Nathan y Gabriel entraron a la casa con Rex, el perro estaba eufórico por haberse mojado con la lluvia y por volver a casa por lo que arrastró a su dueño por el salón antes de que pudiera quitarle la correa.—Tranquiló, Rex —dijo Gabriel riendo —. Mamá llegamos, ven a ver a Rex —gritó el pequeño a las escaleras.El bullicio atrajo a sus abuelos hacia el salón.—¡Mamá, papá! ¿Qué hacen aquí? —preguntó Nathan sorprendido.—¡Abuelos! —gritó Gabriel corriendo a refugiarse en los brazos de su abuela mientras Rex se acercó a ellos dando saltos eufóricos.—Sam nos llamó para contarnos lo sucedido, Nathaniel, no podíamos creerlo —dijo Greg acercándose a su hijo para susurrarle la respuesta. No quería que Gabriel lo oyera.—No sé lo que les dijo Sam, papá, sin embargo, estoy seguro de que la mayoría es mentira. ¿Dónde está Bárbara? —preguntó Nathan mirando a su hijo que estaba entretenido hablando con su abuela.—La echamos, no creerás...—¿Cómo que la echaron?—Sí, le pedimos que se fuera, Na
Bárbara se miró al espejo y se sintió como una princesa. Llevaba un hermoso vestido de novia con encaje, de color marfil, con un escote de hombros caídos que resaltaba su busto y su cintura. La falda era amplia y vaporosa, con varias capas de tul y organza adornada con pequeñas florecitas de color lila que se prolongaban hasta una cola larga y elegante, que arrastraba por el suelo. Llevaba su cabello recogido en un moño alto, adornado con una tiara de cristales. Su rostro estaba maquillado con tonos suaves y naturales, que resaltaban sus ojos verdes y sus labios rosados. En sus manos llevaba un ramo de rosas blancas y lilas, que combinaban con el color de su vestido. Bárbara se sentía feliz y nerviosa a la vez. Estaba a punto de casarse con Nathan, el amor de su vida, y de formar una familia con él y con Gabriel, su hijo. Había pasado por muchas dificultades para llegar hasta ese momento, pero al fin había logrado superarlas. —Estás preciosa, Bárbara. Nathan va a quedarse sin aliento
Bárbara se levantó de la cama con pesadez, una sonrisa asomó a su rostro cuando acarició su voluminoso vientre de embarazada. Tenía treinta y nueve semanas de embarazo, sabía que estaba próxima a dar a luz.Nueve meses habían pasado desde que se fue de luna de miel a Las Bahamas, su hija había sido concebida en ese maravilloso lugar donde cada noche se amaron con una pasión ardiente que la volvía loca.Bárbara se sentía plena y bendecida por tener la familia que siempre había soñado, nunca pensó que se podía ser tan feliz.Se dirigió al baño para darse una ducha y prepararse para el día, de pronto, sintió un líquido caliente que le bajaba por las piernas. Se miró y vio que había roto fuente. Su bebé estaba por nacer. Se sorprendió y se emocionó al mismo tiempo. Estaba a punto de llamar a Nathan cuando este entró en la habitación para decirle algo.—Bárbara, amor, acabo de hablar con Ethan. Ava está teniendo a su bebé en este momento. Está en el hospital y nos pide que vayamos a verla
Ava Miller tenía las manos esposadas a la mesa de la sala de interrogatorio de la estación de policía local cuando de nuevo, un dolor atravesó su vientre de ocho meses de embarazada.Gritó sin intentar controlarse, llevaba horas en esa situación sin que nadie apareciera. Se levantó intentando aliviar un poco la presión que sentía en su zona íntima. Estaba desesperada pensando que su bebé saldría en cualquier momento y caería al piso sin que ella pudiera hacer nada. Trató de ponerse en cuclillas para facilitar el parto y que la bebé que estaba por nacer no se golpeara al salir, pero las cadenas de sus esposas eran cortas y no le permitieron tomar esa posición.Los policías que la arrestaron la dejaron sola y esposada en esa sala de interrogatorios cuándo ella se negó a responder sus preguntas sin la presencia de su abogado.Antes de que se marcharan, Ava les pidió ir al baño, sin saber que debido a la impresión de su arresto su parto se había adelantado. Los policías ignoraron su pe
Dos años después.El sol se ocultaba lentamente en el horizonte cuando un coche negro se estacionó frente a la imponente mansión de Ethan Anderson.―Sabes que no estoy de acuerdo con esto, Ava.―Lo sé, Jonathan, pero no tengo otra opción. Por favor, vete, no sé cuánto tardaré y no quiero hacerte esperar. Gracias por el aventón.Jonathan Harris arrancó el coche con frustración, sabia lo terca que era Ava y que no había nada que él pudiera hacer para que cambiara de opinión cuando se le metía algo en la cabeza.El corazón de Ava latía con fuerza en el pecho mientras apretaba sus manos en puños, preparándose para lo que estaba por venir. Sabía que esta reunión sería crucial para su futuro y el de su pequeña hija.Con mano temblorosa alisó su vestido, gracias a Emma había podido recuperar parte de sus pertenencias. Samuel había ordenado echar a la basura todo lo que carecía de valor para él, entre eso su ropa y sus recuerdos. Su antigua ama de llaves con ayuda de algunas de las doncellas,
―Por supuesto este matrimonio sería temporal mientras recuperamos tu compañía, te quedas embarazada y tienes a mi hijo para que puedas cederle las acciones. Después de esas tres condiciones nos divorciaremos.Ava se quedó atónita ante la propuesta de Ethan. El corazón le latía con fuerza y su mente estaba en un torbellino de emociones. Casarse con él, darle un hijo y cederle las acciones a su bebé era una idea que nunca había imaginado. Sin embargo, sabía que en ese momento no tenía muchas opciones.Después de la traición de Samuel y lo que había pasado en los últimos dos años, había aprendido a desconfiar de las personas, pero también comprendió que no podía enfrentar a Samuel sola. Necesitaba aliados, y Ethan parecía ser uno de los pocos dispuestos a escucharla.―¿Cómo sé que no me quitaras a mi hijo y destruirás la compañía de mi padre? ―preguntó Ava, su mente le gritaba que saliera de allí, pero se obligó a permanecer en calma, sabía que debía evaluar sus opciones.―Un niño siempr
Ethan no contestó de inmediato, entró al salón que se vio empequeñecido con su imponente presencia, se paró en medio del lugar antes de girar para mirarla.―Eso mismo quiero saber yo, Ava, pero por el momento quiero que recojas tus cosas, te mudarás a mi casa esta misma noche.―Me mudaré contigo cuando nos casemos, Ethan, no antes.―No te estoy pidiendo que compartas mi cama, Ava, por lo menos hasta que nos casemos y tengamos que engendran a tu heredero, pero no dejaré que la prensa se entere donde vives, no hará ningún bien a nuestros planes.Ava sabía que él tenía razón, pero aún no estaba preparada para ir a vivir con él, pero sabía que no tenía opción por el momento debía someter su voluntad a la de Ethan.―Está bien, déjame empacar mis cosas.Ethan asintió con la cabeza antes de verla desaparecer en la habitación. Dio varios pasos por el salón tratando de encontrar alguna pista sobre la personalidad de Ava, un libro, fotografías o algún pasatiempo, pero el lugar era absolutamente
Cuando Ava y Ethan llegaron al despacho de abogados se encontraron que Harris los estaba esperando. Después de las presentaciones, entraron a la ofician donde firmarían el acuerdo para discutir las cláusulas.―Después de haber tenido la noche para pensar, ¿aún crees que esto es lo que más te conviene, Ava? ―preguntó Jonathan con su semblante serio y mirándola a los ojos.Ethan levantó una ceja, pero se mantuvo callado, era Ava la que debería responder esa pregunta.―Sí, Jonathan, es mi mejor oportunidad.―Respeto tu decisión, Ava ―afirmó su abogado con un suspiro resignado ―. Ahora, si el acuerdo prenupcial está listo me gustaría revisarlo antes de la firma, por favor.El abogado de Ethan puso el documento en sus manos y él comenzó a leer.―Es un acuerdo muy favorable, Ava, puedes firmarlo.Ava y Ethan firmaron los documentos y Harris se levantó para despedirse.―Llámame si necesitas algo ―dijo Jonathan a Ava antes de girarse hacia Ethan ―. Y tú cuídala mucho, señor Anderson, que esta