En el amanecer, la familia se despidió y sus caminos se dividieron otra vez, aunque no por mucho tiempo.El padre de Lucca regresó al hotel en el que se hospedaba y la feliz pareja de casados decidió quitarse los zapatos y caminar por la orilla de la playa. Lucca llevó los zapatos de los dos y Margarita cargó a Dulce Bella Princesa Leia entre sus brazos. A esa hora de la mañana, la cachorrita quería dormir y descansar, pero no desaprovechó del momento para sentir la brisa fresca de la playa.La arena estaba fría, pero eso no les importó y caminaron por la orilla conforme conversaron sobre lo acontecido. No querían que ese premio y reconocimiento, les hiciera sacar los pies de la tierra. Ellos querían conservarlo todo, incluso la humildad que los había caracterizado desde el día uno.
—Ya te dijo tu hermoso segundo nombre —interrumpió Margarita, conociendo la furia de su madre.Julieta se rio con amargura.—La perra está bien, madre, y ya deberías saber que, no hay nada bueno o malo, el pensamiento lo hace así —dijo Julieta, citando a su amado Shakespeare—, si tú piensas que un pene de juguete es malo, todos creerán lo mismo. Si tu piensas que un pene de juguete es bueno…—¡Julieta Alberta! —regañó la mujer y las hermanas Ossandón se rieron con tantas ganas que incluso Lucca se sintió atraído por la discusión. Lucca se acercó a la cama, donde la joven hablaba por teléfono y se arrodilló a su lado, con el ceñ
Ella sabía que estaba allí gracias a su hermana mayor, esa que siempre la había cuidado, protegido y amado; uno de sus sueños más grandes se cumplía gracias a ella y Julieta no podía sentirse más agradecida.—Mi señor descansa aquí, en esta paz —dijo la joven e inhaló fuerte cuando su hermana tomó su mano y la invitó a caminar hacia el interior de la iglesia.Para mantenerla tranquila, pues la joven estudiante quería llorar y recitar en honor a su ídolo, Margarita abrió su mochila y tomó uno de los viejos y gastados libros de Shakespeare, uno de los favoritos de Julieta y que, Margarita había puesto en su maleta el primer día.—Durante la época en que el señor Escala gobernaba a
Tras despedirse de su familia, Margarita se entregó por completo a Lucca, quien le ofreció una hermosa luna de miel en la elegante y apasionada Inglaterra. Tuvieron diez días de romance emocionante y atardeceres cálidos.Cenaron a la luz de las velas, navegaron a la medianoche, fueron de pesca, de excursión y aventuras. Descubrieron que, no solo eran buenos en la cama y cuando de comprensión se trataba, sino que también eran compañeros de aventura y de vida.Días antes de regresar a Chile, visitaron también una de las bodegas más importantes de producción de vino del país. Margarita deseaba recorrer ese antiguo lugar y aprender un poco más de ellos.Al final, su viñedo continuaba en pañales y sabían que podía ofrecer cosa
Ella carraspeó y miró los documentos que tenía sobre el escritorio. Revolvió todo, incluso lo que tenía entre sus manos. No podía negar que estaba nerviosa, pero al ver los rostros de sus amigos, se relajó al entender que, estaba en confianza.—Bueno, el viaje fue muy provechoso y, no solo aprendimos de otros viñedos, sino que también conseguimos el oro y reconocimiento mundial —dijo Margarita, con seguridad y firmeza. Paula, quien estaba muy comprometida con el trabajo del viñedo, aplaudió feliz—. Creo que debemos empezar la producción con las etiquetas que el Decanter nos ha entregado y usar este reconocimiento para levantar las ventas. La publicidad ayudaría mucho.—Paula, ¿cómo progresan las cepas de Airen? —preguntó Lucca, inter
El lunes en la mañana, Margarita organizó su nueva casa y llevó a la perra de su marido al veterinario y a la peluquería canina.Cuando regresaba a casa, en la camioneta de Lucca, sus ojos se encontraron con un nuevo instituto que impartía idiomas. Margarita aparcó al frente del edificio renovado y miró los carteles con grandes ojos.Los primeros minutos estuvo en silencio, conforme trataba de tomar una decisión. Estaba confundida, pues no sabía sí sería capaz de aprender el idioma con tanta facilidad, pero luego recordó que debía responder ante los ingleses y que, si quería llegar lejos en el mundo del vino y las cepas especiales, debía conocer otros idiomas.Se armó de valor, agarró a la perra, su cartera y se bajó de l
Cuando se perdieron entremedio de los viñedos, donde el aroma de las uvas frescas los embelesaba con su dulzura, su padre le reveló sus verdaderas intenciones para ese primer día de celebración.—Quiero proponerle matrimonio a tu madre… otra vez —afirmó nervioso. Lucca le miró de reojo y no dijo nada. Solo acarició una hoja verde con la yema de los dedos—. ¿Crees que acepte? —preguntó—. Sé que lo arruiné todo, pero podemos volver a empezar, yo sé que…—Papá… —interrumpió Lucca—. Viejo, no puedo mentirte, lo siento —expresó—, yo no sé lo que piensa ni siente la mamá, así que tendrás que averiguarlo tu mismo —le dijo seguro y su padre le miró con los ojos vidri
Se sentaron en la mesa y los miraron sonrientes.—¿Y los enanos? —preguntó Margarita, refiriéndose a sus vivarachos hermanos menores.—La vecina va a cuidarlos —dijo su padre y olió su copa con vino.—¿Y se han divertido? —preguntó Lucca y los padres de su esposa le miraron con los ojos brillantes.—Claro que sí, hijo —dijo su suegra—. Ha sido maravilloso. Todo me ha robado muchas lágrimas y me ha regresado hermosos recuerdos. Muchas gracias.—No tiene que agradecer —respondió Lucca y Margarita le miró con enamoramiento—. Solo quería que el pueblo recuperara esta tradición, que Margarita pudiera tener otra fiesta de la