiar las cosas.El hombre escuchó las palabras seguras de su hijo con los ojos abiertos de par en par y una sensación nueva recorrió cada esquina de su cuerpo.—¿Lo estoy? —preguntó aún avergonzado.—Sí, suegro, aun lo está —interfirió Margarita—, pero no con su esposa, ella reto
Regresaron al hotel a toda marcha, cuando recordaron que no estaban solos y una cachorrita enamorada les esperaba.Si bien, esperaban encontrar caos en cada esquina de ese lujoso cuarto, las almohadas despedazadas y orina por doquier, encontraron a Dulce Bella Princesa Leia dormida, junto a la ventana y encima de una de las sudaderas de Lucca.En cuanto cerraron la puerta de su habitación, la cachorrita despertó y se lanzó al suelo con toda su energía. Lucca se rio brioso al verla tan feliz y la levantó entre sus brazos.La pareja se miró con una mueca de regocijo al ver que la mascota se había comportado con educación.—Pediré el desayuno —dijo Margarita, con una sonrisa radiante entre sus labios y observó una vez más es
Caminaron los tres hacia los jardines abiertos, donde el segundo día del evento se desarrollaría. No tardaron en encontrarse con los organizadores, con los mismos que habían conversado la noche anterior y, si bien, por algunos minutos, Margarita había creído que todo se había tratado de un hermoso sueño, era real.—Los estábamos esperando —dijo la mujer al verlos y se acercó para besarlos en la mejilla—. Ya tenemos una copia del contrato —explicó y Lucca le miró con grandes ojos—. Pueden revisarlo mientras están aquí y podemos reunirnos en un par de días, cuando estén seguros para firmar.—Muchas gracias —dijo Lucca con una sonrisa y le explicó los hechos a Margarita, quien inhaló con urgencia.
Último capítulo