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Capítulo 3: Su protectora y salvadora

Yo sí quiero saber en qué planeta, dimensión desconocida o realidad alterada yo soy su mujer, porque en esta sin duda no lo es. Pero, no tengo tiempo para aclarar algo así, porque los disparos no se hacen esperar y el hombre despiadado que no le preocupa que este en medio de los disparos continua con el enfrentamiento que reafirma el hecho que soy su mujer.

— ¡No apunten a Arnold, maten a la m*****a mujer! — grita el hombre.

— Pero, ¿yo que culpa tengo? Yo no he pedido que se maten entre sí. — digo llorando.

— No se preocupe, señora Krick, nosotros la protegemos. — dice uno de ellos y si pudiera me quitara el zapato para golpearle la cabeza.

— ¡Yo no soy la señora Krick! — grito levantándome con enojo, pero, rápidamente Arnold me hace agacharme solo para observar cómo perforan la pared porque varias personas apuntaron hacia el mismo lugar.

‘Así hubiese quedado mi cabeza por haber sido tan imprudente.’ Me quejo mentalmente.

Agradezco a Dios por tener la oportunidad para vivir un poco más mientras observo con timidez al hombre que me está matando con la mirada.

— ¿Acaso no te das cuenta en el problema en el que estamos, pequeña?

— Lo siento, me dejé llevar por el enojo.

— Controla tu enojo, después regañas a quien desees. — dice él mientras los demás disparan.

Me quedo en silencio cubriendo mis oídos mientras imploro pronto salir de aquí. Aunque hay muchos gritos y disparos, la policía no aparece y yo imploro que así sea, porque si me capturan van a sacarme del país por no tener documentación.

‘Mira lo que obtienes por meterte en problemas que no tienen algo que ver contigo, Eva.’ Me regaño mentalmente.

Ahora no solo tengo que pensar en la casa de la señora Jonhson si no que seré expulsada del país por meterme en problemas cuando no soy siquiera una ciudadana documentada. Entonces, todo el esfuerzo que hice para venir a Estados Unidos en busca de un mejor sueño se irá a la basura.

— Señor Arnold, creo que lo mejor es que yo salga y explique que no somos pareja y que me dejen ir. Así ustedes se encargan de sus asuntos y yo sigo con mi vida, ¿Qué te parece?

— ¿Piensas hablar con Marlon para que te perdone la vida?

— Solo le diré la verdad, él va a entender.

— Le acabo de destruir la boca porque te dijo perra, ¿crees que decirle que no me interesas te salvará la vida? — pregunta Arnold mientras recarga su arma para continuar con el enfrentamiento.

Él tiene razón, pero, es tan molesto lo que dice, no me agrada en lo absoluto que me haga parte de un problema que no será fácil de solucionar. Porque ahora me ha usado como motivo para hacerlo enojar, pero cuando ya se aburra de mí, me quedará el problema y yo no puedo alejarlo como él lo hace.

— Esto no es justo, solo te ayudé un poco y mira en el problema en el que me has metido. Eres un desgraciado, por tu culpa mira en todo el problema en el que estoy por tu culpa.

— Te estoy defendiendo, si no estuviera agradecido por lo que hiciste, me hubiese ido en la madrugada antes que despertaras.

— ¡¿Por qué no hiciste eso?! ¡Si te hubieses marchado, no estaría en este problema! — grito enojada.

— ¿Acaso no comprendes que habrían venido a tu casa a buscarme y al no encontrarme te hubiesen torturado por obtener información de mí?

— Yo no sé algo de ti.

— Sí, pero esa respuesta no los hubiese complacido, ¿lo comprendes?

Me quedo en silencio, porque aunque no sé cómo ellos normalmente actúan, estoy segura que no se marcharían después de decirles que no sé de qué me hablan, ya que, han venido hasta aquí porque tenían conocimiento de la presencia de Arnold en mi casa.

— Pero… ¿Cómo se dieron cuenta?

— No son tontos, saben que no puedo simplemente desaparecer en el aire, seguramente buscaron en las cámaras de vigilancia o preguntaron a los vecinos, no importa el método, era obvio que eventualmente te encontrarían. Así que, deja de quejarte y sé una buena chica, porque si haces algo imprudente vas a morir.

Ni siquiera espero que me lo advierta por segunda vez. Yo tengo tanto miedo que incluso me esfuerzo por respirar sin moverme mucho porque no quiero que eso sea motivo suficiente para ser asesinada.

Por eso, cuando me hacen subir a un auto, lo hago sin protestar aunque no creo que sea buena idea irme con la gente de un hombre que del que apenas conozco su nombre.

— Eres una buena chica. Al menos cuando lo amerita eres obediente. — dice Arnold acariciando mi cabeza mientras uno de sus hombres recarga su arma.

— No estoy interesada en tus halagos molestos.

— Fuiste obediente y estoy resaltado eso, ¿acaso es malo decir las cosas que haces bien?

— ¿Por qué les diste a entender a todos que tenemos algo?

— Eres mi protectora y salvadora.

‘Este hombre no es normal, ¿Cómo podría ser todo eso cuando ni siquiera sé cómo disparar un arma?’ me pregunto mentalmente.

— ¿Quién te dijo esa locura? ¿Acaso crees que una mujer tan pequeña podría salvarte y ser tu protectora?

— Me besaste cuando te dije que me ayudarás a perderlos y eso me salvó de una muerte segura, además, me estuviste cuidando toda la noche después de curarme las heridas.

>> Por lo que, me protegiste de cualquier fiebre o tonto que me hiciera daño mientras dormía. Incluso pudiste conmigo cuando mides un metro con sesenta centímetros y yo soy sesenta centímetros más alto que tú y ni hablar del peso, porque sigo sin comprender como pudiste llevarme a tu casa.

— Estaba pendiente de ti porque no quería despertar y no encontrarme con mis objetos valiosos, solo es eso. Además, pude contigo porque te subí a un carro de compras mientras maldecía porque pesabas mucho. — digo de inmediato, pero, él no parece convencido de lo que le he dicho.

— Vaya, tendré que comprar esos carros de compra porque son muy resistentes. A partir de ahora me moveré en ellos por toda la casa.

— Bien por ti, ahora, déjame ir. Tengo que ir al trabajo en una hora.

— Creo que no lo has entendido, Marlon ya sabe que eres mi mujer, así que, todos te buscarán para matarme.

— Pero, ¿Por qué?

— Porque al defenderte declaré que eres mi persona valiosa, mi punto débil, mi mujer.

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