Inicio / Mafia / La debilidad del mafioso / Capítulo 2: Disparos
Capítulo 2: Disparos

Me he concentrado tanto en mi trabajo que cuando llego a mi casa grito al ver aún a mi visita inesperada acostada en mi cama.

— ¡¿Qué pasó?! — grita él apuntándome para después suspirar profundo.

— ¿Qué haces aquí? — pregunto molesta.

— ¿Me estás echando acaso?

— Debes marcharte, este es mi espacio y contigo aquí no tengo donde dormir.

— Puedes dormir a mi lado.

— ¿Eres mi esposo, señor? Porque solo los esposos duermen juntos.

El hombre que parece muy cómodo en mi casa, me sonríe, pero, no se molesta en alejarse de mi cama o marcharse, porque se acomoda más como si no estuviera herido.

— Entonces eres virgen. — dice él en tono burlón.

— Si soy o no virgen no es tu problema.

— Tienes razón, no es mi problema. Parece que estás molesta porque me encuentre aquí.

— No te conozco y es evidente que eres alguien peligroso, por eso no te quiero aquí. Si vienen tus enemigos, nos matarán y nadie podrá salvarnos.

— No te preocupes, ya vamos a marcharnos, solo te estaba esperando.

— ¿Marcharnos? ¿Quién más se va contigo? ¿Trajiste a uno de tus amigos acaso? — pregunto mirando a mi alrededor.

Pero, no hay manera de que pueda ocultar a alguien aquí cuando es una habitación donde está ubicado todo.

— No, querida, nos marcharemos de aquí tú y yo.

— Señor…

— Arnold, mi nombre es Arnold Krick. — dice él como si esperara una reacción sorprendente de mí.

— Bien, señor Arnold…

— No señor, Arnold, solo llámame así.

— Bien, solo Arnold, ¿Quién le dijo a usted que voy a marcharme con usted?

— Yo, eso fue lo que decidí, por eso, te estoy esperando para marcharnos.

Estoy por responder a su plan ilógico, pero, unos disparos me hacen lanzarme al suelo implorando no morir cuando tengo tantas cosas por vivir.

— ¡Malditos, me han encontrado! — dice él arrastrándose hacia donde me encuentro.

— Esto no puede estar sucediendo, la señora Johnson va a matarme, me venderá los órganos para que pague todo lo que costará arreglar esto.

— No pienses en tonterías, quien te toque se muere antes de intentarlo. — dice él y yo no dudo de ello. Tal parece que todo lo soluciona con violencia.

— Vamos a morir, por Dios, voy a morir. — digo llorando mientras él me cubre con su cuerpo.

— Tranquila, si los inútiles de mis hombres no controlan la situación pronto, los mataré y después a ellos.

Estoy por decirle que no sea arrogante, pero el silencio me hace dudar y por eso, espero implorando que se haya marchado la amenaza o como dijo Arnold, sus hombres se hayan hecho cargo de la situación.

— Señor Krick, ¿se encuentra bien?

— Son unos malditos inútiles, ¡¿Cómo pudieron permitir que esos bastardos me encontraran?! — grita Arnold como si estuviera en posición de regañar a alguien cuando estamos en el suelo en medio de escombros de lo que hace poco era mi hogar.

Arnold se levanta y yo cubro mis oídos al ver como sus hombres no esperan que abra la puerta si no que la rompen de una patada.

— ¡Estos desgraciados! ¡¿Han arruinado la puerta?! — grito molesta y de inmediato, cubro mi boca la ver que me apuntan con el arma.

— Bajen las armas, tontos.

— Ya han venido por ti, márchese por favor. — digo levantándome del suelo con lágrimas cayendo por mis mejillas.

— Pequeña…

— ¡Váyanse ahora! ya te he ayudado Arnold, así que, vete. — digo y los hombres armados se asombran y se miran entre sí con miedo como si hubiese ofendido a su jefe.

Con dolor, miro como ha quedado mi hogar sorprendiéndome que todas esas perforaciones de balas que hay en las paredes ninguna afortunadamente me daño a mí. 

— Jefe…

— Revisen que no haya más sorpresas. No quiero que un error como este vuelva a suceder. 

— Váyanse, por favor. No tarden en irse de mi vida.

— Está bien, me iré, pero ya te lo dije, te marcharás conmigo. — dice Arnold agarrándome en sus brazos tan rápido que siento que levito.

— ¡¿Qué locura estás haciendo?!

— Te lo dije, nos vamos. — dice él y yo entro en pánico.

‘¡Van a secuestrarme! ¡Seguramente se ofendió por lo que he dicho y por eso va a llevarme lejos para sacar los órganos o lo que sea que hacen los hombres como él!’ me grito mentalmente.

— ¡Suéltame ahora mismo! ¡Yo no he dicho que me voy a ir contigo! ¡Yo no quiero marcharme, suéltame ahora! — grito desesperada intentando alejarme de su agarre.

— Ayúdenme a sostener a esta cabra rabiosa antes que me lastime más. — dice él con molestia.

— Sí, señor.

Cabra… acaba de llamarme cabra.

El enojo me invade y de inmediato comienzo a patear todo a mi alrededor sintiéndome completamente ofendida, por eso, él me suelta cuando al menos cinco de sus hombres me tienen sujeta sacándome del lugar que era mi hogar. 

— ¡Esta rabiosa la cabra! ¡Cuidado me la dejan caer! — dice Arnold.

— ¡Desgraciado! ¡Más cabra serás tú, malnacido! — grito mientras intento soltarme del agarre de ellos, pero, así como me muevo ellos también lo hacen.

— Yo no soy cabra, yo diría que soy un toro o algo más peligroso, pequeña.

— Cuando me suelten voy a matarte, desgraciado.

— Si lo logras sin duda serás alguien que los demás van a admirar, porque llevan años intentando matarme y nada que lo logran. — dice Arnold divertido mientras camina detrás de mí.

Aunque quiero gritarle todo tipo de cosas, ellos me sueltan apenas llegamos al auto y a pesar de que esperaba que era porque se habían arrepentido de secuestrarme, la realidad es diferente a lo que mi tonto corazón anhela.

— Finalmente encontramos al demonio que se escapó de morir anoche. — dice un hombre con cortes incluso en su rostro.

— Marlon…— dice Arnold tomando mi brazo para colocarme detrás de él.

— ¿Qué pasa? — pregunto angustiada.

— Él era quien me estaba persiguiéndome ayer, el maldito bastardo que casi me mata.

— Ohh…

— Entonces, chicos, ¿esta fue la perra que me arruinó los planes anoche? — pregunta el hombre cuyo nombre es Marlon y cuando estoy por responder algo, un disparo se escucha y yo veo como la mejilla de ese hombre se abre mostrando varios dientes destruidos por el disparo que ha comenzado una nueva guerra.

— ¡A mi mujer no la llamas perra! — grita Arnold para continuar con los disparos mientras yo intento agarrar señal para procesar lo que sucede.

Sigue leyendo en Buenovela
Escanea el código para descargar la APP

Capítulos relacionados

Último capítulo

Escanea el código para leer en la APP