GioEl niño sólo asintió y se agarró a Isolda así de fácil, Isolda se veía nerviosa, sin embargo, no rechisto y se llevó a la criatura lejos de aquí.—¿A dónde lleva a mi hijo? —preguntó Miguel contrariado.—A un lugar seguro, Miguel —lo dijo como si él fuera un idiota.Lo cual lo es... No había quejas en ese departamento.—Sofía, que buena actriz me saliste todos estos años— se dirigió a ella por primera vez— y yo de tonta llenándome la boca diciendo el buen esposo que tenía a ti. Su amante, ¿desde cuándo son amantes? —preguntó con inquina, al no obtener respuesta saco un arma y se veía malditamente caliente —responde, la paciencia se lo llevaron los barrotes de esa jodida prisión en donde me dejaste a mi maldita suerte.—Casi cinco años —murmuró Sofía llorando.—Habías tardado, Miguel... Aunque supongo que Sofía no es la primera amante, son muchas ¿no? Ahora si lo veo claro, antes no— la rabia de Martha era grande y lo entendía, necesita desahogarse— las llegadas tardes del trabajo,
IsoldaCuando le dije a Martha que había tenido una vida difícil así fue, mis padres querían una muñeca para vestir, tenían mucho dinero.Mi familia eran dueños de los textiles Harrison de Florida, pero a mí la moda jamás me gustó, prefería el fútbol o el lacrosse y eso para mis padres eran impensable. Ellos me enseñaron que maquillarse estaba bien desde los cinco y me inscribieron a tantos consejos de bellezas que empezó a ser un abuso, cuando fui adolescente y mi cuerpo cambio todo empeoró, sentía que era una manera de vender mi cuerpo, los jueces nos veían de manera lasciva y las ganadoras pasaban algún tiempo con los jueces a solas, nos llevaban a fiestas en las que nos daban alcohol, simplemente yo no bebía sólo fingida que lo hacía y no a todos les gusta una mulata.Cuando pude huir de eso lo hice y me fui sin mirar atrás, ser militar fue una de las mejores cosas que me pudo pasar, pero las arruine cuando puse mis ojos en un hombre prohibido, Ulises Freeman fue el peor hombre qu
MarthaTener a Diego en casa es algo que me llena de tranquilidad, era lo que hacía falta mi corazón estaba completo.Rememoré lo que pasó en la isla y aún no puedo creer que Miguel intentará cambiar a Sofía, una de las cosas de las cuales no estaba del todo enojados con ellos era porque pensé que la amaba, pero por lo visto Miguel era incapaz de amar a alguien más que a él, la decepción no se quita y no me arrepiento de haber dejado a Sofía sola para que fuera como salir de la isla, ella ya me había dejado mucho que desear, a mí también me dejó a mi suerte.—Ella me dejó a mi suerte en la cárcel, la quería como mi hermana y pensaba que con jabones y cigarros enviados en la cárcel podía reivindicarse— le conté a la Nonna.—Las descaradas son así, ¿qué quería? A esas ni a cuatro metros de tu marido— me señala con el cuchillo el mano.Como siempre estaba cocinando.—Tal vez fui cruel, pero en este momento sólo me importa Diego— confesé, sabía que la Nonna no me juzgaría, mucho menos Gio
MANUELSer el jefe de seguridad del señor Santori no es muy fácil que digamos, pero soy bueno en mi trabajo y me gusta.Mas ahora que la familia se estaba agrandando, estaba seguro de que el jefe estaba feliz y lo merecía luego de tanto sufrimiento y frialdad, el señor Gio y yo tenemos casi la misma edad, casi crecimos juntos, pero desde la distancia, fue el único en confiar en mí cuando nadie más lo hizo y se lo agradezco, por eso hago este trabajo. Llegué al despacho del jefe y toque, cuando me dio el visto bueno para entrar lo hice y cerré detrás de mí.—Jefe, quería pedirle permiso— me quede de pie en la entrada pie, por si debía huir.Respetaba al jefe, pero no quería tener problemas con él.—¿Vas a salir? —siempre estaba ceñudo, excepto cuando la señora Martha estaba cerca, se relajaba mucho cuando ella esta.—Sí, pero el verdadero permiso es… que quiero salir con la señorita Isolda— allí esta lo dije.—¿Isolda? la amiga de Martha— pregunta mi jefe de manera cautelosa.—Sí, la
ISOLDAEl restaurante se ve elegante y fino, estoy nerviosa, pero no se lo hago saber, me sorprendió que me dijera algo tan íntimo cómo eso de que su madre lo traía aquí de pequeño y me gustó saber cosas de él tan personales.Efectivamente comimos unas de las mejores pastas que he comido en la vida, estaba muy sabroso y para coronar un postre delicioso llamado zuccotto.—El zuccotto, es como la otra versión del tiramisú para explicar más sencillo— me explicaba mientras comíamos.Era un hombre muy distinto a cuando trabajaba, sobre todo con esos jeans y su camisa azul oscuro manga larga de botones, se veía muy sexy la verdad. Luego él pagó y nos fuimos del restaurante.Condujo durante un rato hasta llegar a una playa solitaria, la luna estaba en todo lo alto, el cielo salpicado de estrellas. Todo se veía perfecto era una noche perfecta, jamás había tenido una cita y mucho menos como esta.Nos sentamos en la orilla a ver como las olas rompían en la orilla, el mar era sólo una masa negra
MarthaHan pasado unos días desde que Diego llegó y no puedo estar más contenta, a excepción de mi malestar de gripe. Todos se preocupan por mis malestares, pero estoy segura que estoy incubando algún virus, nada de que alarmarse, siempre me enfermo, así es como una vez al año.De todas maneras, le hice caso a la Nonna y mientras ella se queda con Diego yo me fui a recostar un rato.—La Nonna dice que te sientes mal— era la voz de Gio, sabía que estaba despierta por lo mucho que me movía.Mi cuerpo como siempre reaccionando a él, así tuviera los ojos cerrados.—Estoy bien, creo que es gripa o algo— intenté que se tranquilizara.—Tal vez no sea sólo gripa— expuso su punto de vista.Me quité el brazo de los ojos y parpadeé varias veces procesando lo que dijo, y hundí el ceño confundida.—¿Cómo qué? Bueno debería ver mi período en estos días, es ocho aún tengo tiempo— me calmé al hacer mis cuentas al ver la insinuación de su rostro.—No es ocho, estamos a veinte— dijo muy despacio y suav
GioLlegué a la cocina a ver que hacían este par, Diego le encanta pasar tiempo con la Nonna en la cocina, es un niño que se porta increíble, no tengo hasta ahora quejas de él y no creo que las tenga nunca, es más parecido a Martha de lo que espere.Es fácil quererlo y cuidarlo igual que su madre.—¿Qué hacen? — le pregunté sentando mi culo en el asiento alto de la cocina.—Le preparamos a mami un cake para que se sienta mejor— me sonríe el pequeño.—¿Qué tiene Martha? — pregunté uniendo las cejas en confusión.Hace rato cuando se levantó estaba bien.—Lleva días así y ella insiste en que es un virus— me informa la Nonna y lo sé, lleva días así y no quiere ir al médico —se volvió a marear y no le gustó mucho el asado que estaba haciendo, así que subió.—No creo que sea un virus— hablé más pensativo que para la Nonna.—Pues yo tampoco y quería ver hasta donde llegaba con esa ceguera, es tan notorio que no sé cómo no se ha fijado.—Iré a verla— me levanté, pero la voz del niño me detuvo
FilippoHabían pasado algunas semanas desde que fui a casa de Gio y este casi me rompe la columna por mi desafortunado accidente con su ahora mujer. No me gusta confiar en las mujeres, son embaucadoras, siempre buscando la manera de salir de donde están, te manipulan hasta más no poder para que las complazcas. Como mi madre.Gio estaba de acuerdo conmigo y por eso sólo las usábamos, no era más que un objeto con empaque bonito que se usa y se desecha, no sólo estaba de acuerdo, él me enseñó esto, era una manera fácil de ir por la vida.Una vez que su madrastra confesó haber matado a su madre él no quería saber más de las mujeres sino simplemente para que cumpla su cometido, no entiendo esa fascinación que tiene por Martha, supo envolverlo bien, tanto es así que nadie se ha dado cuenta, pero aún no confío del todo en ella.Ahora tienen al niño allí, yo no lo hubiera buscado, tiene la sangre de su padre fallecido, va a salir ladrón. De tal palo tal astilla.Es que acaso él no lo ve, porq