LA NONNAConocí a Gonzalo cuando cumplí trece años y mi corazón aleteo alocado dentro de mi pecho, era un hombre atento y cariñoso de cabello rubio y ojos celeste de cuerpo delgado y sonrisa amable, tuvimos un romance de niños, manitos sudadas, salidas al cine a escondidas de nuestros padres, nos veíamos en el parque con ayuda de mis amigas y todo iba bien, teníamos muchos planes. Visto desde el pasado eran planes sin base y no tenían futuro, aún menos cuando el futuro capo me vio un día en la plaza luego de que Gonzalo se fuera y quiso tenerme para él sin yo siquiera saberlo.Cuando llegué a mi casa dos meses después de eso, venía de ver a Gonzalo cuando mi padre me esperaba en la sala muy serio, no éramos una familia pobre, pero tampoco teníamos muchas adquisiciones y no me molestaba, pero a mi padre sí. La seriedad en la cara de mi padre me hizo pensar que tal vez se había enterado que me veía con Gonzalo, pero lo amaba como a nadie y pelearía por él.—Hija, tenemos que hablar— mi
GioLlegué a casa y me encontré una algarabía de palabras bonitas y ruidos de admiración por no sé qué tantas cosas, en cuanto me asomé a la sala supe a que era y casi salgo huyendo sino es porque Martha me atrapó en el acto cuando reía por algo.—¡Llegaste! —exclamó fuerte con una risa alegre— ven aquí y mira esto, eres tú.Puse mis ojos en blanco en una queja silenciosa al diablo.—¿En serio, Nonna? —resoplé molesto.—Ella me pidió las fotos, mira esto— señaló una foto, desvío la queja como si nada— eres tú y Filippo en su graduación. Eso me hizo sonreír casi inconscientemente.—Ese día me emborraché hasta el culo —solté una risita.—Lo sé, tus hombres te trajeron a rastras— replicó la nonna con sorna.Mi familia tenía muchos matices y amaba eso de ellos, no sólo lo sangrientos y despiadados sino también en el amor incondicional, lo fiel que llegamos a ser cuando queremos a nuestro ser amado, somos más que la organización Unito y me gusta mostrar parte de lo que somos sin tener que
GioLa vida está hecha para demostrar muchas cosas, entre esas está que puedes hacer cualquier cosas por las personas que amas, cuando conocí a Martha me di cuenta que nunca había visto el amor de cerca, Martha amaba con todo lo que tenía y más, sin dudas ni reservas, tal vez con un poco de miedo, pero el miedo es normal y hasta yo lo he sentido, pero con ella se intensifica. Martha es la clase de mujer que haría todo si te ama y eso es lo que estamos haciendo hoy.Haciendo todo lo posible por su hijo, por recuperar a esa personita especial que nació de ella y si ella lo ama y lo cuida, yo lo amo y lo quiero cuidar igual que ella, ¿eso es posible o se entiende? No importa, la cuestión es que viajamos por más de doce horas para llegar a donde estamos.La isla en la que se aloja Miguel, es pequeña y hogareña. Pero en una zona obviamente alta, mientras él se da la buena vida.—Ya saben lo que tienen que hacer —les dije por el micrófono a los chicos y vi a Martha a los ojos.—Tal vez deba
GioEl niño sólo asintió y se agarró a Isolda así de fácil, Isolda se veía nerviosa, sin embargo, no rechisto y se llevó a la criatura lejos de aquí.—¿A dónde lleva a mi hijo? —preguntó Miguel contrariado.—A un lugar seguro, Miguel —lo dijo como si él fuera un idiota.Lo cual lo es... No había quejas en ese departamento.—Sofía, que buena actriz me saliste todos estos años— se dirigió a ella por primera vez— y yo de tonta llenándome la boca diciendo el buen esposo que tenía a ti. Su amante, ¿desde cuándo son amantes? —preguntó con inquina, al no obtener respuesta saco un arma y se veía malditamente caliente —responde, la paciencia se lo llevaron los barrotes de esa jodida prisión en donde me dejaste a mi maldita suerte.—Casi cinco años —murmuró Sofía llorando.—Habías tardado, Miguel... Aunque supongo que Sofía no es la primera amante, son muchas ¿no? Ahora si lo veo claro, antes no— la rabia de Martha era grande y lo entendía, necesita desahogarse— las llegadas tardes del trabajo,
IsoldaCuando le dije a Martha que había tenido una vida difícil así fue, mis padres querían una muñeca para vestir, tenían mucho dinero.Mi familia eran dueños de los textiles Harrison de Florida, pero a mí la moda jamás me gustó, prefería el fútbol o el lacrosse y eso para mis padres eran impensable. Ellos me enseñaron que maquillarse estaba bien desde los cinco y me inscribieron a tantos consejos de bellezas que empezó a ser un abuso, cuando fui adolescente y mi cuerpo cambio todo empeoró, sentía que era una manera de vender mi cuerpo, los jueces nos veían de manera lasciva y las ganadoras pasaban algún tiempo con los jueces a solas, nos llevaban a fiestas en las que nos daban alcohol, simplemente yo no bebía sólo fingida que lo hacía y no a todos les gusta una mulata.Cuando pude huir de eso lo hice y me fui sin mirar atrás, ser militar fue una de las mejores cosas que me pudo pasar, pero las arruine cuando puse mis ojos en un hombre prohibido, Ulises Freeman fue el peor hombre qu
MarthaTener a Diego en casa es algo que me llena de tranquilidad, era lo que hacía falta mi corazón estaba completo.Rememoré lo que pasó en la isla y aún no puedo creer que Miguel intentará cambiar a Sofía, una de las cosas de las cuales no estaba del todo enojados con ellos era porque pensé que la amaba, pero por lo visto Miguel era incapaz de amar a alguien más que a él, la decepción no se quita y no me arrepiento de haber dejado a Sofía sola para que fuera como salir de la isla, ella ya me había dejado mucho que desear, a mí también me dejó a mi suerte.—Ella me dejó a mi suerte en la cárcel, la quería como mi hermana y pensaba que con jabones y cigarros enviados en la cárcel podía reivindicarse— le conté a la Nonna.—Las descaradas son así, ¿qué quería? A esas ni a cuatro metros de tu marido— me señala con el cuchillo el mano.Como siempre estaba cocinando.—Tal vez fui cruel, pero en este momento sólo me importa Diego— confesé, sabía que la Nonna no me juzgaría, mucho menos Gio
MANUELSer el jefe de seguridad del señor Santori no es muy fácil que digamos, pero soy bueno en mi trabajo y me gusta.Mas ahora que la familia se estaba agrandando, estaba seguro de que el jefe estaba feliz y lo merecía luego de tanto sufrimiento y frialdad, el señor Gio y yo tenemos casi la misma edad, casi crecimos juntos, pero desde la distancia, fue el único en confiar en mí cuando nadie más lo hizo y se lo agradezco, por eso hago este trabajo. Llegué al despacho del jefe y toque, cuando me dio el visto bueno para entrar lo hice y cerré detrás de mí.—Jefe, quería pedirle permiso— me quede de pie en la entrada pie, por si debía huir.Respetaba al jefe, pero no quería tener problemas con él.—¿Vas a salir? —siempre estaba ceñudo, excepto cuando la señora Martha estaba cerca, se relajaba mucho cuando ella esta.—Sí, pero el verdadero permiso es… que quiero salir con la señorita Isolda— allí esta lo dije.—¿Isolda? la amiga de Martha— pregunta mi jefe de manera cautelosa.—Sí, la
ISOLDAEl restaurante se ve elegante y fino, estoy nerviosa, pero no se lo hago saber, me sorprendió que me dijera algo tan íntimo cómo eso de que su madre lo traía aquí de pequeño y me gustó saber cosas de él tan personales.Efectivamente comimos unas de las mejores pastas que he comido en la vida, estaba muy sabroso y para coronar un postre delicioso llamado zuccotto.—El zuccotto, es como la otra versión del tiramisú para explicar más sencillo— me explicaba mientras comíamos.Era un hombre muy distinto a cuando trabajaba, sobre todo con esos jeans y su camisa azul oscuro manga larga de botones, se veía muy sexy la verdad. Luego él pagó y nos fuimos del restaurante.Condujo durante un rato hasta llegar a una playa solitaria, la luna estaba en todo lo alto, el cielo salpicado de estrellas. Todo se veía perfecto era una noche perfecta, jamás había tenido una cita y mucho menos como esta.Nos sentamos en la orilla a ver como las olas rompían en la orilla, el mar era sólo una masa negra