117. Una cita

ISOLDA

El restaurante se ve elegante y fino, estoy nerviosa, pero no se lo hago saber, me sorprendió que me dijera algo tan íntimo cómo eso de que su madre lo traía aquí de pequeño y me gustó saber cosas de él tan personales.

Efectivamente comimos unas de las mejores pastas que he comido en la vida, estaba muy sabroso y para coronar un postre delicioso llamado zuccotto.

—El zuccotto, es como la otra versión del tiramisú para explicar más sencillo— me explicaba mientras comíamos.

Era un hombre muy distinto a cuando trabajaba, sobre todo con esos jeans y su camisa azul oscuro manga larga de botones, se veía muy sexy la verdad. Luego él pagó y nos fuimos del restaurante.

Condujo durante un rato hasta llegar a una playa solitaria, la luna estaba en todo lo alto, el cielo salpicado de estrellas. Todo se veía perfecto era una noche perfecta, jamás había tenido una cita y mucho menos como esta.

Nos sentamos en la orilla a ver como las olas rompían en la orilla, el mar era sólo una masa negra
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