Después del entierro de su hermano, Emma y Justin decidieron aplazar por unos días su luna de miel, y en su lugar decidieron viajar a donde tenían a su padre, porque les tocaba la tarea más difícil, contarle al General que había muerto uno de sus hijos.Entró al hospital y caminó con Justin tomados de las manos, los pasillos se veían solitarios y una tensa calma la invadió, a medida que se iba acercando a la habitación, no podía contener el temor que embargaba su corazón, temía la reacción de su padre frente a esa terrible noticia.Justin se dio cuenta y acarició con un dedo la palma de su mano.—Tranquila, yo estaré a tu lado —pronunció tratando de calmar la angustia de su esposa.Cuando llegaron a la habitación, su padre tenía los ojos cerrados, pero al escuchar el ruido que hicieron al entrar los abrió y al darse cuenta de su presencia, esbozó una leve sonrisa.—Mi niña… viniste a verme —pronunció con un hilo de voz.Emma se sonrió y corrió hacia él abrazándolo, no pudo evitar las
Tres meses despuésAimé se miró al espejo sin poder contener los nervios, ese día se celebraría la boda en el jardín de su nueva casa, se habían mudado a la ciudad de Nueva York, porque habían decidido comenzar una nueva vida lejos del sufrimiento que padeció en Los Ángeles.Suspiró al ver su reflejo, la tela de su vestido de novia cubría con suavidad sus curvas. Sonreía, sus ojos hipnotizadores brillaban de alegría y expectación. Sintió una calidez en el pecho al contemplarse, le parecía mentira que estaba a punto de a casarse con el hombre del que había estado enamorada desde hace más de doce años, la idea hizo que su corazón latiera un poco más rápido.Extendió la mano y tocó la tela, dejando que sus dedos recorrieran el intrincado encaje y la delicada pedrería. Ese era el momento con el que había soñado toda su vida, y quería aprovechar cada segundo.Dirigió su atención al velo que caía en cascada por su espalda, su textura etérea casi como un susurro sobre su piel. Con un suave m
Cinco meses despuésLa anticipación llenaba el aire mientras Emma estaba parada en el porche, sin dejar de observar hacia afuera, sus manos temblorosas y el corazón latiendo a mil por horas, con fuerza.Estaba esperando de manera ansiosa la llegada de su esposo, quien había estado fuera en una misión militar durante dos largos meses, que a ella se le hicieron eternos. En ese tiempo, aunque habían hablado por teléfono varias veces, para ella no era suficiente, necesitaba verlo, abrazarlo, besarlo, además, durante su ausencia lo que más temía era que le dieran dolores de parto y que su esposo no estuviera a su lado para recibir a su hijo.Durante esos meses, Emma había estado marcando los días en el calendario, incluso contaba las horas para su regreso.Finalmente, el día del regreso de Justin había llegó, Emma, con el corazón lleno de emoción, aguardaba acompañada del fiel Max, que durante esos días había sido su fiel compañero, no la había dejado sola ni siquiera un segundo, porque h
Un año después.—Lo que Dios ha unido no lo separe el hombre, puede besar a la novia —pronunció el clérigo.Loras no esperó ni un segundo, incluso antes de esas palabras ya le estaba retirando el velo a la novia, la había tomado entre sus brazos y la besaba de manera apasionada, ante los aplausos y risas de todos los invitados.Amine sintió el fuego de la pasión, arder dentro de ella, su cuerpo le cosquilló anhelando fundirse con el hombre del que se había enamorado, por fin, después de casi dos años de noviazgo, había decido unir sus vidas, tanto fue la insistencia de Loras, que no pudo negarse, después de todo él era el hombre que siempre imaginó en su vida, aunque de apariencia ruda, Loras era romántico, cariñoso, atento, y no dejaba de demostrarle ni un solo momento el profundo amor que le profesaba.Por fin rompieron el beso, se miraron con adoración, para cualquiera que los observara no pasaría desapercibido el profundo amor que se tenían.—Estoy tan feliz de ser parte important
“Justin debes regresar a tu casa, tu abuelo ha muerto” escuchó la voz de su madre al otro lado de la línea.—¿Qué estás diciendo? ¿Cómo fue? ¿Cuándo? —preguntó con incredulidad.“Lo que has escuchado, necesitamos que vengas a la brevedad posible, y aquí te cuento cómo ocurrió”. Por un momento el hombre se quedó en silencio, tratando de procesar las palabras de su madre, cuando lo hizo, no pudo evitar sentir su cuerpo temblar, un sollozo salió de su garganta y aunque deseaba controlarse no podía. Se levantó y le lanzó un par de golpes a la pared, ni siquiera sintió el dolor en su mano, porque el dolor de su alma era más fuerte, más profundo. Tuvo la sensación de que la tierra cedía debajo de sus pies y que todo se derrumbaba. Habían pasado unos meses desde la última vez que se vieron y ahora no tendrían la oportunidad de volverse a ver.Ni siquiera supo cómo se despidió, si la llamada la cortó su madre o él, solo recordaba haberse despedido de quien había sido su jefe por siete años
Un par de semanas después Justin llegó a la casa después de haber tenido un duro día de trabajo en su oficina, cuando se encontró con su familia en la sala de su casa. Frunció el ceño, porque sabía que ellos no daban puntada sin dedal, y estaba seguro de que se traían algo entre manos, por eso trataba de estar alerta para conocer sus intenciones. —¿Qué hacen aquí? —interrogó de mala manera mientras comenzaba a quitarse el saco del traje. —Hijo, ya tus tíos organizaron tu fiesta de compromiso, vinimos a buscarte para que asistas… —comenzó a decir su padre y Justin lo interrumpió sin ocultar su molestia. —¿Compromiso? ¿Acaso creen que ese matrimonio es de verdad? ¿Qué me emociona la idea de casarme con una desconocida por obligación? ¡Olvídense de eso! ¡No iré! —espetó con firmeza. —Pero Justin, debes cumplir las condiciones del testamento, solo queremos ayudarte —dijo su madre. —Para que no se diga que nosotros estamos entorpeciendo que cumplas con los acuerdos —respondió su tío
Base militar - Georgia. Justin ya tenía dos meses en el ejército, se encontraba realizando un ejercicio de combate en una montaña con los miembros de su unidad. El aire estaba lleno de tensión y adrenalina mientras los soldados luchaban entre sí, simulando situaciones de combate real. En un receso, mientras trataba de tomar aliento, se le acercó un compañero, el sargento Smith, con una cantimplora, y se sentó a su lado. —¿Quieres un poco? Quizás así agarres un poco de aliento —le dijo el hombre ofreciéndole una bebida. Por un momento Justin dudó, sin embargo, terminó cediendo, tomó el envase y bebió un trago largo. El líquido tenía un sabor fuerte y amargo, pero al mismo tiempo tenía un efecto refrescante en su cuerpo cansado. —Gracias —dijo Justin devolviendo la garrafa a su compañero—. Eso sí, me ayudó. —Es un brebaje especial, lo hago yo mismo es revitalizante —le explicó el hombre con una sonrisa—. Tiene algunas hierbas y especias que te dan una energía extra. Justin asint
Columbus—Georgia—¡Tienes prohibido salir Emma! Si me entero de que has escapado sin mi autorización vas a estar en graves problemas.—Pero papá, no haré nada malo, debes confiar en mí… entiende que me siento agobiada, tengo la sensación de estar encerrada en una cárcel —expresó la chica con un suspiro.—Lo hago por tu bien, no quiero que ninguno de esos soldados, oficiales, ponga su mirada en ti… no voy a permitir que mi hija se involucre con ninguno de ellos.—Pero tú también eres un militar ¿Por qué detestas tanto a los de tu clase? —interrogó ella.—Porque los conozco y sé la clase de hombres que son, tú eres demasiado buena para cualquiera de ellos, además, son peligroso, no quiero que tu vida esté en riesgo. Ya te lo dije Emma, y espero que me obedezcas. La joven no siguió discutiendo, se dio cuenta de que no haría cambiar a su padre de opinión, este vio su actitud como una clara señal de que obedecería su orden y salió de la casa.Sin embargo, cuando Emma lo vio salir, y cerra