Un par de semanas después
Justin llegó a la casa después de haber tenido un duro día de trabajo en su oficina, cuando se encontró con su familia en la sala de su casa.
Frunció el ceño, porque sabía que ellos no daban puntada sin dedal, y estaba seguro de que se traían algo entre manos, por eso trataba de estar alerta para conocer sus intenciones.
—¿Qué hacen aquí? —interrogó de mala manera mientras comenzaba a quitarse el saco del traje.
—Hijo, ya tus tíos organizaron tu fiesta de compromiso, vinimos a buscarte para que asistas… —comenzó a decir su padre y Justin lo interrumpió sin ocultar su molestia.
—¿Compromiso? ¿Acaso creen que ese matrimonio es de verdad? ¿Qué me emociona la idea de casarme con una desconocida por obligación? ¡Olvídense de eso! ¡No iré! —espetó con firmeza.
—Pero Justin, debes cumplir las condiciones del testamento, solo queremos ayudarte —dijo su madre.
—Para que no se diga que nosotros estamos entorpeciendo que cumplas con los acuerdos —respondió su tío.
—El acuerdo es casarme con esa mujer, no simpatizar con ella, porque no me interesa, mi abuelo pidió una boda y es lo que tendrá. No más. Preparen la boda para el fin de semana y ya, es todo lo que tendrán de mí, y dejen claro que no espere nada más de mí.
—¿Pero no te interesa conocerla? ¿Ven si son compatibles? —insistió su madre y Justin se rio con sarcasmo
—¿Acaso eso cambiaría algo? El fin de semana le veo la cara —con esas palabras subió las escaleras dejando a todos allí.
Día de la boda
No podía creer que su abuelo le hubiese hecho eso, obligarlo a casarse cuando sabía que no le interesaba el matrimonio y si aceptó casarse fue solo porque en el fondo le importaba su legado de trabajo, quería hacer crecer el imperio de su abuelo, porque sabía cuánto había sacrificado.
Tomó una de las botellas que tenía a su lado apiladas y se empinó tomándose un cuarto de ella. Necesitaba anestesiarse para poder dar ese paso, pero al parecer hasta eso se le negaba.
La puerta se abrió y apareció su madre.
—Justin, ¿Qué estás haciendo? —dijo la mujer caminando hacia él para quitarle la botella, pero él se negó.
—¡Déjame en paz, mamá! No vengas a querer controlarme cuando eso debiste hacerlo cuando era niño, no ahora que soy un hombre.
—No puedes tomar así, te vas a casar, la novia ya está esperando afuera. Es una mujer linda, se ve feliz.
—¡Bien por ella que es feliz! Porque yo no —exclamó con voz enredada—, las serpientes corales también son muy bonitas y de atractivos colores, pero son muy venenosas.
Se tomó el resto de la botella, nadie pudo impedírselo, y se levantó bastante achispado.
—Vamos a salir de esto.
Caminó al jardín donde estaba el oficiante y la novia, quien se sonrió al verlo, y no tuvo la menor duda que era una hiena, su rostro, normalmente frío, fue sustituido por uno de desagrado.
La mujer, al verlo, intentó acercarse para tocarlo y a pesar de su ebriedad, Justin la detuvo.
—¡No me toques! No me… gusta el contacto físico —espetó molesto
—Pero voy a ser tu esposa y puedo hacerlo —dijo la mujer sintiéndose humillada por la actitud del hombre.
—De papel, no más... porque jamás voy a acostarme contigo… no te equivoques, expresó con desagradó. ¡Y usted! —exclamó al oficiante—, vamos a hacer esto de una vez.
Todos caminaron al altar, su madre intentó tomarle la mano para llevarlo al altar y se negó.
—No es necesario, sabes muy bien que este es un matrimonio de mentira —expresó a su madre en un susurro
Caminó solo, a pesar de que todo eso significaba una tortura para él.
Cuando llegó al altar, sus ojos se encontraron con los de Serena. Justin sintió el peso de esa farsa como nunca y la rabia se agitó dentro de él.
La ceremonia comenzó, y las palabras del oficiante sonaban como un eco lejano en la mente de Justin. Su corazón latía con fuerza, y aunque intentaba mantener la compostura, su mirada se perdía en el horizonte, buscando una salida a aquella encrucijada en la que se encontraba.
—¿Justin Melquiades Bellomo, recibes y aceptas como esposa a Serena Moreau, para amarla, respetarla hasta el fin de tus días?Justin se quedó en silencio, luchando consigo mismo, una parte de él, le decía que no era buena idea, que como su abuelo había puesto esas condiciones tan controladoras merecía que su legado se perdiera, pero otra parte de él, la que siempre contó con su abuelo, no quería defraudarlo.La novia Serena, colocó su mano en el brazo llamando su atención.—Responde, están esperando por tu respuesta.Justin apartó la mano de la mujer, respiró con impotencia y respondió.
—Acepto.
El resto de la velada ni siquiera supo cómo se desarrolló, siguió tomando hasta caer en completa ebriedad y ahora estaba allí, en una cama, desnudo, con un cuerpo femenino a su lado.
A pesar de su dolor de cabeza producto de la resaca se incorporó en la cama, miró a un lado de la cama, allí estaba la mujer con la que se casó la tarde anterior sonriendo con una expresión de malicia.
—¡¿Qué carajos haces aquí?! —espetó.
—Soy tu esposa, y estoy aquí cumpliendo mis obligaciones maritales, en nuestra noche de bodas ¿Acaso no recuerdas cómo me hiciste tuya? ¡Eres todo un semental esposo! —pronunció la mujer con una sonrisa de satisfacción—, creo que incluso ya podía estar esperando a tu heredero.
Justin se separó asqueado de la cama, sentía la bilis en la garganta y sin contener corrió al baño con asco, regresó y le dijo con rabia.
—No sé qué carajos pasó, pero no creo que haya tenido estómago para acostarme contigo, pero de haber pasado, ten por seguro que esto no volverá a pasar. ¡No me interesas! —exclamó mientras la mujer lo miraba con odio contenido.
"¡Maldit0 Justin! Te juro que te vas a arrepentir de todas tus humillaciones",
Justin tomó su maleta y comenzó a prepararse para irse al ejército, mientras más rápido cumpliera las condiciones de ese contrato mejor, caminó con su bolso a su despacho, porque antes de irse, llamó a su abogado y le dio la orden.
—Ahora que estoy casado, quiero cambiar mi testamento y sus condiciones —pronunció.
Serena lo siguió y cuando lo escuchó sonrió contenta.
"Así que después de todo no es tan indiferente a mí, me va a nombrar su heredera", expresó en tono triunfal.
Base militar - Georgia. Justin ya tenía dos meses en el ejército, se encontraba realizando un ejercicio de combate en una montaña con los miembros de su unidad. El aire estaba lleno de tensión y adrenalina mientras los soldados luchaban entre sí, simulando situaciones de combate real. En un receso, mientras trataba de tomar aliento, se le acercó un compañero, el sargento Smith, con una cantimplora, y se sentó a su lado. —¿Quieres un poco? Quizás así agarres un poco de aliento —le dijo el hombre ofreciéndole una bebida. Por un momento Justin dudó, sin embargo, terminó cediendo, tomó el envase y bebió un trago largo. El líquido tenía un sabor fuerte y amargo, pero al mismo tiempo tenía un efecto refrescante en su cuerpo cansado. —Gracias —dijo Justin devolviendo la garrafa a su compañero—. Eso sí, me ayudó. —Es un brebaje especial, lo hago yo mismo es revitalizante —le explicó el hombre con una sonrisa—. Tiene algunas hierbas y especias que te dan una energía extra. Justin asint
Columbus—Georgia—¡Tienes prohibido salir Emma! Si me entero de que has escapado sin mi autorización vas a estar en graves problemas.—Pero papá, no haré nada malo, debes confiar en mí… entiende que me siento agobiada, tengo la sensación de estar encerrada en una cárcel —expresó la chica con un suspiro.—Lo hago por tu bien, no quiero que ninguno de esos soldados, oficiales, ponga su mirada en ti… no voy a permitir que mi hija se involucre con ninguno de ellos.—Pero tú también eres un militar ¿Por qué detestas tanto a los de tu clase? —interrogó ella.—Porque los conozco y sé la clase de hombres que son, tú eres demasiado buena para cualquiera de ellos, además, son peligroso, no quiero que tu vida esté en riesgo. Ya te lo dije Emma, y espero que me obedezcas. La joven no siguió discutiendo, se dio cuenta de que no haría cambiar a su padre de opinión, este vio su actitud como una clara señal de que obedecería su orden y salió de la casa.Sin embargo, cuando Emma lo vio salir, y cerra
Emma abrió los ojos asustada, el corazón le latía tan fuerte en el pecho, que pensó que se le saldría por la boca, trató de liberarse de su agarre, pero él la sujetó con más fuerza, haciéndole imposible liberarse de él.—¡Suéltame! Yo solo estaba tratando de ayudarte, te vi flotando en la playa, te rescaté, te traje aquí, te dio fiebre y te atendí para que se recuperara —respondió ella, tratando de explicarse.Él la soltó aunque dudoso, mientras la chica lo miraba con desconfianza, se sintió asustada ante la reacción del hombre que finalmente había recobrado el conocimiento, se preguntó si se trataba de un desertor o un criminal, antes esa idea su cuerpo se estremeció. Pero la actitud del hombre no era mejor, sus ojos, todavía nublados, la miraban con recelo y agitación. Trató de calmarse para no ponerlo más nervioso y respondió con voz apacible:—Tranquilo, por favor. Mi intención no es hacerte daño, todo lo contrario, te salvé la vida.El hombre la miró con incredulidad, parecía de
Emma se le quedó viendo con una expresión de preocupación en su rostro, se quedó pensando por un momento en su propuesta. Sabía que lo que Justin le estaba pidiendo era complicado, quizás si su padre la descubría podía tener problemas con él, mucho más de los que tenía ahora, pero también comprendía que era necesario para ayudarlo, una parte de ella le decía que él era confiable, por eso finalmente, decidió aceptar su propuesta.—De acuerdo, lo haré. Pero necesito saber ¿Quién es ese hombre y que debo hacer?—Es el sargento Smith, fue él quien me lanzó al vacío, me dio algún brebaje, con el cual logró drogarme, pero necesito saber de dónde viene, familiares, contacto, todo, porque de esa manera puedo llegar a la verdad.De pronto un gemido de dolor salió de sus labios, se llevó la mano a un costado, allí por fin ella, que hasta ese momento había estado tensa, mirándolo fijamente el rostro para no posar su mirada en el resto de su cuerpo, bajó la vista, y se dio cuenta de los golpes en
Cuando Emma llegó a la cueva, encontró a Justin acostado, pero temblando otra vez con la fiebre, no pudo evitar preocuparse por su estado, enseguida comenzó a desinfectarle las heridas, y le colocó las vendas en el tórax, tratando de que se mantuviera inmovilizado. Le movió para darle el analgésico con un poco de agua, y aunque él tenía los ojos vidriosos producto de su estado, la miraba con agradecimiento en los ojos, lo cual hizo que Emma se sonrojara nuevamente. —Gracias… por hacer todo esto por mí… eres muy amable —dijo Justin con voz suave, al mismo tiempo que levantaba una de sus manos y acariciaba con suavidad la mejilla de Emma. —No tienes por qué agradecer, solo hago lo que cualquier persona en mi lugar y con una situación similar a la mía haría —respondió Emma, intentando quitarle importancia a su gesto amable. Los dos compartieron una mirada cómplice por un momento, antes de que Justin cerrara los ojos nuevamente, exhausto por el esfuerzo y la fiebre. Emma se quedó a s
Emma se quedó viendo a Gaber, uno de los ayudantes de su padre, nerviosa y alerta. Sabía que si él descubría a Justin, no dudaría en llevárselo y entregárselo a su padre, lo cual podría poner su vida en peligro. Además, la mirada lasciva que Gaber le dirigía la hacía sentir incómoda, asustada y hasta asqueada. —Gaber, ¿qué haces aquí? ¿Mi papá vino contigo? —preguntó tratando de distraer la atención del hombre de su cuerpo semidesnudo. —¡¿Acaso lo estás viendo aquí, Emma?! —inquirió Gaber de manera desagradable, acercándose a ella de forma amenazante. —No, pero ¿por qué estás aquí? —respondió ella, intentando mantener la calma. —Por tu causa, Emma. Dijiste que venías a curar a un perro sarnoso que te habías encontrado, y tu padre me mandó para verificar que no lo estuvieras engañando. Pero no veo nada sarnoso ni enfermo en esa criatura horrorosa y desagradable que tienes en los brazos. ¿Estás engañando a tu padre? —preguntó con desdén, mientras observaba las gasas, vendas y medica
Capítulo 9. Un precio que pagar. Emma se cubrió y acunó el perro en sus manos para regresar a su casa, mientras terminaba de arreglar todo para irse, Justin la miró con tristeza, como si no quisiera que se fuera. —No me mires así, voy a volver para ver cómo estás, te voy a dejar mi celular, allí tienes marcado el teléfono de la casa, me debes marcar allí avisarme si te da fiebre, o cualquier cosa que necesites, si es así, tal vez necesitemos encontrar a un médico para que venga a revisarte, además, si lo tuyo es una fractura debes hacértela ver porque es peligroso. —Tranquila, no tienes nada de que preocuparte, yo estaré bien, me tomó el analgésico y descanso —se acercó a ella y la tomó de las manos—, solo deseo que te cuides, por favor, no quiero que te vayan a lastimar, ya sabes que debes cuidarte de Gaber, procura no quedarte a sola con él, serías bueno que hables con tu padre de lo ocurrido —propuso y de pronto ella se echó a reír, mientras Justin la veía desconcertado. —Discul
Emma se vistió y salió de su habitación justo cuando su padre estaba saliendo.—¿Papá dónde vas?—Voy al comando, tengo cosas qué hacer —dijo con seriedad.—¿Puedo ir contigo? —él frunció el ceño porque ella sabía bien que no le gustaba que tuviera mucho contacto con la gente con la que trabajaba, pero antes de que pudiera decirle algo, ella insistió—, prometo no salir de tu oficina, por favor, no quiero quedarme sola aquí.Su padre suspiró con incomodidad, pero ante la insistencia de Emma terminó cediendo y ahora estaban allí, mientras su padre se reunía en otro lugar con Gaber.Sabía que esa era su oportunidad para investigar todo lo relacionado con el sargento Smith. Intentó desbloquear la laptop de su padre, colocó la fecha de matrimonio con su madre.—¡Diablos! —exclamó al ver fallido su primer intento.Iba a intentar una segunda vez, pero no sabía cuántas oportunidades tenía antes de que se bloqueara o emitiera una alarma, desconocía cómo funcionaba todo. Empezó a buscar por el