A la mañana siguiente cuando Gabriel entró a la cocina se encontró a sus padres sonriendo mientras preparaban el desayuno. Estaban muy felices y enamorados, y querían compartir su alegría con su hijo Gabriel, que era lo más importante para ellos.—Buenos días, mi amor, ¿Cómo dormiste? —preguntó Bárbara besando la cabeza de su hijo.—Bien, mamá. ¿hoy a dónde vamos? —preguntó el niño, le gustaba salir todos los días con su mamá.—Gabriel, tengo algo que contarte —dijo Nathan ansioso por dar la noticia.Gabriel miró a su padre con atención, no llevaba el traje que usaba para ir a trabajar si no que estaba un poco más casual. Pensó que quizás se hubiera tomado el día libre para salir con su mamá y con él. Ojalá hicieran una excursión los tres juntos, le gustaría ir de nuevo al museo de Historia Natural, estaba seguro de que se divertirían mucho allí.—Anoche le pedí a tu madre que se casara conmigo y ella aceptó.Gabriel se quedó sin habla, mirando a sus padres con asombro, al ver la sonr
—¿De veras quieres dar una entrevista a la prensa y dejarla entrar a tu casa y a tu vida? —le preguntó Ava a Bárbara.Estaban sentadas en el salón de la casa de Nathan tomando un café, Ava había acudido al lugar cuando Bárbara, echa una fiera, la llamó para contarle lo sucedido con Sam.—No, no quiero, pero tampoco me quiero quedar callada. Sufrí mucho al creer a mi hijo muerto para que esta maldita mujer venga a decir que lo abandoné —contestó Bárbara con rabia.—Creo que no es el momento adecuado para tomar decisiones, deja enfriar tu rabia y piensa bien lo que vas a hacer. A pesar de todo lo que me pasó nunca hablé con la prensa porque creo que lo que buscan es titulares amarillistas que vendan, ninguno se interesa por ti. Y yo no quise que se lucraran con mi dolor.Bárbara detuvo su andar por el salón y se sentó al lado de su hermana.—Nunca lo había visto desde ese punto de vista, tienes razón, dejaré pasar un tiempo antes de decidir qué hacer, quizás es lo que Sam quiere, que yo
Nathan y Gabriel entraron a la casa con Rex, el perro estaba eufórico por haberse mojado con la lluvia y por volver a casa por lo que arrastró a su dueño por el salón antes de que pudiera quitarle la correa.—Tranquiló, Rex —dijo Gabriel riendo —. Mamá llegamos, ven a ver a Rex —gritó el pequeño a las escaleras.El bullicio atrajo a sus abuelos hacia el salón.—¡Mamá, papá! ¿Qué hacen aquí? —preguntó Nathan sorprendido.—¡Abuelos! —gritó Gabriel corriendo a refugiarse en los brazos de su abuela mientras Rex se acercó a ellos dando saltos eufóricos.—Sam nos llamó para contarnos lo sucedido, Nathaniel, no podíamos creerlo —dijo Greg acercándose a su hijo para susurrarle la respuesta. No quería que Gabriel lo oyera.—No sé lo que les dijo Sam, papá, sin embargo, estoy seguro de que la mayoría es mentira. ¿Dónde está Bárbara? —preguntó Nathan mirando a su hijo que estaba entretenido hablando con su abuela.—La echamos, no creerás...—¿Cómo que la echaron?—Sí, le pedimos que se fuera, Na
Bárbara se miró al espejo y se sintió como una princesa. Llevaba un hermoso vestido de novia con encaje, de color marfil, con un escote de hombros caídos que resaltaba su busto y su cintura. La falda era amplia y vaporosa, con varias capas de tul y organza adornada con pequeñas florecitas de color lila que se prolongaban hasta una cola larga y elegante, que arrastraba por el suelo. Llevaba su cabello recogido en un moño alto, adornado con una tiara de cristales. Su rostro estaba maquillado con tonos suaves y naturales, que resaltaban sus ojos verdes y sus labios rosados. En sus manos llevaba un ramo de rosas blancas y lilas, que combinaban con el color de su vestido. Bárbara se sentía feliz y nerviosa a la vez. Estaba a punto de casarse con Nathan, el amor de su vida, y de formar una familia con él y con Gabriel, su hijo. Había pasado por muchas dificultades para llegar hasta ese momento, pero al fin había logrado superarlas. —Estás preciosa, Bárbara. Nathan va a quedarse sin aliento
Bárbara se levantó de la cama con pesadez, una sonrisa asomó a su rostro cuando acarició su voluminoso vientre de embarazada. Tenía treinta y nueve semanas de embarazo, sabía que estaba próxima a dar a luz.Nueve meses habían pasado desde que se fue de luna de miel a Las Bahamas, su hija había sido concebida en ese maravilloso lugar donde cada noche se amaron con una pasión ardiente que la volvía loca.Bárbara se sentía plena y bendecida por tener la familia que siempre había soñado, nunca pensó que se podía ser tan feliz.Se dirigió al baño para darse una ducha y prepararse para el día, de pronto, sintió un líquido caliente que le bajaba por las piernas. Se miró y vio que había roto fuente. Su bebé estaba por nacer. Se sorprendió y se emocionó al mismo tiempo. Estaba a punto de llamar a Nathan cuando este entró en la habitación para decirle algo.—Bárbara, amor, acabo de hablar con Ethan. Ava está teniendo a su bebé en este momento. Está en el hospital y nos pide que vayamos a verla
Ava Miller tenía las manos esposadas a la mesa de la sala de interrogatorio de la estación de policía local cuando de nuevo, un dolor atravesó su vientre de ocho meses de embarazada.Gritó sin intentar controlarse, llevaba horas en esa situación sin que nadie apareciera. Se levantó intentando aliviar un poco la presión que sentía en su zona íntima. Estaba desesperada pensando que su bebé saldría en cualquier momento y caería al piso sin que ella pudiera hacer nada. Trató de ponerse en cuclillas para facilitar el parto y que la bebé que estaba por nacer no se golpeara al salir, pero las cadenas de sus esposas eran cortas y no le permitieron tomar esa posición.Los policías que la arrestaron la dejaron sola y esposada en esa sala de interrogatorios cuándo ella se negó a responder sus preguntas sin la presencia de su abogado.Antes de que se marcharan, Ava les pidió ir al baño, sin saber que debido a la impresión de su arresto su parto se había adelantado. Los policías ignoraron su pe
Dos años después.El sol se ocultaba lentamente en el horizonte cuando un coche negro se estacionó frente a la imponente mansión de Ethan Anderson.―Sabes que no estoy de acuerdo con esto, Ava.―Lo sé, Jonathan, pero no tengo otra opción. Por favor, vete, no sé cuánto tardaré y no quiero hacerte esperar. Gracias por el aventón.Jonathan Harris arrancó el coche con frustración, sabia lo terca que era Ava y que no había nada que él pudiera hacer para que cambiara de opinión cuando se le metía algo en la cabeza.El corazón de Ava latía con fuerza en el pecho mientras apretaba sus manos en puños, preparándose para lo que estaba por venir. Sabía que esta reunión sería crucial para su futuro y el de su pequeña hija.Con mano temblorosa alisó su vestido, gracias a Emma había podido recuperar parte de sus pertenencias. Samuel había ordenado echar a la basura todo lo que carecía de valor para él, entre eso su ropa y sus recuerdos. Su antigua ama de llaves con ayuda de algunas de las doncellas,
―Por supuesto este matrimonio sería temporal mientras recuperamos tu compañía, te quedas embarazada y tienes a mi hijo para que puedas cederle las acciones. Después de esas tres condiciones nos divorciaremos.Ava se quedó atónita ante la propuesta de Ethan. El corazón le latía con fuerza y su mente estaba en un torbellino de emociones. Casarse con él, darle un hijo y cederle las acciones a su bebé era una idea que nunca había imaginado. Sin embargo, sabía que en ese momento no tenía muchas opciones.Después de la traición de Samuel y lo que había pasado en los últimos dos años, había aprendido a desconfiar de las personas, pero también comprendió que no podía enfrentar a Samuel sola. Necesitaba aliados, y Ethan parecía ser uno de los pocos dispuestos a escucharla.―¿Cómo sé que no me quitaras a mi hijo y destruirás la compañía de mi padre? ―preguntó Ava, su mente le gritaba que saliera de allí, pero se obligó a permanecer en calma, sabía que debía evaluar sus opciones.―Un niño siempr