Base militar - Georgia.
Justin ya tenía dos meses en el ejército, se encontraba realizando un ejercicio de combate en una montaña con los miembros de su unidad.
El aire estaba lleno de tensión y adrenalina mientras los soldados luchaban entre sí, simulando situaciones de combate real.
En un receso, mientras trataba de tomar aliento, se le acercó un compañero, el sargento Smith, con una cantimplora, y se sentó a su lado.
—¿Quieres un poco? Quizás así agarres un poco de aliento —le dijo el hombre ofreciéndole una bebida.
Por un momento Justin dudó, sin embargo, terminó cediendo, tomó el envase y bebió un trago largo.
El líquido tenía un sabor fuerte y amargo, pero al mismo tiempo tenía un efecto refrescante en su cuerpo cansado.
—Gracias —dijo Justin devolviendo la garrafa a su compañero—. Eso sí, me ayudó.
—Es un brebaje especial, lo hago yo mismo es revitalizante —le explicó el hombre con una sonrisa—. Tiene algunas hierbas y especias que te dan una energía extra.
Justin asintió y se preparó para volver a la lucha, sintiéndose renovado y con mucha más energía. Sin embargo, mientras se alejaba de la zona de entrenamiento, se dio cuenta de que algo no estaba bien, pese a ello trató de ignorar esa sensación y volvió al combate.
Justin pudo sentir la intensidad del ejercicio, llevando su cuerpo y su mente al límite de la fuerza y la agilidad. Era una sensación estimulante, tal y como sentía en cada descarga de adrenalina que acompañaba a cada misión que realizaba.
Pero cuando Justin saltó en el aire, apuntando una patada al muñeco de madera con el que había estado practicando, sintió la visión borrosa y su cabeza comenzó a darle vuelta.
—Disculpe, señor, permiso para retirarme —pidió al jefe de la unidad y cuando lo autorizaron se alejó a tropezones.
Percibió como una ráfaga de viento, que le desequilibró, algo extraño comenzó a sucederle a Justin. El sabor amargo y extraño de la bebida que había tomado antes se volvió más notorio, y una extraña sensación se apoderó de él.
Sintió un cosquilleo en el cuerpo, trató de mantenerse en pie, pero sus piernas temblaron como gelatina y la fuerza pareció abandonarlo. Intentó hablar, para pedir auxilio, pero sus palabras se convirtieron en un murmullo incoherente.
Cerró por un momento los ojos, cuando notó una sombra detrás de él. Antes de que pudiera reaccionar, sintió un empujón repentino y brutal que lo desequilibró por completo. Sin poder hacer nada para evitarlo, cayó hacia el vacío del acantilado que se encontraba tras él.
Ni siquiera pudo gritar porque sus palabras se le atascaron en la garganta, todo pasó en fracciones de segundo, sabía que si no hacía nada moriría, por eso luchó contra ese estado, agitó sus brazos salvajemente, al mismo tiempo que luchaba por agarrarse a algo, cualquier cosa, que detuviera su caída.
Finalmente, su mano se agarró de una rama de árbol delgada y anudada. Se aferró a la rama y todo su cuerpo tembló por el esfuerzo mientras se mantenía suspendido sobre el barranco que daba hacia el mar, que se veía fiero bajo sus pies.
Jadeó, con el corazón, latiéndole con fuerza en el pecho, levantó la vista con dificultad, pero no vio a ningún compañero de su unidad, estaba solo en el acantilado.
Intentó gritar, pero de su garganta no salió ningún sonido.
Justin intentó estabilizarse, pero las manos y los pies no dejaban de resbalar. Miró, desesperado a su alrededor, buscando salir de aquel aprieto mortal. Se esforzó por vislumbrar a alguien en la distancia, pero no había nada. Estaba solo, con el único sonido del viento y los árboles, el latido de su propio corazón y el mar agitando con fuerza.
Cerró los ojos, porque se dio cuenta de que estaba perdido, no lo iba a lograr, las manos comenzaron a resbalarle de la rama, a pesar de su desespero para mantenerse aferrado, sintió su agarre se aflojaba poco a poco.
En ese momento, un pensamiento lo invadió repentinamente: no podía morir así. No iba a dejar que eso sucediera. Debía hacer lo posible por salir airoso de todo eso.
Pensó que todo había sido extraño, esa bebida tenía algo, la intención del hombre era asesinarlo “¿Por qué?”, respondió.
—¿Quién cree que se beneficia más de mi muerte? —, se preguntó y enseguida la respuesta llegó a su mente como una ráfaga, “su esposa” ella seguramente creía que beneficiaria si moría.
Intentó aferrase de nuevo la rama con más fuerza, mientras la adrenalina fluía a través de sus venas. Sin embargo, no pudo lograrlo, terminó de resbalarse, y mientras caía se golpeó la cabeza y cayó al agua, ya inconsciente.
Nueva York.
Serena Moreau, estaba en la sede de la empresa armamentista como ama y señora del lugar, estaba en una reunión de trabajo con los accionistas de la empresa, incluido los tíos y el padre Justin.
—Analicen mi propuesta de negocio, pero les advierto, yo represento más del 50 % de las acciones de la empresa, y quien no esté de acuerdo, puede poner sus acciones a la venta… pero les recuerdo que la primera opción la tengo yo, que analizaré cómo, cuándo y a cuánto se la compro.
—¿Por qué te estás comportando como si fueras la dueña de esta empresa? —la debatió Kelvin, uno de los tíos de Justin.
—Porque en ausencia de mi esposo, soy yo quien debe velar por sus intereses.
Los demás accionistas miraron incómodos, sintiéndose impotentes ante la actitud prepotente de Serena. Sabían que ella estaba aprovechando la ausencia de su esposo para tomar el control absoluto de la empresa, y que si no hacían algo pronto, podrían perder todo lo que habían invertido.
Molesto ante la actitud de la mujer, el padre de Justin intervino.
—El hecho de que seas la esposa de Justin, no te da derecho a tomar decisiones importantes sin la aprobación de los accionistas, —intervino el padre de Justin.
—Además, las condiciones del testamento de mi padre no están cumplidas, por lo cual sus bienes aún no le corresponden a Justin —dijo uno de los tíos de Justin.
—¿Qué quiere decir? —preguntó la mujer sin entender.
Ese fue el momento que aprovechó Gregory, otro de los tíos de Justin, para intervenir.—Eso significa que para que Justin pueda heredar la mayoría de las acciones de la empresa armamentista y demás bienes de mi padre, creo que es necesario que cumpla todas las condiciones.
—Él ya lo hizo, se casó conmigo e ingresó en el ejército —profirió la mujer.
—Creo que deberías consultar con un abogado, ¡Eso no es suficiente! Porque otra de las condiciones es que debe pasar mínimo cuatro años en el ejército y casado —susurró Gregory en tono triunfal.
—Gregory, tampoco hables como si mi hijo estuviera muerto —espetó el padre de Justin.
El rostro de la mujer palideció por varios segundos, antes de lograr recomponerse, su asistente apareció en la sala.
—Señora Moreau, tiene una llamada en su oficina.
—Es señora Bellomo, recuerde que soy la esposa del señor Justin —declaró la mujer levantándose molesta de la mesa con aire de autoridad.
Caminó al Despacho y atendió la llamada.
—Disculpa señora, llamo de la base de Georgia, lamento darle esta noticia, pero el sargento Justin Bellomo murió trágicamente durante un ejercicio militar —dijo su interlocutor.
Al principio, la mujer se quedó por completo paralizada por la noticia, segundos después comenzó a llorar desconsoladamente mientras hablaba con el hombre, sin embargo, cuando cortó la llamada, se quedó sería.
—¡Maldit4 sea! ¡Esto no puede ser! —expresó de mal humor, porque las últimas palabras que le había dicho los familiares de Justin la dejaron pensando y podrían desbaratar sus planes.
Estaba segura de que tomaría el control y que heredaría la extensa fortuna del abuelo de Justin, pero no se dio cuenta de que podía sufrir un error de cálculo, se pasó la mano por la cabeza furiosa y pensando en una manera de convertirse en la heredera de todo, por eso había aceptado ese matrimonio.
Columbus—Georgia—¡Tienes prohibido salir Emma! Si me entero de que has escapado sin mi autorización vas a estar en graves problemas.—Pero papá, no haré nada malo, debes confiar en mí… entiende que me siento agobiada, tengo la sensación de estar encerrada en una cárcel —expresó la chica con un suspiro.—Lo hago por tu bien, no quiero que ninguno de esos soldados, oficiales, ponga su mirada en ti… no voy a permitir que mi hija se involucre con ninguno de ellos.—Pero tú también eres un militar ¿Por qué detestas tanto a los de tu clase? —interrogó ella.—Porque los conozco y sé la clase de hombres que son, tú eres demasiado buena para cualquiera de ellos, además, son peligroso, no quiero que tu vida esté en riesgo. Ya te lo dije Emma, y espero que me obedezcas. La joven no siguió discutiendo, se dio cuenta de que no haría cambiar a su padre de opinión, este vio su actitud como una clara señal de que obedecería su orden y salió de la casa.Sin embargo, cuando Emma lo vio salir, y cerra
Emma abrió los ojos asustada, el corazón le latía tan fuerte en el pecho, que pensó que se le saldría por la boca, trató de liberarse de su agarre, pero él la sujetó con más fuerza, haciéndole imposible liberarse de él.—¡Suéltame! Yo solo estaba tratando de ayudarte, te vi flotando en la playa, te rescaté, te traje aquí, te dio fiebre y te atendí para que se recuperara —respondió ella, tratando de explicarse.Él la soltó aunque dudoso, mientras la chica lo miraba con desconfianza, se sintió asustada ante la reacción del hombre que finalmente había recobrado el conocimiento, se preguntó si se trataba de un desertor o un criminal, antes esa idea su cuerpo se estremeció. Pero la actitud del hombre no era mejor, sus ojos, todavía nublados, la miraban con recelo y agitación. Trató de calmarse para no ponerlo más nervioso y respondió con voz apacible:—Tranquilo, por favor. Mi intención no es hacerte daño, todo lo contrario, te salvé la vida.El hombre la miró con incredulidad, parecía de
Emma se le quedó viendo con una expresión de preocupación en su rostro, se quedó pensando por un momento en su propuesta. Sabía que lo que Justin le estaba pidiendo era complicado, quizás si su padre la descubría podía tener problemas con él, mucho más de los que tenía ahora, pero también comprendía que era necesario para ayudarlo, una parte de ella le decía que él era confiable, por eso finalmente, decidió aceptar su propuesta.—De acuerdo, lo haré. Pero necesito saber ¿Quién es ese hombre y que debo hacer?—Es el sargento Smith, fue él quien me lanzó al vacío, me dio algún brebaje, con el cual logró drogarme, pero necesito saber de dónde viene, familiares, contacto, todo, porque de esa manera puedo llegar a la verdad.De pronto un gemido de dolor salió de sus labios, se llevó la mano a un costado, allí por fin ella, que hasta ese momento había estado tensa, mirándolo fijamente el rostro para no posar su mirada en el resto de su cuerpo, bajó la vista, y se dio cuenta de los golpes en
Cuando Emma llegó a la cueva, encontró a Justin acostado, pero temblando otra vez con la fiebre, no pudo evitar preocuparse por su estado, enseguida comenzó a desinfectarle las heridas, y le colocó las vendas en el tórax, tratando de que se mantuviera inmovilizado. Le movió para darle el analgésico con un poco de agua, y aunque él tenía los ojos vidriosos producto de su estado, la miraba con agradecimiento en los ojos, lo cual hizo que Emma se sonrojara nuevamente. —Gracias… por hacer todo esto por mí… eres muy amable —dijo Justin con voz suave, al mismo tiempo que levantaba una de sus manos y acariciaba con suavidad la mejilla de Emma. —No tienes por qué agradecer, solo hago lo que cualquier persona en mi lugar y con una situación similar a la mía haría —respondió Emma, intentando quitarle importancia a su gesto amable. Los dos compartieron una mirada cómplice por un momento, antes de que Justin cerrara los ojos nuevamente, exhausto por el esfuerzo y la fiebre. Emma se quedó a s
Emma se quedó viendo a Gaber, uno de los ayudantes de su padre, nerviosa y alerta. Sabía que si él descubría a Justin, no dudaría en llevárselo y entregárselo a su padre, lo cual podría poner su vida en peligro. Además, la mirada lasciva que Gaber le dirigía la hacía sentir incómoda, asustada y hasta asqueada. —Gaber, ¿qué haces aquí? ¿Mi papá vino contigo? —preguntó tratando de distraer la atención del hombre de su cuerpo semidesnudo. —¡¿Acaso lo estás viendo aquí, Emma?! —inquirió Gaber de manera desagradable, acercándose a ella de forma amenazante. —No, pero ¿por qué estás aquí? —respondió ella, intentando mantener la calma. —Por tu causa, Emma. Dijiste que venías a curar a un perro sarnoso que te habías encontrado, y tu padre me mandó para verificar que no lo estuvieras engañando. Pero no veo nada sarnoso ni enfermo en esa criatura horrorosa y desagradable que tienes en los brazos. ¿Estás engañando a tu padre? —preguntó con desdén, mientras observaba las gasas, vendas y medica
Capítulo 9. Un precio que pagar. Emma se cubrió y acunó el perro en sus manos para regresar a su casa, mientras terminaba de arreglar todo para irse, Justin la miró con tristeza, como si no quisiera que se fuera. —No me mires así, voy a volver para ver cómo estás, te voy a dejar mi celular, allí tienes marcado el teléfono de la casa, me debes marcar allí avisarme si te da fiebre, o cualquier cosa que necesites, si es así, tal vez necesitemos encontrar a un médico para que venga a revisarte, además, si lo tuyo es una fractura debes hacértela ver porque es peligroso. —Tranquila, no tienes nada de que preocuparte, yo estaré bien, me tomó el analgésico y descanso —se acercó a ella y la tomó de las manos—, solo deseo que te cuides, por favor, no quiero que te vayan a lastimar, ya sabes que debes cuidarte de Gaber, procura no quedarte a sola con él, serías bueno que hables con tu padre de lo ocurrido —propuso y de pronto ella se echó a reír, mientras Justin la veía desconcertado. —Discul
Emma se vistió y salió de su habitación justo cuando su padre estaba saliendo.—¿Papá dónde vas?—Voy al comando, tengo cosas qué hacer —dijo con seriedad.—¿Puedo ir contigo? —él frunció el ceño porque ella sabía bien que no le gustaba que tuviera mucho contacto con la gente con la que trabajaba, pero antes de que pudiera decirle algo, ella insistió—, prometo no salir de tu oficina, por favor, no quiero quedarme sola aquí.Su padre suspiró con incomodidad, pero ante la insistencia de Emma terminó cediendo y ahora estaban allí, mientras su padre se reunía en otro lugar con Gaber.Sabía que esa era su oportunidad para investigar todo lo relacionado con el sargento Smith. Intentó desbloquear la laptop de su padre, colocó la fecha de matrimonio con su madre.—¡Diablos! —exclamó al ver fallido su primer intento.Iba a intentar una segunda vez, pero no sabía cuántas oportunidades tenía antes de que se bloqueara o emitiera una alarma, desconocía cómo funcionaba todo. Empezó a buscar por el
El General Peterson se quedó en el despacho, mortificado por lo que acababa de ocurrir. Sabía que la tensión entre él y su hija no podía seguir de esa manera, que debía tomar medidas para arreglar su relación con Emma y para sacarla de allí.Ella no estaría a salvo, mientras permaneciera con él, y la mejor opción era lo que había ideado, no había otra, prefería que Emma se enojara y terminara odiándolo por protegerla a que le sucediera algo, porque de ser así, jamás podría perdonarse a sí mismo.Por su parte, Emma salió muy molesta de la oficina de su padre, no le importó que estaba cayendo la noche, necesitaba ir a su casa, recoger al perro y salir corriendo de allí.Tampoco le prestó atención al hecho de que mientras corría por los pasillos de la base militar, todas las miradas se posaban curiosamente en ella, lo único que quería era poner distancia con su padre, no podía contener esa mezcla de furia y tristeza que se agitaba peligrosamente en su interior, por sus intentos de manipu