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Capítulo 3. La propuesta de Ethan

―Por supuesto este matrimonio sería temporal mientras recuperamos tu compañía, te quedas embarazada y tienes a mi hijo para que puedas cederle las acciones. Después de esas tres condiciones nos divorciaremos.

Ava se quedó atónita ante la propuesta de Ethan. El corazón le latía con fuerza y su mente estaba en un torbellino de emociones. Casarse con él, darle un hijo y cederle las acciones a su bebé era una idea que nunca había imaginado. Sin embargo, sabía que en ese momento no tenía muchas opciones.

Después de la traición de Samuel y lo que había pasado en los últimos dos años, había aprendido a desconfiar de las personas, pero también comprendió que no podía enfrentar a Samuel sola. Necesitaba aliados, y Ethan parecía ser uno de los pocos dispuestos a escucharla.

―¿Cómo sé que no me quitaras a mi hijo y destruirás la compañía de mi padre? ―preguntó Ava, su mente le gritaba que saliera de allí, pero se obligó a permanecer en calma, sabía que debía evaluar sus opciones.

―Un niño siempre necesitará a su madre y nunca lastimaría a mi hijo de esa manera. Con respecto a la compañía de tu padre, usaré las acciones para tomar ventaja sobre la compañía Miller, pero te prometo que el día que la recuperemos para ti aún estará en pie.

―¿Por qué debería confiar en ti? ―Preguntó ella mirándolo a los ojos.

―Soy un hombre de palabra, además recuerda que fuiste tú la que decidió tocar mi puerta.

«Es verdad, porque estoy tan desesperada por recuperar a mi hija y tan llena de odio por Samuel que haré cualquier cosa por recuperarla y por vengarme del maldito traidor, así tenga que venderle mi alma y cuerpo a este hombre» pensó Ava, sin embargo, su cara no mostró el tormento que devoraba su interior.

No tenía ninguna otra opción y nada hacía con demostrar debilidad. Había aprendido por las malas que ser débil le daba pie a la gente para aprovecharse de ella.

―¿Me ayudarás a recuperar a mi hija? ―preguntó centrada en su objetivo principal.

―Sí, cuando nos hayamos casado mis abogados introducirán una demanda por la custodia de la niña. Tendrás un hogar y una familia que ofrecer, ningún tribunal podrá negar tus derechos como madre cuando tus condiciones son totalmente diferentes a cuando perdiste la custodia.

―También quiero que me ayudes a recuperar la casa de mi padre

―¿Qué ocurrió con la casa de tu padre? La heredaste, ¿verdad? ―inquirió Ethan con curiosidad, mientras sus ojos escudriñaban a Ava en busca de respuestas.

―Sí, la heredé cuando papá falleció, pero Samuel presentó una petición ante el juzgado argumentando que nuestra hija vivía allí. El juez dictaminó que Samuel tenía derecho a usar la propiedad mientras tuviera la custodia de la niña, y como yo no podía costear los impuestos y el mantenimiento de la casa, no presenté objeciones. Fue un acuerdo temporal mientras luchaba por recuperar a mi hija, pero las cosas se complicaron aún más ―respondió Ava, con una mezcla de tristeza y frustración en su voz.

―Debiste haberlo objetado, era tu casa y no tenías poque cederla, pudiste haberla vendido y comprando un apartamento para ti, rentarlo hasta que salieras de prisión para que se mantuviera solo. ¿Acaso no tuviste asesoría legal?

Ava apretó los puños con rabia al saber que él tenía razón, pero no podía vender su casa, había lazos sentimentales que la ataban a esa propiedad.

―Esa fue la recomendación de mi abogado, pero no podía venderla, mi abuelo construyó esa casa para mi abuela, mis padres fueron felices allí, tengo la esperanza de recuperarla en un futuro.

―Está bien, hablaré con mi abogado, no creo que sea difícil de recuperar la casa es tuya por herencia a tu exesposo no le toca nada de esa herencia.

―Hay algo más que debes saber sobre esas acciones... ―dijo Ava con cautela, evaluando si después de conocer la situación, estaría dispuesto a ayudarla.

―Termina de soltarlo todo de una vez, Ava ―respondió Ethan pensando que en ese momento venía la trampa detrás de la actuación de la exconvicta.

 ―En este momento esas acciones, no generan dividendos de los cuales puedas disponer. Cuando fui declarada culpable, Samuel ofreció entregar al tribunal las ganancias que me corresponden por esas acciones para indemnizar a las víctimas.

―Muy astuto ―murmuró Ethan con una ceja arqueada ―. De esa manera, él se asegura de no pagar nada. Eso no es importante para mí, Ava, tengo dinero de sobra, lo que me interesa es poder entrar a la junta de accionista y enterarme de los planes de Evans para la empresa Miller.

Un suspiro de alivio escapó del pecho de Ava, había hecho sus peticiones, y Ethan había accedido a todas.

―Si no te importa lo de las acciones entonces acepto tu propuesta ―dijo finalmente Ava con voz firme y decidida.

―Bien, necesitaré tu certificado de nacimiento y copia de los documentos de divorcio. ¿Los tienes?

―Sí ―respondió ella pensando en que los papeles del divorcio fueron los únicos documentos que Samuel se ocupó de hacerle llegar.

―Entonces en tres días podremos contraer matrimonio, te llevaré a tu casa para que me entregues los documentos y comenzar mañana los trámites.

―No ―respondió Ava levantando la barbilla ―regresaré mañana con los documentos.

«De ninguna manera le permitiré ver donde vivo en la actualidad, al menos deseo mantener un poco de dignidad» pensó Ava con la barbilla levantada para que Ethan viera solo lo que ella quería.

―Tienes que entender algo, Ava, aquí mando yo, las cosas se hacen como yo lo digo ―señaló Ethan con prepotencia.

―Vine aquí buscando ayuda, Ethan y estoy dispuesta a seguir tus indicaciones en la medida de lo posible siempre y cuando tus decisiones sean razonables y no busquen humillarme ―respondió ella con una firmeza que lo sorprendió.

«¿Por qué llevarla a casa es una petición irracional?» se preguntó Ethan, aunque guardó silencio al respecto, ya se ocuparía de averiguarlo. Observó a Ava con detenimiento.

La chica que recordaba era diferente a esta mujer fuerte y decidida. ¿Había sido así en el pasado o se volvió de esa manera debido a todo lo que había vivido?

No lo sabía, pero pensó que ese rasgo era algo que le gustaba de ella, aunque tendrían que torturarlo para que confesase algo así.

―De acuerdo, mañana a las nueve de la mañana nos reunimos en el despacho de mis abogados y podrás entregarme los documentos ―concedió Ethan con frialdad anotando la dirección en una hoja―. Pero recuerda que no toleraré que me hagas esperar.

Ava asintió tomando la hoja de papel y guardándola en su bolso. Sabía que no tenía muchas opciones en ese momento. Era una situación difícil, pero estaba dispuesta a hacer lo que fuera necesario para recuperar a su hija. Y si eso significaba casarse con un hombre al que apenas conocía, así lo haría.

Ava salió del despacho de Ethan sintiéndose abrumada por todo lo que acababa de pasar. Pero al mismo tiempo, sabía que había dado un paso en la dirección correcta, estaba un poco más cerca de recuperar a su bebé.

Ethan acompañó a Ava a la puerta cuando esta se cerró detrás de su futura esposa tomó su móvil y llamó a su jefe de seguridad.

 ―Ocúpate de seguir a Ava Miller a su casa, quiero que de ahora en adelante un par de mis guardaespaldas la sigan de incógnito.

―Sí, señor Anderson.

Si su acuerdo era una trampa se aseguraría que ella pagara por querer engañarlo.

Ethan estaba por irse a la cama cuando recibió la información del lugar de residencia de Ava, de inmediato llamó a su jefe de seguridad.

―¿Estás seguro de esto? ―le preguntó con el ceño fruncido.

―Sí, señor, la señora Ava vive en una residencia provisional para exconvicto, yo mismo la vi entrar allí.

Ethan se quedó pensando en la información que acababa de recibir. ¿Cómo era posible que Ava, la hija del dueño de una de las compañías más importantes del país terminara viviendo en una residencia para exconvictos? No tenía sentido.

***

Ava entró en el minúsculo apartamento donde residía y se dejó caer en el sofá, se quitó los zapatos y se masajeó los pies. Se sentía agotada y sin fuerzas. Había caminado desde la casa de Ethan hasta la parada del autobús con sus tacones de aguja y le habían salido ampollas en los pies.

Levantó su móvil y miró la única foto que tenía de su hija, un paparazi la había tomado cuando Samuel salió con la bebé del hospital, aunque la foto había sido retirada de las redes después de que su exesposo amenazara con una demanda al periódico que la publicó, Emma había podido descargarla.

Desde entonces, la niña no había podido ser retratada por la prensa, no sabía cómo era su rostro ni si estaba bien atendida y eso la estaba matando.

Cuando salió de la cárcel intentó hablar con Samuel para que le dejara ver a su hija, pero su respuesta fue una orden de alejamiento del tribunal.

Con paso cansino entró en su habitación y sacó la caja con sus documentos, en el sobre donde reposa los papeles de su divorcio metió su acta de nacimiento y la de su hija, después revisó su escaso guardarropa, escogió un vestido para ir al día siguiente al despacho de abogados y otro un poco más elegante para la boda.

Por un momento estuvo tentada a llamar a Harris, pero sabía que su abogado se opondría a sus planes, no había estado de acuerdo en que le ofreciera a Ethan sus acciones, decía que en un par de años podría recuperar sus dividendos, pero ella no tenía un par de años, no cuando no tenía a su hija con ella.

 Un golpe en la puerta encendió sus alarmas, no sabía quién podía llamar a esa hora, era tarde y ella no tenía muchos amigos.

Se asomó por la mirilla de la puerta y vio a su futuro esposo al otro lado. La rabia la recorrió al entender que él había ordenado que la siguiera.

Abrió la puerta y se paró frente a él con las manos en sus caderas antes de preguntar:

―¿Qué demonios haces aquí, Ethan?

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