La reunión privada no pudo extenderse por mucho más, la cena comenzaba, y cada participante debía tomar su lugar en las decenas de mesas decoradas que embellecían todo el salón.
Lucca y Margarita compartieron junto a sus compatriotas y competencia directa: Santa Marta y Valdivieso y, para su mala suerte, tuvieron que tolerar una conversación desagradable por casi dos horas.
Margarita fue muy prudente. Comió tranquila, sonriente y se enfocó en mirar a Lucca, quien se había convertido en su respaldo absoluto.
Lidia nunca le quitó los ojos de encima, pero, por más que buscó su mirada para iniciar una charla despectiva e incómoda, Margarita nunca se prestó para su juego infantil y receloso.
Pero no todo fue perfecto
Lucca y Margarita regresaron a la fiesta cogidos de las manos, sonrientes y, no obstante, estaban preparados para reincorporarse en su mesa y con las personas que habían compartido toda la noche, los organizadores del evento se alegraron con su regreso y no dudaron en acercarse a ellos para continuar con la charla ágil que habían tenido antes.Margarita dejó la inseguridad de lado.Al principio, había dudado en aceptar la oferta laboral que los organizadores del evento habían propuesto para ellos, pero no podía dejar atrás ofertas tan fuertes por culpa de sus miedos.Se mostró campante después de la cena, conforme el lugar se dispuso para un baile final y ella no dudó en llevar a su esposo hasta la pista de baile.Si bien, le antojab
—Tendremos que aplazar un poco mi engordamiento —bromeó ella y se acercó con paso infantil—. Vamos a ir a muchas catas este año, amorcito, y no puedo beber vino si… ya tú sabes.—Entiendo, entiendo —respondió él y la recibió entre sus brazos cuando ella se lanzó a su cuerpo masculino—. Papá, aún estás a tiempo de cambiar las cosas.El hombre escuchó las palabras seguras de su hijo con los ojos abiertos de par en par y una sensación nueva recorrió cada esquina de su cuerpo.—¿Lo estoy? —preguntó aún avergonzado.—Sí, suegro, aun lo está —interfirió Margarita—, pero no con su esposa, ella reto
Regresaron al hotel a toda marcha, cuando recordaron que no estaban solos y una cachorrita enamorada les esperaba.Si bien, esperaban encontrar caos en cada esquina de ese lujoso cuarto, las almohadas despedazadas y orina por doquier, encontraron a Dulce Bella Princesa Leia dormida, junto a la ventana y encima de una de las sudaderas de Lucca.En cuanto cerraron la puerta de su habitación, la cachorrita despertó y se lanzó al suelo con toda su energía. Lucca se rio brioso al verla tan feliz y la levantó entre sus brazos.La pareja se miró con una mueca de regocijo al ver que la mascota se había comportado con educación.—Pediré el desayuno —dijo Margarita, con una sonrisa radiante entre sus labios y observó una vez más es
Caminaron los tres hacia los jardines abiertos, donde el segundo día del evento se desarrollaría. No tardaron en encontrarse con los organizadores, con los mismos que habían conversado la noche anterior y, si bien, por algunos minutos, Margarita había creído que todo se había tratado de un hermoso sueño, era real.—Los estábamos esperando —dijo la mujer al verlos y se acercó para besarlos en la mejilla—. Ya tenemos una copia del contrato —explicó y Lucca le miró con grandes ojos—. Pueden revisarlo mientras están aquí y podemos reunirnos en un par de días, cuando estén seguros para firmar.—Muchas gracias —dijo Lucca con una sonrisa y le explicó los hechos a Margarita, quien inhaló con urgencia.
Lucca y Margarita se reunieron después de un extraño momento con la seguridad del evento y la problemática heredera de Valdivieso, pero como siempre hacían, actuaron con normalidad y se olvidaron de los problemas pasados con prisa, dejando atrás el mal encuentro y regresando a la realidad.El viñedo al que representaban había sido seleccionado como finalista y, si bien, creían que habían vivido una tarde cargada de tensión, lo mejor estaba por venir.—¿Todo bien con Lidia? —preguntó Lucca en cuanto lograron encontrar un lugar calmo para hablar.El bullicio de los competidores, la música y el conductor del evento apenas les permitían oír sus propios pensamientos.Margarita le miró a la cara y emparejó las piernas para sentar a la perra sobre su regazo. Le acarició el pelaje suave con la punta de los dedos.—Sí, todo bien —dijo ella y probó uno de los espumeantes de Valdivieso con curiosidad—. Creo que no volverá a molestar nunca más —agregó después, segura de lo que había visto en los
Ochenta y siete puntos obtuvieron Santa Marta con su espumante de método charmat , Rosé Royal. Lucca se adelantó y se acercó al escenario para aplaudir a su padre de pie y orgulloso de su logro. Aunque sus caminos se habían separado por diferencias familiares, románticas e incluso económicas, Lucca aun le respetaba como Gerente General y, él, mejor que nadie, conocía los esfuerzos que había realizado para llegar hasta allí.El hombre tuvo dos minutos para expresar unas palabras. Él no había preparado nada, pues había perdido las esperanzas en el mismo segundo en que había visto a su esposa salir por la puerta de su casa. Ella era la líder, la del buen paladar, la que tenía el sabor del vino grabado en la sangre. Era como Margarita.—Le agradezco a mi esposa y a mi hijo, Lucca, ellos fueron mi inspiración cada día para crear todo esto y para no rendirme —dijo el hombre, con los ojos llenos de lágrimas. A Margarita le fue imposible contenerse y soltó el llanto pese a todos los ojos curi
En el amanecer, la familia se despidió y sus caminos se dividieron otra vez, aunque no por mucho tiempo.El padre de Lucca regresó al hotel en el que se hospedaba y la feliz pareja de casados decidió quitarse los zapatos y caminar por la orilla de la playa. Lucca llevó los zapatos de los dos y Margarita cargó a Dulce Bella Princesa Leia entre sus brazos. A esa hora de la mañana, la cachorrita quería dormir y descansar, pero no desaprovechó del momento para sentir la brisa fresca de la playa.La arena estaba fría, pero eso no les importó y caminaron por la orilla conforme conversaron sobre lo acontecido. No querían que ese premio y reconocimiento, les hiciera sacar los pies de la tierra. Ellos querían conservarlo todo, incluso la humildad que los había caracterizado desde el día uno.
—Ya te dijo tu hermoso segundo nombre —interrumpió Margarita, conociendo la furia de su madre.Julieta se rio con amargura.—La perra está bien, madre, y ya deberías saber que, no hay nada bueno o malo, el pensamiento lo hace así —dijo Julieta, citando a su amado Shakespeare—, si tú piensas que un pene de juguete es malo, todos creerán lo mismo. Si tu piensas que un pene de juguete es bueno…—¡Julieta Alberta! —regañó la mujer y las hermanas Ossandón se rieron con tantas ganas que incluso Lucca se sintió atraído por la discusión. Lucca se acercó a la cama, donde la joven hablaba por teléfono y se arrodilló a su lado, con el ceñ