Pasado pisado

A la mañana siguiente, Margarita se despertó más tranquila de lo normal y se quedó tirada en la cama, mirando por la amplia ventana frente a ella. Lucca no estaba a su lado, pero eso no la inquieto ni preocupó, muy por el contrario, se mantuvo tranquila y paciente.

En las afueras de su dormitorio privado, podía oírse una suave música que la relajaba todavía más; oyó la melodía conforme miró las copas de los árboles que se sacudían en el exterior.

El viento de la costa le parecía revitalizante, y aprovechó de la energía que aquello le transmitió para salir de la cama y abrir la ventana. La brisa fresca entró con vigor. Margarita se cepilló el cabello con los dedos y se sentó en las afueras de la ventana, donde un pequeño bal

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