Me quedo en silencio, no puedo mentirle cuando se supone que debo esforzarme por salvar una relación en la que me metieron en contra de mi voluntad y me asfixiaron tanto que ahora si no me asfixian siento que algo me falta.
Porque ahora lo he comprendido: no extraño la presencia física de Arnold en mi vida, si no, como actúa conmigo. Esa posesividad que lo caracteriza, parece darme una tranquilidad que no encuentro en otra parte.‘Estoy loca, completamente loca.’ Me digo mentalmente.— Contesta, Eva. ¿Has pensado en darme hijos? — pregunta Arnold.— Quiero pensar en eso, pero, me preocupa más que me hagas enojar y pierda al bebé porque no sabemos controlar las emociones. — digo y él suspira profundo.— Por un momento pensé que me dirías que estabas embarazada. — dice Arnold suspirando aliviado.‘Oh, ¿Por qué me dueleSin duda, no puedo lidiar con los cambios de emociones del hombre que parece… no, está completamente loco y lo peor de todo, es que yo estoy más loca que él porque en momentos en los que estoy cerca de él como ahora, me siento bien, todo es perfecto. ‘Me he enamorado de un criminal que no es el hombre que quería para mi vida, porque su amor muchas veces es asfixiante y doloroso.’ Me digo mentalmente. — Concéntrate, aleja todo lo que te preocupa de tu mente y fija tu mirada en el objetivo, entonces, cuando estes lista dispara. — ordena Arnold. — Pero… — Te estoy corrigiendo la postura, solo necesitas hacer lo que te dije y sabremos si hay que cambiar o arreglar muchas cosas o no. — dice Arnold y yo tensiono mi cuerpo. — No creo que está sea la solución a mis problemas. — Eva, ya te lo dije, nadie va a defenderte a menos que sea estrictamente necesario, por eso, si alguien intenta hacerte daño, le disparas, si algún tonto quiere besarte, le disparas.
Mi cuerpo se tensiono, ni siquiera en la locura más grande que yo pueda estar permitiría que mi hijo sea llevado a un campo de concentración para ser algo que no me gusta. Con Arnold no tuve opción, pero, con mi hijo, sin duda, me negaré.— Estás loco, Arnold Krick.— ¿Por qué lo estaría? Los hijos siempre heredan los puestos de los padres, así sucede en las empresas importantes o cualquier negocio pequeño. Es algo que nuestros ancestros han hecho hasta ahora, por eso, yo tengo este negocio.— ¿Eres feliz asesinando y esforzándote por no morir? — pregunto y él sonríe tan hermosamente que por breves momentos se me olvida que es el jefe de la mafia.Arnold besa mi hombro y yo siento que nos hemos desviado del entrenamiento que se supone es importante para poder defenderme.— Arnold, responde.— Me gusta, disfruto muc
Arnold se ve más tranquilo, parece creerme cuando le digo que no estoy en otra relación, pero, ¿Cómo podría sentirme feliz cuando él desconfía de lo mínimo conmigo. El trato para ambos casos donde yo soy inocente de sus ataques, no me es agradable.‘¿Qué debería hacer? Con mis acciones es más que suficiente demostrar que soy una buena mujer que respeta su hogar, pero, ¿Qué pasa cuando eso no es suficiente para el hombre que se encuentra conmigo?’ me pregunto mentalmente.— Según tú no tienes miedo a morir, pero, si a perderme.— Sí, a eso es lo que tengo miedo. — susurra Arnold.— Entonces te informo que con lo que estás haciendo por tus celos estúpidos, lo que estás logrando es que me marche de tu vida. Porque aunque me ha dolido mucho no hablar contigo durante este tiempo, sobrevivir a tu
Camino rumbo a mi casa, he terminado tan tarde el trabajo que no hay autobuses que pueda usar y los taxis están fuera de mi presupuesto. Por eso, con mucho miedo camino por las calles de Nueva York implorando que no sea una de las miles de mujeres que aparecen muertas y no saben porque.Sin embargo, aún estoy lejos de mi destino cuando escucho unos disparos que me hacen correr aunque me siento extremadamente agotada. El miedo, me hace ver cosas que no son y las ganas de vivir son tan grandes que corro más rápido de lo que estoy acostumbrada.Pero, la suerte no parece estar de mi lado. Porque choco con alguien que huele a pólvora y sangre. Por la rapidez con la que corría, el impacto me hace rebotar y caer al suelo. El hombre me observa sorprendido y yo retrocedo con temor al ver como de sus brazos sale sangre y ni siquiera así suelta sus armas.— Perfecto. — dice él acercándose a mí.— Por favor, no me haga daño. — digo intentando correr, pero, él me agarra con brusquedad y me pega a
Me he concentrado tanto en mi trabajo que cuando llego a mi casa grito al ver aún a mi visita inesperada acostada en mi cama.— ¡¿Qué pasó?! — grita él apuntándome para después suspirar profundo.— ¿Qué haces aquí? — pregunto molesta.— ¿Me estás echando acaso?— Debes marcharte, este es mi espacio y contigo aquí no tengo donde dormir.— Puedes dormir a mi lado.— ¿Eres mi esposo, señor? Porque solo los esposos duermen juntos.El hombre que parece muy cómodo en mi casa, me sonríe, pero, no se molesta en alejarse de mi cama o marcharse, porque se acomoda más como si no estuviera herido.— Entonces eres virgen. — dice él en tono burlón.— Si soy o no virgen no es tu problema.— Tienes razón, no es mi problema. Parece que estás molesta porque me encuentre aquí.— No te conozco y es evidente que eres alguien peligroso, por eso no te quiero aquí. Si vienen tus enemigos, nos matarán y nadie podrá salvarnos.— No te preocupes, ya vamos a marcharnos, solo te estaba esperando.— ¿Marcharnos? ¿
Yo sí quiero saber en qué planeta, dimensión desconocida o realidad alterada yo soy su mujer, porque en esta sin duda no lo es. Pero, no tengo tiempo para aclarar algo así, porque los disparos no se hacen esperar y el hombre despiadado que no le preocupa que este en medio de los disparos continua con el enfrentamiento que reafirma el hecho que soy su mujer.— ¡No apunten a Arnold, maten a la maldita mujer! — grita el hombre.— Pero, ¿yo que culpa tengo? Yo no he pedido que se maten entre sí. — digo llorando.— No se preocupe, señora Krick, nosotros la protegemos. — dice uno de ellos y si pudiera me quitara el zapato para golpearle la cabeza.— ¡Yo no soy la señora Krick! — grito levantándome con enojo, pero, rápidamente Arnold me hace agacharme solo para observar cómo perforan la pared porque varias personas apuntaron hacia el mismo lugar.‘Así hubiese quedado mi cabeza por haber sido tan imprudente.’ Me quejo mentalmente.Agradezco a Dios por tener la oportunidad para vivir un poco m
Los disparos poco a poco cesan porque nos movemos lejos del caos entre ellos, porque en mi mente hay un caos más grande del que hubo cuando Noé se marchó en su arca dejando a los incrédulos sufrir por el diluvio.‘Esto no puede estar pasándome, Dios. ¿Por qué tuve que cruzarme con un lunático?’ me quejo mentalmente.— Señor Krick, entienda algo: usted no me interesa como hombre.— Ohh…— dicen los escoltas que nos acompañan en el auto y eso hace él que suspire profundo.— No sabía que tenías tan terrible gusto para no interesarte.Lo reconozco, este hombre es atractivo, mide más de dos metros, tiene muchos músculos, su cabello es negro como la noche y aunque sus ojos son de un azul hermoso, parecen los de un lobo con ojos rojos feroces.Su rostro tan simétrico y perfecto podría hacerlo pasar por modelo… uno de los más hermosos y no como el mafioso que es, además, notando su ropa diría que es adinerado, así que, si me dejo llevar solo por el físico, es totalmente mi tipo, de ese que sol
En seguida me quedo inmóvil, lo que menos quiero es comprobar las amenazas de un mafioso, por eso, él sonríe complacido y se aleja lentamente de mí sin dejar de mirarme de esa forma que demuestra que esta complacido con mi actitud.— Me alegra que comprendas en la posición en la que te encuentras.— No quiero ser parte de esto. — digo decidida.— Lamento informarte que no tienes otra opción.— ¿Por qué?— Porque lo digo yo.Lo observo seriamente intentando buscar la manera de poder persuadirlo, pero, si no lo persuadieron los tiros que ha recibido de ese tal Marlon para tratarlo bien, dudo que unas pocas palabras lo convenzan.— ¿Por qué me estás haciendo esto a mí?— Ya te lo dije.— Si quieres agradecerme entonces dame unos millones y déjame en un lugar agradable.— Pequeña, esa recompensa carece de agradecimiento, así que, no voy a dártelo.‘Eso estuvo cerca.’ Me quejo mentalmente.— Pero…— Te daré algo mejor: la nacionalidad. Eres inmigrante, así que, eso vale más que muchos mill