Cada kilómetro que recorría Ader se sentía más ansioso, tenía un mal presentimiento, condujo a toda velocidad, quería llegar donde su familia, de pronto el teléfono del auto sonó, no perdió tiempo y lo atendió.—Aló, ¿Qué ocurre? —interrogó preocupado, enseguida escuchó la voz del jefe de los guardias que tenía apostado en la entrada del edificio.“Lo siento, señor Leibans, pero su hijo y su esposa no están, escaparon”.—¿Cómo fue eso posible, les dije que debían cuidarlo? ¿Cómo les permitieron irse? ¿Saben el peligro que corren? Si le pasa algo a mi familia, ustedes van a pagar las consecuencias —espetó furioso, sin poder contener el temor que lo embargaba.“Lo siento, pero se fueron por la escalera de emergencia y quebraron unos vidrios para distraernos, de todas maneras los desplegué a todos para que lo buscaran”.Ader cortó la llamada y como estaba llegando al sector donde vivía, empezó a recorrer las calles en el auto, cuando de pronto vio la escena frente a él, Youssef estaba ap
Ader no paró de besarla, acariciando su cuerpo duro con urgencia. Temía volver a perderla, y si eso pasaba se hundiría en un hoyo de sufrimiento y angustia, no quería volver a vivir ese infierno nuevamente, de estar separada de ella, no tenerla a su lado.Aimé arqueó su espalda, libre del control de su mente, solo la pasión dirigía sus actos en ese momento.—Sí, vamos a hacerlo —pronunció con un ronco tono de voz, mientras él asentía con la cabeza, dispuesto a tenerla.Él se movió, besándola con pasión, mientras sus manos acariciaban su cuerpo y ella se estremecía ante el recorrido suave de sus dedos, gimió de placer, se sintió vibrar a medida que el tacto de Ader la recorría, dejando una especie de rastro de fuego en su piel. Su respiración se aceleró, sus ojos se entrecerraron, mientras sus labios se abrían para emitir gemidos apagados de placer.Los dedos de Ader parecían conocer perfectamente su cuerpo, deteniéndose en cada punto de placer que la hacía suspirar. Sus besos estaban
Ader no podía creer lo que veía, las marcas en su espalda eran claro signo de que había sido torturada, sabía que su vida junto a Youssef había sido difícil, pero jamás imaginó que su crueldad llegaba a ese extremo.Se levantó con una rabia indescriptible, y enseguida comenzó a caminar de un lugar a otro, tratando de controlar la creciente rabia en su interior, pensando que si tuviera a ese hombre frente a él, le rompería la cara por desgraciado y lo mataría con sus propias manos.Sin embargo, su actitud fue malinterpretada por Aimé quien se arropó cubriéndose con la sábana y se encogió.—Siento… mucho darte asco —dijo con un nudo en la garganta mientras Ader la miró con incredulidad, negando con la cabeza.Se acercó a ella y la sostuvo de los brazos, para que lo mirara.—Escúchame bien Aimé —cuando por fin tuvo su atención, continúo hablando—, si estoy así no es por asco, es por rabia, porque por mi culpa ese desgraciado te hizo, estoy indignada por como te trató, por no haberte escuc
Después del entierro de su hermano, Emma y Justin decidieron aplazar por unos días su luna de miel, y en su lugar decidieron viajar a donde tenían a su padre, porque les tocaba la tarea más difícil, contarle al General que había muerto uno de sus hijos.Entró al hospital y caminó con Justin tomados de las manos, los pasillos se veían solitarios y una tensa calma la invadió, a medida que se iba acercando a la habitación, no podía contener el temor que embargaba su corazón, temía la reacción de su padre frente a esa terrible noticia.Justin se dio cuenta y acarició con un dedo la palma de su mano.—Tranquila, yo estaré a tu lado —pronunció tratando de calmar la angustia de su esposa.Cuando llegaron a la habitación, su padre tenía los ojos cerrados, pero al escuchar el ruido que hicieron al entrar los abrió y al darse cuenta de su presencia, esbozó una leve sonrisa.—Mi niña… viniste a verme —pronunció con un hilo de voz.Emma se sonrió y corrió hacia él abrazándolo, no pudo evitar las
Tres meses despuésAimé se miró al espejo sin poder contener los nervios, ese día se celebraría la boda en el jardín de su nueva casa, se habían mudado a la ciudad de Nueva York, porque habían decidido comenzar una nueva vida lejos del sufrimiento que padeció en Los Ángeles.Suspiró al ver su reflejo, la tela de su vestido de novia cubría con suavidad sus curvas. Sonreía, sus ojos hipnotizadores brillaban de alegría y expectación. Sintió una calidez en el pecho al contemplarse, le parecía mentira que estaba a punto de a casarse con el hombre del que había estado enamorada desde hace más de doce años, la idea hizo que su corazón latiera un poco más rápido.Extendió la mano y tocó la tela, dejando que sus dedos recorrieran el intrincado encaje y la delicada pedrería. Ese era el momento con el que había soñado toda su vida, y quería aprovechar cada segundo.Dirigió su atención al velo que caía en cascada por su espalda, su textura etérea casi como un susurro sobre su piel. Con un suave m
Cinco meses despuésLa anticipación llenaba el aire mientras Emma estaba parada en el porche, sin dejar de observar hacia afuera, sus manos temblorosas y el corazón latiendo a mil por horas, con fuerza.Estaba esperando de manera ansiosa la llegada de su esposo, quien había estado fuera en una misión militar durante dos largos meses, que a ella se le hicieron eternos. En ese tiempo, aunque habían hablado por teléfono varias veces, para ella no era suficiente, necesitaba verlo, abrazarlo, besarlo, además, durante su ausencia lo que más temía era que le dieran dolores de parto y que su esposo no estuviera a su lado para recibir a su hijo.Durante esos meses, Emma había estado marcando los días en el calendario, incluso contaba las horas para su regreso.Finalmente, el día del regreso de Justin había llegó, Emma, con el corazón lleno de emoción, aguardaba acompañada del fiel Max, que durante esos días había sido su fiel compañero, no la había dejado sola ni siquiera un segundo, porque h
Un año después.—Lo que Dios ha unido no lo separe el hombre, puede besar a la novia —pronunció el clérigo.Loras no esperó ni un segundo, incluso antes de esas palabras ya le estaba retirando el velo a la novia, la había tomado entre sus brazos y la besaba de manera apasionada, ante los aplausos y risas de todos los invitados.Amine sintió el fuego de la pasión, arder dentro de ella, su cuerpo le cosquilló anhelando fundirse con el hombre del que se había enamorado, por fin, después de casi dos años de noviazgo, había decido unir sus vidas, tanto fue la insistencia de Loras, que no pudo negarse, después de todo él era el hombre que siempre imaginó en su vida, aunque de apariencia ruda, Loras era romántico, cariñoso, atento, y no dejaba de demostrarle ni un solo momento el profundo amor que le profesaba.Por fin rompieron el beso, se miraron con adoración, para cualquiera que los observara no pasaría desapercibido el profundo amor que se tenían.—Estoy tan feliz de ser parte important
“Justin debes regresar a tu casa, tu abuelo ha muerto” escuchó la voz de su madre al otro lado de la línea.—¿Qué estás diciendo? ¿Cómo fue? ¿Cuándo? —preguntó con incredulidad.“Lo que has escuchado, necesitamos que vengas a la brevedad posible, y aquí te cuento cómo ocurrió”. Por un momento el hombre se quedó en silencio, tratando de procesar las palabras de su madre, cuando lo hizo, no pudo evitar sentir su cuerpo temblar, un sollozo salió de su garganta y aunque deseaba controlarse no podía. Se levantó y le lanzó un par de golpes a la pared, ni siquiera sintió el dolor en su mano, porque el dolor de su alma era más fuerte, más profundo. Tuvo la sensación de que la tierra cedía debajo de sus pies y que todo se derrumbaba. Habían pasado unos meses desde la última vez que se vieron y ahora no tendrían la oportunidad de volverse a ver.Ni siquiera supo cómo se despidió, si la llamada la cortó su madre o él, solo recordaba haberse despedido de quien había sido su jefe por siete años