“Justin debes regresar a tu casa, tu abuelo ha muerto” escuchó la voz de su madre al otro lado de la línea.
—¿Qué estás diciendo? ¿Cómo fue? ¿Cuándo? —preguntó con incredulidad.“Lo que has escuchado, necesitamos que vengas a la brevedad posible, y aquí te cuento cómo ocurrió”.Por un momento el hombre se quedó en silencio, tratando de procesar las palabras de su madre, cuando lo hizo, no pudo evitar sentir su cuerpo temblar, un sollozo salió de su garganta y aunque deseaba controlarse no podía.
Se levantó y le lanzó un par de golpes a la pared, ni siquiera sintió el dolor en su mano, porque el dolor de su alma era más fuerte, más profundo. Tuvo la sensación de que la tierra cedía debajo de sus pies y que todo se derrumbaba.
Habían pasado unos meses desde la última vez que se vieron y ahora no tendrían la oportunidad de volverse a ver.
Ni siquiera supo cómo se despidió, si la llamada la cortó su madre o él, solo recordaba haberse despedido de quien había sido su jefe por siete años y de su familia, y ahora, después de quince horas de vuelo, estaba aterrizando en la ciudad de Nueva York.Justin había tenido siempre una relación muy especial con su abuelo y le costaba creer esa terrible noticia, estaba ansioso por verlo, aunque sea una última vez, decirle tantas cosas, así no recibiera respuesta.
Llegó a la casa, y vio muchos autos estacionados, se sorprendió porque pensó que el funeral sería en la funeraria, pero por lo que estaba viendo estaba siendo velado en la mansión.
Entró y se quedó estático cuando vio a la familia reunida, sus padres, hermanos, tíos, primos, todos vestidos de negro, pero no había ningún ataúd.
Cuando su madre lo vio se levantó para saludarlo.—Hijo, llegaste, ya el abogado viene en camino para leer el testamento.—¿El testamento? ¿De qué están hablando? Mi abuelo no tiene, sino unas pocas horas que murió y ya están leyendo su testamento… ¿Es tanto su ambición que no pueden esperar el tiempo de duelo para leerlo? —expresó furioso, comprobando una vez más las razones por las cuales se había alejado de todos ellos.Se hizo un silencio sepulcral, si en ese instante a alguien le hubiese dado por lanzar un alfiler al piso, habría resonado en toda la casa, por un momento frunció el ceño, no entendía esa actitud de todos, hasta que fue su hermano mayor quien habló.—El nieto preferido llega a casa, pero tarde… ¡Qué triste! —dijo en tono sardónico—, permíteme informarte qué… —sus palabras fueron interrumpidas por su madre.—¡Ya basta, Jan! Déjame que sea yo quien se lo diga —dijo su madre, pero su hermano no se detuvo ante su petición.—La verdad es que el abuelo murió hace ocho días y si te llamamos para que vinieras ahora, es porque ayer el abogado dio un ultimátum que el testamento no iba a ser leído, si no estabas presente, pero de lo contrario no te habríamos avisado nunca, esa es la verdad.Justin sintió la rabia hervir dentro de él como una peligrosa olla de presión, apretó los puños a un lado de su cuerpo para evitar propinarle el puñetazo que se merecía el idiota de su hermano, en ese momento lo odiaba más que nunca a todos, ¿Cómo habían podido ser capaz de no avisarle de la muerte de su abuelo para despedirlo en su último adiós?Luchó contra el nudo, en la garganta que le impedía hablar, se aclaró la garganta, respiró profundo, hasta que finalmente salió su voz, fuerte e iracunda.—¡Esto es inaceptable! —exclamó Justin, conteniendo apenas su furia—. ¿Cómo pudieron ocultarme la muerte de mi abuelo durante ocho días? ¿Qué clase de familia son ustedes? Sus ojos recorrieron a cada miembro presente, buscando respuestas que sabían que no le iban a dar.Su madre bajó la mirada, incapaz de sostener la del joven. Justin notó el incómodo silencio que se había instalado en la habitación, interrumpido únicamente por su respiración agitada.Justo en ese momento, el abogado llegó, rompiendo la tensión con su presencia. Era un hombre mayor, de aspecto serio y elegante. Caminó hacia el centro de la sala y miró a Justin con una expresión comprensiva.—Señor Bellomo, bienvenido, mis más sinceras condolencias por la pérdida de su abuelo, me alegra que esté aquí, su familia informó que estaba en una misión en un lugar inhóspito y que no habían podido comunicarse con usted, pero su abuelo dejó clara las instrucciones, que sin su presencia no podía abrirse el testamento. Comprendo la situación desafortunada que le impidió estar en el sepelio de su abuelo —, Justin no dijo nada, porque no creía que de su boca pudiera salir algo bueno en ese momento—. Por favor, siéntese, comenzaremos la lectura del testamento.Justin se dejó caer en una silla cercana, aun tratando de asimilar la noticia de la muerte de su abuelo y la falta de comunicación de su familia. Estaba lleno de resentimiento hacia ellos, pero también había una mezcla de tristeza y añoranza por el hombre que lo había criado y amado.
El abogado comenzó a leer el testamento en voz alta. Justin escuchaba atentamente, aunque su mente seguía revoloteando con preguntas y emociones contradictorias. Se mencionaron propiedades, inversiones y la empresa armamentística de la familia. Pero lo que más sorprendió a Justin fue lo que llegó a continuación.—Nombro como heredero de mis bienes a mi nieto Justin Melquiades Bellomo, siempre y cuando cumpla las condiciones estipuladas en este documento —el abogado hizo una pausa y Justin levantó la mirada, observándolo con confusión—, debe casarse con la nieta de mi mejor amigo Aníbal Moreau, es una buena chica y sé que sabrá ganarse el corazón de mi nieto y alistarse en el ejército, ambos, por un período mínimo de cuatro años.Justin abrió los ojos, sin evitar sorprenderse ¿Qué le pasaba a su abuelo? ¿Se había vuelto loco? ¿Cuántas veces le dijo que no quería seguir la costumbre familiar de ir a la milicia y que no le interesaba casarse?, se preguntó ¿Cómo podía su abuelo imponerle esas condiciones tan peculiares? Para convertirlo en heredero de su fortuna.No pudo contenerse y se levantó de su asiento.—Lo siento, pero renuncio a esa fortuna, no me interesa nada, porque ni quiero ir al ejército y mucho menos quiero casarme con alguien a quien ni siquiera le he visto la cara —dijo con firmeza caminando hacia la puerta, pero antes de poder cruzar el umbral el abogado lo detuvo.—No se vaya, señor Bellomo, debe escuchar la última cláusula legal —articuló el abogado mirándolo fijamente.Justin asintió, se giró de nuevo hacia él, aunque se mantuvo en pie, sin embargo, no podía concentrarse en sus palabras, su mente divagaba entre el dolor de la pérdida de su abuelo y el desconcierto por las condiciones impuestas.—Si mi nieto se niega a cumplir las condiciones y a tomar posesión de la mayor parte de mi fortuna, esta se dividirá en partes iguales entre mis hijos y nietos, excluyendo a Justin. Al escuchar la última parte del testamento, todos sonrieron complacidos, estaban seguro de que Justin no se sometería a esas condiciones y por eso la enorme fortuna del anciano pasaría a todos ellos.Justin sintió un nudo en el estómago mientras observaba a su familia sonriendo con satisfacción, no podía soportar la idea de verlos a todos, parecía una manada de lobos hambrientos, esperando ansiosamente la muerte del patriarca para repartirse su fortuna. No, él no lo permitiría, por mucho que no le gustara la idea, iba a honrar la memoria de su abuelo.Volvió a sentarse, pasaron unos instantes de silencio incómodo hasta que finalmente habló y les hizo saber su decisión.—Yo acepto las condiciones de mi abuelo. Me casaré y me alistaré en el ejército. Lo hago porque quiero honrar la memoria de mi abuelo, no por el dinero ni por la empresa. Quiero seguir su legado y me niego a que todos ustedes toquen un solo dólar de su fortuna. Cumpliré con sus condiciones, aunque sea lo último que haga.Un par de semanas después Justin llegó a la casa después de haber tenido un duro día de trabajo en su oficina, cuando se encontró con su familia en la sala de su casa. Frunció el ceño, porque sabía que ellos no daban puntada sin dedal, y estaba seguro de que se traían algo entre manos, por eso trataba de estar alerta para conocer sus intenciones. —¿Qué hacen aquí? —interrogó de mala manera mientras comenzaba a quitarse el saco del traje. —Hijo, ya tus tíos organizaron tu fiesta de compromiso, vinimos a buscarte para que asistas… —comenzó a decir su padre y Justin lo interrumpió sin ocultar su molestia. —¿Compromiso? ¿Acaso creen que ese matrimonio es de verdad? ¿Qué me emociona la idea de casarme con una desconocida por obligación? ¡Olvídense de eso! ¡No iré! —espetó con firmeza. —Pero Justin, debes cumplir las condiciones del testamento, solo queremos ayudarte —dijo su madre. —Para que no se diga que nosotros estamos entorpeciendo que cumplas con los acuerdos —respondió su tío
Base militar - Georgia. Justin ya tenía dos meses en el ejército, se encontraba realizando un ejercicio de combate en una montaña con los miembros de su unidad. El aire estaba lleno de tensión y adrenalina mientras los soldados luchaban entre sí, simulando situaciones de combate real. En un receso, mientras trataba de tomar aliento, se le acercó un compañero, el sargento Smith, con una cantimplora, y se sentó a su lado. —¿Quieres un poco? Quizás así agarres un poco de aliento —le dijo el hombre ofreciéndole una bebida. Por un momento Justin dudó, sin embargo, terminó cediendo, tomó el envase y bebió un trago largo. El líquido tenía un sabor fuerte y amargo, pero al mismo tiempo tenía un efecto refrescante en su cuerpo cansado. —Gracias —dijo Justin devolviendo la garrafa a su compañero—. Eso sí, me ayudó. —Es un brebaje especial, lo hago yo mismo es revitalizante —le explicó el hombre con una sonrisa—. Tiene algunas hierbas y especias que te dan una energía extra. Justin asint
Columbus—Georgia—¡Tienes prohibido salir Emma! Si me entero de que has escapado sin mi autorización vas a estar en graves problemas.—Pero papá, no haré nada malo, debes confiar en mí… entiende que me siento agobiada, tengo la sensación de estar encerrada en una cárcel —expresó la chica con un suspiro.—Lo hago por tu bien, no quiero que ninguno de esos soldados, oficiales, ponga su mirada en ti… no voy a permitir que mi hija se involucre con ninguno de ellos.—Pero tú también eres un militar ¿Por qué detestas tanto a los de tu clase? —interrogó ella.—Porque los conozco y sé la clase de hombres que son, tú eres demasiado buena para cualquiera de ellos, además, son peligroso, no quiero que tu vida esté en riesgo. Ya te lo dije Emma, y espero que me obedezcas. La joven no siguió discutiendo, se dio cuenta de que no haría cambiar a su padre de opinión, este vio su actitud como una clara señal de que obedecería su orden y salió de la casa.Sin embargo, cuando Emma lo vio salir, y cerra
Emma abrió los ojos asustada, el corazón le latía tan fuerte en el pecho, que pensó que se le saldría por la boca, trató de liberarse de su agarre, pero él la sujetó con más fuerza, haciéndole imposible liberarse de él.—¡Suéltame! Yo solo estaba tratando de ayudarte, te vi flotando en la playa, te rescaté, te traje aquí, te dio fiebre y te atendí para que se recuperara —respondió ella, tratando de explicarse.Él la soltó aunque dudoso, mientras la chica lo miraba con desconfianza, se sintió asustada ante la reacción del hombre que finalmente había recobrado el conocimiento, se preguntó si se trataba de un desertor o un criminal, antes esa idea su cuerpo se estremeció. Pero la actitud del hombre no era mejor, sus ojos, todavía nublados, la miraban con recelo y agitación. Trató de calmarse para no ponerlo más nervioso y respondió con voz apacible:—Tranquilo, por favor. Mi intención no es hacerte daño, todo lo contrario, te salvé la vida.El hombre la miró con incredulidad, parecía de
Emma se le quedó viendo con una expresión de preocupación en su rostro, se quedó pensando por un momento en su propuesta. Sabía que lo que Justin le estaba pidiendo era complicado, quizás si su padre la descubría podía tener problemas con él, mucho más de los que tenía ahora, pero también comprendía que era necesario para ayudarlo, una parte de ella le decía que él era confiable, por eso finalmente, decidió aceptar su propuesta.—De acuerdo, lo haré. Pero necesito saber ¿Quién es ese hombre y que debo hacer?—Es el sargento Smith, fue él quien me lanzó al vacío, me dio algún brebaje, con el cual logró drogarme, pero necesito saber de dónde viene, familiares, contacto, todo, porque de esa manera puedo llegar a la verdad.De pronto un gemido de dolor salió de sus labios, se llevó la mano a un costado, allí por fin ella, que hasta ese momento había estado tensa, mirándolo fijamente el rostro para no posar su mirada en el resto de su cuerpo, bajó la vista, y se dio cuenta de los golpes en
Cuando Emma llegó a la cueva, encontró a Justin acostado, pero temblando otra vez con la fiebre, no pudo evitar preocuparse por su estado, enseguida comenzó a desinfectarle las heridas, y le colocó las vendas en el tórax, tratando de que se mantuviera inmovilizado. Le movió para darle el analgésico con un poco de agua, y aunque él tenía los ojos vidriosos producto de su estado, la miraba con agradecimiento en los ojos, lo cual hizo que Emma se sonrojara nuevamente. —Gracias… por hacer todo esto por mí… eres muy amable —dijo Justin con voz suave, al mismo tiempo que levantaba una de sus manos y acariciaba con suavidad la mejilla de Emma. —No tienes por qué agradecer, solo hago lo que cualquier persona en mi lugar y con una situación similar a la mía haría —respondió Emma, intentando quitarle importancia a su gesto amable. Los dos compartieron una mirada cómplice por un momento, antes de que Justin cerrara los ojos nuevamente, exhausto por el esfuerzo y la fiebre. Emma se quedó a s
Emma se quedó viendo a Gaber, uno de los ayudantes de su padre, nerviosa y alerta. Sabía que si él descubría a Justin, no dudaría en llevárselo y entregárselo a su padre, lo cual podría poner su vida en peligro. Además, la mirada lasciva que Gaber le dirigía la hacía sentir incómoda, asustada y hasta asqueada. —Gaber, ¿qué haces aquí? ¿Mi papá vino contigo? —preguntó tratando de distraer la atención del hombre de su cuerpo semidesnudo. —¡¿Acaso lo estás viendo aquí, Emma?! —inquirió Gaber de manera desagradable, acercándose a ella de forma amenazante. —No, pero ¿por qué estás aquí? —respondió ella, intentando mantener la calma. —Por tu causa, Emma. Dijiste que venías a curar a un perro sarnoso que te habías encontrado, y tu padre me mandó para verificar que no lo estuvieras engañando. Pero no veo nada sarnoso ni enfermo en esa criatura horrorosa y desagradable que tienes en los brazos. ¿Estás engañando a tu padre? —preguntó con desdén, mientras observaba las gasas, vendas y medica
Capítulo 9. Un precio que pagar. Emma se cubrió y acunó el perro en sus manos para regresar a su casa, mientras terminaba de arreglar todo para irse, Justin la miró con tristeza, como si no quisiera que se fuera. —No me mires así, voy a volver para ver cómo estás, te voy a dejar mi celular, allí tienes marcado el teléfono de la casa, me debes marcar allí avisarme si te da fiebre, o cualquier cosa que necesites, si es así, tal vez necesitemos encontrar a un médico para que venga a revisarte, además, si lo tuyo es una fractura debes hacértela ver porque es peligroso. —Tranquila, no tienes nada de que preocuparte, yo estaré bien, me tomó el analgésico y descanso —se acercó a ella y la tomó de las manos—, solo deseo que te cuides, por favor, no quiero que te vayan a lastimar, ya sabes que debes cuidarte de Gaber, procura no quedarte a sola con él, serías bueno que hables con tu padre de lo ocurrido —propuso y de pronto ella se echó a reír, mientras Justin la veía desconcertado. —Discul