Yo sí quiero saber en qué planeta, dimensión desconocida o realidad alterada yo soy su mujer, porque en esta sin duda no lo es. Pero, no tengo tiempo para aclarar algo así, porque los disparos no se hacen esperar y el hombre despiadado que no le preocupa que este en medio de los disparos continua con el enfrentamiento que reafirma el hecho que soy su mujer.
— ¡No apunten a Arnold, maten a la m*****a mujer! — grita el hombre. — Pero, ¿yo que culpa tengo? Yo no he pedido que se maten entre sí. — digo llorando. — No se preocupe, señora Krick, nosotros la protegemos. — dice uno de ellos y si pudiera me quitara el zapato para golpearle la cabeza. — ¡Yo no soy la señora Krick! — grito levantándome con enojo, pero, rápidamente Arnold me hace agacharme solo para observar cómo perforan la pared porque varias personas apuntaron hacia el mismo lugar. ‘Así hubiese quedado mi cabeza por haber sido tan imprudente.’ Me quejo mentalmente. Agradezco a Dios por tener la oportunidad para vivir un poco más mientras observo con timidez al hombre que me está matando con la mirada. — ¿Acaso no te das cuenta en el problema en el que estamos, pequeña? — Lo siento, me dejé llevar por el enojo. — Controla tu enojo, después regañas a quien desees. — dice él mientras los demás disparan. Me quedo en silencio cubriendo mis oídos mientras imploro pronto salir de aquí. Aunque hay muchos gritos y disparos, la policía no aparece y yo imploro que así sea, porque si me capturan van a sacarme del país por no tener documentación. ‘Mira lo que obtienes por meterte en problemas que no tienen algo que ver contigo, Eva.’ Me regaño mentalmente. Ahora no solo tengo que pensar en la casa de la señora Jonhson si no que seré expulsada del país por meterme en problemas cuando no soy siquiera una ciudadana documentada. Entonces, todo el esfuerzo que hice para venir a Estados Unidos en busca de un mejor sueño se irá a la basura. — Señor Arnold, creo que lo mejor es que yo salga y explique que no somos pareja y que me dejen ir. Así ustedes se encargan de sus asuntos y yo sigo con mi vida, ¿Qué te parece? — ¿Piensas hablar con Marlon para que te perdone la vida? — Solo le diré la verdad, él va a entender. — Le acabo de destruir la boca porque te dijo perra, ¿crees que decirle que no me interesas te salvará la vida? — pregunta Arnold mientras recarga su arma para continuar con el enfrentamiento. Él tiene razón, pero, es tan molesto lo que dice, no me agrada en lo absoluto que me haga parte de un problema que no será fácil de solucionar. Porque ahora me ha usado como motivo para hacerlo enojar, pero cuando ya se aburra de mí, me quedará el problema y yo no puedo alejarlo como él lo hace. — Esto no es justo, solo te ayudé un poco y mira en el problema en el que me has metido. Eres un desgraciado, por tu culpa mira en todo el problema en el que estoy por tu culpa. — Te estoy defendiendo, si no estuviera agradecido por lo que hiciste, me hubiese ido en la madrugada antes que despertaras. — ¡¿Por qué no hiciste eso?! ¡Si te hubieses marchado, no estaría en este problema! — grito enojada. — ¿Acaso no comprendes que habrían venido a tu casa a buscarme y al no encontrarme te hubiesen torturado por obtener información de mí? — Yo no sé algo de ti. — Sí, pero esa respuesta no los hubiese complacido, ¿lo comprendes? Me quedo en silencio, porque aunque no sé cómo ellos normalmente actúan, estoy segura que no se marcharían después de decirles que no sé de qué me hablan, ya que, han venido hasta aquí porque tenían conocimiento de la presencia de Arnold en mi casa. — Pero… ¿Cómo se dieron cuenta? — No son tontos, saben que no puedo simplemente desaparecer en el aire, seguramente buscaron en las cámaras de vigilancia o preguntaron a los vecinos, no importa el método, era obvio que eventualmente te encontrarían. Así que, deja de quejarte y sé una buena chica, porque si haces algo imprudente vas a morir. Ni siquiera espero que me lo advierta por segunda vez. Yo tengo tanto miedo que incluso me esfuerzo por respirar sin moverme mucho porque no quiero que eso sea motivo suficiente para ser asesinada. Por eso, cuando me hacen subir a un auto, lo hago sin protestar aunque no creo que sea buena idea irme con la gente de un hombre que del que apenas conozco su nombre. — Eres una buena chica. Al menos cuando lo amerita eres obediente. — dice Arnold acariciando mi cabeza mientras uno de sus hombres recarga su arma. — No estoy interesada en tus halagos molestos. — Fuiste obediente y estoy resaltado eso, ¿acaso es malo decir las cosas que haces bien? — ¿Por qué les diste a entender a todos que tenemos algo? — Eres mi protectora y salvadora. ‘Este hombre no es normal, ¿Cómo podría ser todo eso cuando ni siquiera sé cómo disparar un arma?’ me pregunto mentalmente. — ¿Quién te dijo esa locura? ¿Acaso crees que una mujer tan pequeña podría salvarte y ser tu protectora? — Me besaste cuando te dije que me ayudarás a perderlos y eso me salvó de una muerte segura, además, me estuviste cuidando toda la noche después de curarme las heridas. >> Por lo que, me protegiste de cualquier fiebre o tonto que me hiciera daño mientras dormía. Incluso pudiste conmigo cuando mides un metro con sesenta centímetros y yo soy sesenta centímetros más alto que tú y ni hablar del peso, porque sigo sin comprender como pudiste llevarme a tu casa. — Estaba pendiente de ti porque no quería despertar y no encontrarme con mis objetos valiosos, solo es eso. Además, pude contigo porque te subí a un carro de compras mientras maldecía porque pesabas mucho. — digo de inmediato, pero, él no parece convencido de lo que le he dicho. — Vaya, tendré que comprar esos carros de compra porque son muy resistentes. A partir de ahora me moveré en ellos por toda la casa. — Bien por ti, ahora, déjame ir. Tengo que ir al trabajo en una hora. — Creo que no lo has entendido, Marlon ya sabe que eres mi mujer, así que, todos te buscarán para matarme. — Pero, ¿Por qué? — Porque al defenderte declaré que eres mi persona valiosa, mi punto débil, mi mujer.Los disparos poco a poco cesan porque nos movemos lejos del caos entre ellos, porque en mi mente hay un caos más grande del que hubo cuando Noé se marchó en su arca dejando a los incrédulos sufrir por el diluvio.‘Esto no puede estar pasándome, Dios. ¿Por qué tuve que cruzarme con un lunático?’ me quejo mentalmente.— Señor Krick, entienda algo: usted no me interesa como hombre.— Ohh…— dicen los escoltas que nos acompañan en el auto y eso hace él que suspire profundo.— No sabía que tenías tan terrible gusto para no interesarte.Lo reconozco, este hombre es atractivo, mide más de dos metros, tiene muchos músculos, su cabello es negro como la noche y aunque sus ojos son de un azul hermoso, parecen los de un lobo con ojos rojos feroces.Su rostro tan simétrico y perfecto podría hacerlo pasar por modelo… uno de los más hermosos y no como el mafioso que es, además, notando su ropa diría que es adinerado, así que, si me dejo llevar solo por el físico, es totalmente mi tipo, de ese que sol
En seguida me quedo inmóvil, lo que menos quiero es comprobar las amenazas de un mafioso, por eso, él sonríe complacido y se aleja lentamente de mí sin dejar de mirarme de esa forma que demuestra que esta complacido con mi actitud.— Me alegra que comprendas en la posición en la que te encuentras.— No quiero ser parte de esto. — digo decidida.— Lamento informarte que no tienes otra opción.— ¿Por qué?— Porque lo digo yo.Lo observo seriamente intentando buscar la manera de poder persuadirlo, pero, si no lo persuadieron los tiros que ha recibido de ese tal Marlon para tratarlo bien, dudo que unas pocas palabras lo convenzan.— ¿Por qué me estás haciendo esto a mí?— Ya te lo dije.— Si quieres agradecerme entonces dame unos millones y déjame en un lugar agradable.— Pequeña, esa recompensa carece de agradecimiento, así que, no voy a dártelo.‘Eso estuvo cerca.’ Me quejo mentalmente.— Pero…— Te daré algo mejor: la nacionalidad. Eres inmigrante, así que, eso vale más que muchos mill
‘Me antojé.’ Me digo mentalmente.Lo reconozco, este secuestrador es muy atractivo para simplemente fingir que no me provoca cuando su cuerpo, a pesar de las marcas es atractivo. Por eso, intento ser fuerte y no caer al deseo carnal cuando eso podría condenarme.— No entiendo porque confías tanto en mí, quizás las demás no te han disparado, pero, yo sí.— Entonces inténtalo, así me evito la curación dolorosa. — dice él mientras una mujer con escote demasiado pronunciado toca sus hombros.— Señor Krick, está muy herido. Déjeme atenderlo.— Explíquele a mi mujer lo que debe hacer, ella lo hará. — dice él observándome fijamente, como si estuviera esperando una reacción alterada.La doctora me observa molesta y yo solo le sonrío, porque este hombre no es mío para estar peleándolo, por mí que se lo lleve.— Le diré entonces que es lo que tiene que hacer, aunque sugiero que una profesional lo haga.— Ella será una profesional, debe serlo para atender mis heridas en todo momento. — dice Arno
Me quedo en silencio, tal parece que no miente con lo que me está diciendo, después de todo, ¿Qué ganaría haciéndolo si solo es él quien se lastima? Es eso lo que me muestra en esa mirada dura con la que castiga a todos.— ¿Por qué no te trataban bien?— Era la orden de mi padre, nadie podía ser bueno conmigo porque eso me dañaría, él necesitaba tener una máquina para matar y por eso, no perdonaba que me secuestraran cuando tenía cuatro años, porque yo no podía permitirlo.— Eso es terrorífico. — digo angustiada ante la pequeña posibilidad de una crianza de esa forma.— Nadie fuera de este mundo se acostumbraría a algo así, ni siquiera sobreviviría, pero en mi familia es un entrenamiento común, por eso es normal que nadie trate bien a otros, con respeto sí, pero, no con cariño y eso es lo que busco en ti. — dice observándome fijamente como si me suplicara que me quedara.Entiendo su punto, quiere lo que nunca ha obtenido pero, no puedo simplemente darle todo lo que quiere por una naci
Camino rumbo a mi casa, he terminado tan tarde el trabajo que no hay autobuses que pueda usar y los taxis están fuera de mi presupuesto. Por eso, con mucho miedo camino por las calles de Nueva York implorando que no sea una de las miles de mujeres que aparecen muertas y no saben porque.Sin embargo, aún estoy lejos de mi destino cuando escucho unos disparos que me hacen correr aunque me siento extremadamente agotada. El miedo, me hace ver cosas que no son y las ganas de vivir son tan grandes que corro más rápido de lo que estoy acostumbrada.Pero, la suerte no parece estar de mi lado. Porque choco con alguien que huele a pólvora y sangre. Por la rapidez con la que corría, el impacto me hace rebotar y caer al suelo. El hombre me observa sorprendido y yo retrocedo con temor al ver como de sus brazos sale sangre y ni siquiera así suelta sus armas.— Perfecto. — dice él acercándose a mí.— Por favor, no me haga daño. — digo intentando correr, pero, él me agarra con brusquedad y me pega a
Me he concentrado tanto en mi trabajo que cuando llego a mi casa grito al ver aún a mi visita inesperada acostada en mi cama.— ¡¿Qué pasó?! — grita él apuntándome para después suspirar profundo.— ¿Qué haces aquí? — pregunto molesta.— ¿Me estás echando acaso?— Debes marcharte, este es mi espacio y contigo aquí no tengo donde dormir.— Puedes dormir a mi lado.— ¿Eres mi esposo, señor? Porque solo los esposos duermen juntos.El hombre que parece muy cómodo en mi casa, me sonríe, pero, no se molesta en alejarse de mi cama o marcharse, porque se acomoda más como si no estuviera herido.— Entonces eres virgen. — dice él en tono burlón.— Si soy o no virgen no es tu problema.— Tienes razón, no es mi problema. Parece que estás molesta porque me encuentre aquí.— No te conozco y es evidente que eres alguien peligroso, por eso no te quiero aquí. Si vienen tus enemigos, nos matarán y nadie podrá salvarnos.— No te preocupes, ya vamos a marcharnos, solo te estaba esperando.— ¿Marcharnos? ¿