Ava Miller tenía las manos esposadas a la mesa de la sala de interrogatorio de la estación de policía local cuando de nuevo, un dolor atravesó su vientre de ocho meses de embarazada.
Gritó sin intentar controlarse, llevaba horas en esa situación sin que nadie apareciera. Se levantó intentando aliviar un poco la presión que sentía en su zona íntima. Estaba desesperada pensando que su bebé saldría en cualquier momento y caería al piso sin que ella pudiera hacer nada.
Trató de ponerse en cuclillas para facilitar el parto y que la bebé que estaba por nacer no se golpeara al salir, pero las cadenas de sus esposas eran cortas y no le permitieron tomar esa posición.
Los policías que la arrestaron la dejaron sola y esposada en esa sala de interrogatorios cuándo ella se negó a responder sus preguntas sin la presencia de su abogado.
Antes de que se marcharan, Ava les pidió ir al baño, sin saber que debido a la impresión de su arresto su parto se había adelantado. Los policías ignoraron su petición y simplemente cerraron la puerta dejándola sola con su necesidad.
Al principio había llorado y suplicado que la dejaran ir al baño hasta que no pudo más y se orinó encima. La vergüenza la hizo apoyar la cabeza en la mesa y llorar con desesperación. Poco después sintió la primera contracción y se levantó con rapidez.
―Por favor, ayúdenme, creo que me acabo de poner de parto ―pidió al espejo que tenía frente a sí, estaba segura de sus captores se encontraban del otro lado mirándola y disfrutando de su castigo.
Por que estaba segura de que era un castigo, a pesar de que ella no era la responsable de la caída del edificio que su compañía estaba construyendo.
―¡Por Dios! Samuel, ¿dónde estás? ―susurró llamando a su esposo.
No había tenido noticias de su esposo desde el día anterior cuando el edificio colapsó matando a varias trabajadores e hiriendo a más de una docena ellos.
―Quédate en casa, Ava, yo me ocuparé de todo, y no te preocupes si no llego a dormir es probable que deba dar declaraciones y esas cosas ―le dijo Samuel cuando ella lo llamó por teléfono.
Fue la última vez que escuchó su voz. Nunca se imaginó cuando se despidió de él en la mañana que su mundo se vendría abajo.
Casi no había pegado un ojo la noche anterior. En la mañana estaba en la cocina de la casa observando las noticias del derrumbe acompañada de Emma, su ama de llaves cuando el capataz de la obra declaró que los materiales usados en la obra eran de mala calidad.
―Eso no es cierto ―murmuró para sí misma.
―Por supuesto que no es cierto, Ava, ese hombre quizás está implicado y quiere echarles la culpa ―aseguró Emma, el ama de llaves que llevaba con la familia desde que su madre estaba viva.
―El señor Martínez ha trabajado toda su vida en la empresa...
La empresa había pertenecido a su padre hasta hace unos meses cuando falleció de forma repentina e inesperada Su abuelo había sido el fundador de la compañía que con el paso del tiempo se transformó en un gigante de la construcción. Sus trabajos eran de calidad y su reputación intachable.
Y ella la había heredado al morir su papá.
Aunque su esposo, había estado a cargo desde que su padre partió de este mundo, ella había sido parte activa hasta cinco meses atrás cuando un riesgo de aborto la obligó a tomar un largo reposo médico.
.―No puedo seguir así, Emma, voy a la empresa para saber que está sucediendo ―anunció Ava a pesar de sus ocho meses de embarazo.
En ese momento, el timbre de la puerta sonó, interrumpiendo sus pensamientos. Emma se dirigió hacia la puerta seguida por Ava. La joven embarazada estaba intrigada porque no esperaban a nadie y los guardaespaldas no dejarían pasar a ninguna persona sin antes avisarles.
Cuando Emma abrió la puerta, Ava se encontró con dos oficiales de policía
―¿Señora Ava Miller? ―Preguntó el primer oficial con una mirada de desprecio.
―Sí, soy yo ―respondió Ava con el corazón en un puño. El pánico se apoderó de ella al pensar que algo malo le había ocurrido a Samuel.
―Está detenida con el cargo de fraude relacionado con el derrumbe de la construcción de su compañía...
―¿Qué? ―preguntó ella sin entenderlo lo que pasaba ―. Esto debe ser un error.
―Tiene el derecho a permanecer en silencio, todo lo que diga puede y será utilizado en su contra en un tribunal de justicia ―continuó hablando el policía ignorando sus palabras mientras su compañero dio un paso adelante con unas esposas en la mano.
Por instinto, Ava dio un paso hacia atrás y el policía la sujetó por la mano.
―No tuve nada que ver con el derrumbe... no sé qué está pasando
― No tenemos tiempo para sus excusas. Salga de la casa y coopere, o usaremos la fuerza si es necesario ―declaró el segundo oficial impaciente.
Ava, temiendo por su seguridad y la de su bebé, retrocedió un paso más negándose a salir de su casa. Por suerte el policía soltó su agarre.
―¡No! No iré con ustedes hasta que hable con mi abogado. Tengo derecho a una representación adecuada.
―Llamaré de inmediato al abogado, Ava ―dijo el ama de llaves ―y ustedes no se atrevan a lastimarla, tiene ocho meses de embarazo y si le ponen un dedo encima los denunciaré.
―Usted no se meta, señora o nos la llevaremos detenida por obstruir a la justicia.
Ava levantó la mano hacia el ama de llaves, no quería que Emma se metiera en problemas por su culpa.
―Mire, señora Miller, le estamos dando una oportunidad de cooperar. Si sigue resistiéndose, usaremos la fuerza para llevarla a la comisaría, ¿entiende? ―replicó el primer oficial con evidente frustración.
Ava tragó saliva, pero se mantuvo firme en su decisión.
―Llamaré a mi abogado y cooperaré, pero no voy a permitir que me maltraten por algo que no he hecho.
―Puede llamarlo desde la comisaría, si se niega a cooperar nos encargaremos de sacarla de aquí sin importar su estado.
Los ojos de Ava se llenaron de lágrimas y la desesperación se apoderó de ella, no sabía qué hacer. Necesitaba a Samuel, toda la vida había sido protegida y mimada, primero por sus abuelos y padres y por último por su esposo.
Conocía a Samuel de toda la vida, su padre había sido su padrino y cuando le hablaron de casarse le pareció un sueño hecho realidad porque lo había amado desde la adolescencia.
―Por favor, no me vayan a esposar, iré con ustedes voluntariamente ―pidió con voz derrotada.
―Son las normas, señora, sin embargo, considerando su condición la esposaré con sus manos por delante y la ayudaré a llegar a la patrulla para evitar una caída ―informó el segundo oficial.
Su jefe les había ordenado que la trajeran sin contemplaciones y eso harían por culpa de esa mujer varias familias habían perdido a sus padres, entre esas la de la hermana del capitán de la policía.
Un nuevo dolor trajo a Ava al presente, sabía que no podía esperar más.
―¡Ayuda! ―gritó llorando desesperada ―el bebé está por salir, tengo que pujar.
Afuera los dos oficiales de policía que la habían arrestado la miraron sin compasión alguna.
―¿Crees que debemos llamar a una ambulancia? ―preguntó uno de los agentes al otro.
―No, que sufra un poco más, escuché los gritos de los obreros atrapados debajo de los escombros y como también gritaban por ayuda, todo por culpa de la ambición de esa m*****a mujer.
La puerta de la sala se abrió una joven policía entró a la sala.
―El abogado de la señora Miller ya llego ―anunció antes de contemplar con horror lo que sucedía en el interior de la sala de interrogación ―. ¿Qué demonios está pasando aquí? ¿Se han vuelto locos?
Corrió hasta la sala de interrogatorio para socorrer a Ava, como el lugar era insonorizado los gritos de la embarazada no podían ser escuchados por lo demás hasta que la joven oficial abrió la puerta.
―Que alguien llame a una ambulancia ―gritó con fuerza.
La sala se llenó de oficiales de policía, algunos de ellos verdaderamente indignados por lo que vieron. Con rapidez la oficial quitó las esposas de las manos de Ava y esta sin fuerzas se dejó caer al piso.
―Yo tengo formación médica ―dijo uno de los oficiales que había entrado a la sala de interrogatorios para saber que sucedía ―. Necesito el botiquín de primero auxilios, también frazadas calientes, agua limpia, y algún cuchillo. El resto de ustedes fuera de aquí.
Entre las personas entraron en la sala atraído por los gritos de Ava estaba Jonathan Harris el joven abogado que la firma Jones y Smith había enviado a la comisaría para informar a Ava de su nueva situación.
―Necesito a mi esposo, Samuel, no puedo hacerlo sola ―lloró Ava desde el piso.
―Ava, soy Ginny y me quedaré a tu lado todo el tiempo, debes esforzarte para que tu bebé pueda nacer ―La joven oficial que la auxilió la sostuvo de la mano con compasión no era el momento de decirle que había sido su esposo el que la acusó de la compra de materiales de baja calidad.
Harris salió de la sala y fue directo a donde estaba el jefe de la policía.
―Si mi cliente pierde su bebé o su vida, lo denunciaré y me aseguraré de que pague con cárcel el haber negado ayuda médica a una mujer embarazada ―amenazó el abogado.
―Se le está dando atención médica, de seguro se puso de parto de repente y los oficiales no se dieron cuenta, hay mujeres que paren muy rápido ―justificó el jefe, pero Harris pudo ver el odio reflejado en sus ojos.
Cuando la ambulancia llegó, el oficial de policía que estaba atendiendo el parto de Ava se hizo a un lado para que los paramédicos se ocuparan del parto.
―Puje, señora Miller ―dijo el paramédico después de revisarla.
A pesar del dolor que amenazaba con partirla en dos, Ava pujó con todas sus fuerzas mientras las lágrimas de miedo y desesperación corrían por sus mejillas. Sintió un alivio al sentir a la bebé salir de su cuerpo. Sin embargo, el alivio duró poco ante el silencio brutal que reinaba en la sala.
―¿Por qué no llora mi hija? ―gritaba Ava, una y otra vez levantada sobre sus codos.
De repente un llanto de bebé llenó la sala haciendo respirar de alivio a todos los presentes. Ava se dejó caer al duro suelo llorando, estaba tan feliz de que su hija hubiese reaccionado.
―¿Me dejan verla? ―preguntó Ava a la joven oficial que se había mantenido a su lado.
Ginny giró su cabeza para ver como el paramédico salía con la bebé en brazos.
―Se la están llevando al hospital, pronto podrás verla ―respondió la policía.
―La trasladaremos en cuanto expulse la placenta, señora ―dijo el paramédico.
Unos minutos más tarde Ava fue subida a la camilla.
―Debe ir esposada ―dijo el oficial de la policía que la detuvo.
Ava se estremeció de solo pensar en que la esposaran de nuevo.
―No puedo esposarla, señor ―respondió el paramédico. ―Tiene la piel de las muñecas en carne viva del tiempo que estuvo de parto esposada a esa mesa.
―Póngale las esposas en el tobillo, pero debe ir esposada.
Con rabia el paramédico tomó las esposas y ató un solo tobillo de Ava que lloraba en la camilla.
Cuando llegó al hospital pidió ver a su bebé, pero no se lo permitieron. Ava nunca se imaginó que sería condenada a prisión y que nunca vería a su hija.
Dos años después.El sol se ocultaba lentamente en el horizonte cuando un coche negro se estacionó frente a la imponente mansión de Ethan Anderson.―Sabes que no estoy de acuerdo con esto, Ava.―Lo sé, Jonathan, pero no tengo otra opción. Por favor, vete, no sé cuánto tardaré y no quiero hacerte esperar. Gracias por el aventón.Jonathan Harris arrancó el coche con frustración, sabia lo terca que era Ava y que no había nada que él pudiera hacer para que cambiara de opinión cuando se le metía algo en la cabeza.El corazón de Ava latía con fuerza en el pecho mientras apretaba sus manos en puños, preparándose para lo que estaba por venir. Sabía que esta reunión sería crucial para su futuro y el de su pequeña hija.Con mano temblorosa alisó su vestido, gracias a Emma había podido recuperar parte de sus pertenencias. Samuel había ordenado echar a la basura todo lo que carecía de valor para él, entre eso su ropa y sus recuerdos. Su antigua ama de llaves con ayuda de algunas de las doncellas,
―Por supuesto este matrimonio sería temporal mientras recuperamos tu compañía, te quedas embarazada y tienes a mi hijo para que puedas cederle las acciones. Después de esas tres condiciones nos divorciaremos.Ava se quedó atónita ante la propuesta de Ethan. El corazón le latía con fuerza y su mente estaba en un torbellino de emociones. Casarse con él, darle un hijo y cederle las acciones a su bebé era una idea que nunca había imaginado. Sin embargo, sabía que en ese momento no tenía muchas opciones.Después de la traición de Samuel y lo que había pasado en los últimos dos años, había aprendido a desconfiar de las personas, pero también comprendió que no podía enfrentar a Samuel sola. Necesitaba aliados, y Ethan parecía ser uno de los pocos dispuestos a escucharla.―¿Cómo sé que no me quitaras a mi hijo y destruirás la compañía de mi padre? ―preguntó Ava, su mente le gritaba que saliera de allí, pero se obligó a permanecer en calma, sabía que debía evaluar sus opciones.―Un niño siempr
Ethan no contestó de inmediato, entró al salón que se vio empequeñecido con su imponente presencia, se paró en medio del lugar antes de girar para mirarla.―Eso mismo quiero saber yo, Ava, pero por el momento quiero que recojas tus cosas, te mudarás a mi casa esta misma noche.―Me mudaré contigo cuando nos casemos, Ethan, no antes.―No te estoy pidiendo que compartas mi cama, Ava, por lo menos hasta que nos casemos y tengamos que engendran a tu heredero, pero no dejaré que la prensa se entere donde vives, no hará ningún bien a nuestros planes.Ava sabía que él tenía razón, pero aún no estaba preparada para ir a vivir con él, pero sabía que no tenía opción por el momento debía someter su voluntad a la de Ethan.―Está bien, déjame empacar mis cosas.Ethan asintió con la cabeza antes de verla desaparecer en la habitación. Dio varios pasos por el salón tratando de encontrar alguna pista sobre la personalidad de Ava, un libro, fotografías o algún pasatiempo, pero el lugar era absolutamente
Cuando Ava y Ethan llegaron al despacho de abogados se encontraron que Harris los estaba esperando. Después de las presentaciones, entraron a la ofician donde firmarían el acuerdo para discutir las cláusulas.―Después de haber tenido la noche para pensar, ¿aún crees que esto es lo que más te conviene, Ava? ―preguntó Jonathan con su semblante serio y mirándola a los ojos.Ethan levantó una ceja, pero se mantuvo callado, era Ava la que debería responder esa pregunta.―Sí, Jonathan, es mi mejor oportunidad.―Respeto tu decisión, Ava ―afirmó su abogado con un suspiro resignado ―. Ahora, si el acuerdo prenupcial está listo me gustaría revisarlo antes de la firma, por favor.El abogado de Ethan puso el documento en sus manos y él comenzó a leer.―Es un acuerdo muy favorable, Ava, puedes firmarlo.Ava y Ethan firmaron los documentos y Harris se levantó para despedirse.―Llámame si necesitas algo ―dijo Jonathan a Ava antes de girarse hacia Ethan ―. Y tú cuídala mucho, señor Anderson, que esta
El almuerzo fue un poco tenso después del arrebato de la familia de Ethan, durante los primeros minutos él permaneció callado y Ava se preguntó si se estaría arrepintiendo del haberse casado con ella. Cuando la señora Gibson trajo la botella de champán y la puso en la cubitera al lado de Ethan él se levantó. ―Permítame, señora Gibson, yo lo abriré y serviré, puede retirarse. ―Sí, señor Ethan. Con pericia Ethan abrió la botella con un sonoro pop lo que hizo que sonriera un poco, llenó las copas y le pasó una a Ava. ―Porque nuestro acuerdo logre tu redención y el crecimiento de la compañía Anderson. ¡Salud! ―Y porque pueda recuperar a mi hija. ¡Salud! ―respondió ella chocando las copas. Ava se levantó para servir los platos de las fuentes que estaban dispuestas en las mesas y le pasó el primero a Ethan. ―¿Por qué nunca te has casado, Ethan? ―preguntó Ava cuando comenzaron a comer. Ethan la miró dudando si responder o no, más el genuino interés que vio en el rostro de Ava hizo qu
Ava se puso el camisón con rapidez y huyó al aseo, cerró la puerta con cerrojo, abrió la ducha y rompió a llorar. Se despojó de la ropa y se metió bajo el agua tibia, después de unos minutos se calmó, odiaba llorar, no le gustaba demostrar debilidad ante nadie.Al salir se lavó la cara con agua fría sacó su ropa interior de la maleta de mano y tomó un pantaloncillo y una camiseta sencilla de la pila de ropa. Se maquilló para disimular sus lágrimas.Se preparó mentalmente para enfrentarse a Ethan, dos podrían jugar al mismo juego y no había mejor defensa que el ataque.―Así que, ¿qué sigue en nuestro itinerario de matrimonio por negocios? ―preguntó Ava con sarcasmo, rompiendo el silencio incómodo.Ethan la miró con una ceja arqueada, evidentemente, poco impresionado por su comentario.―Si estás buscando algo emocionante y apasionado, lamento decepcionarte. Nuestro acuerdo es puramente pragmático ―respondió con frialdad.Ava soltó una risa amarga.―No tiene por qué recordármelo a cada r
―Podemos ser rivales, pero no significa que usaré mi posición para humillarte, no soy ese tipo de hombre ―replicó Ethan un poco molesto por que ella asumió que era un patán.―Gracias... esa era la palabra que la mujer que me atacó repetía cuando comenzó a cortarme. No soporto escucharla.―Te prometo que nunca te llamaré de esa manera, Ava ―dijo él suavizando su mirada.Ava se removió inquieta, podía manejar más su indiferencia que su compasión. Bajó sus ojos y el hecho de que ambos estuvieran desnudos le trajo una idea a la mente.―Creo que me gusta la idea que traías en mente cuando entraste al baño.Él sonrió con una sonrisa de esas que podían bajar las bragas de cualquier mujer y ella no era inmune.―Sí, más si quieres podemos dejarlo para más tarde y atenernos al plan original de ir a nadar.―Podríamos hacer las dos cosas si te apresuras ―respondió ella sintiendo una ola de calor recorrer sus entrañas. Lo quería de nuevo, no podía negarlo.Él se acercó con los ojos fijos en ella,
El crepúsculo cubría la casa cuando Ethan finalmente regresó. Al cruzar la puerta del salón, de inmediato percibió la tensión en el ambiente. Su madre y su hermana parecían agitadas y enojadas, como si hubieran desencadenado una tormenta.―¿Qué está sucediendo aquí? ―inquirió Ethan, dejando escapar un suspiro de exasperación.Tamara lo miró con ojos acusadores, mientras Bárbara, con una expresión desafiante, cruzaba los brazos con gesto teatral.―Esa mujer nos amenazó con un cuchillo ―anunció Bárbara con exagerada dramatización.―Está completamente desquiciada y es peligrosa, Ethan. Exijo que la expulses de inmediato ―ordenó su madre con la voz temblando de furia.Ethan se apresuró a intervenir para calmar los ánimos:―Tranquilícense las dos. ―Fijó su mirada en cada una de ellas. ― Ahora, explíquenme con calma lo que ha ocurrido, no omitan ningún detalle.Era evidente para Ethan que su madre y su hermana estaban inflando la situación, como solían hacer.―Fuimos a su habitación para ac