Martha Y con eso me di media vuelta, y me fui casi temblando, sin embargo, apreté mis manos en puños, nadie me iba a hacer caer, no caí en la cárcel con el acoso de Sam, aquí menos que menos que son gente adinerada y mafiosos. Casi llegando donde estaba Gio antes, ya no estaba donde lo dejé, pero Isolda y Manuel si y se acercaron a mí con caras de preocupación. —Gio nos mandó a buscarte— me informa Isolda. —Pues aquí estoy, es una total falta de todo que no pueda beber un trago cuando lo necesito mucho— les comenté. —¿Sucedió algo en el baño? —pregunta Manuel viéndome de arriba abajo detallando mi cuerpo, busca no sé qué cosa. —No, nada. Ni una m*****a cosa— les asegure— ¿dónde está Gio? —Está en una reunión con los altos mandos— me responde Manuel. —Me quiero ir— les confesé— aunque sé que no puedo. Llamen a Gio. —¿Te sientes mal? —interrogó Isolda. —No, solo trae a Gio —les pedí con mi espalda recta y el mentón en alto. —No podemos interrumpir la reunión, él dijo... —Manue
GioNo estoy acostumbrado a integrar a alguien en una conversación o andar para arriba y para abajo, me convertí en el capo en cuanto saludé a Filippo y entre en ambiente con los demás.Había desde políticos, estrellas del espectáculo y mafiosos en un mismo lugar. La crema innata de Italia, sonreí porque todos querían tener algo, no me preocupe por nada más que por mí y mis negocios, por eso cuando Manuel me saco de la reunión estaba que lo mataba, de manera fría lo seguí solo porque no sabía si Martha se sentía mal.La escuché sorprendido de ver como hablaba molesta, creo que nunca la había visto así, entendí sus razones y supe que había metido la pata monumentalmente.Estando sentado en el despacho de Filippo viendo a Jean Pierre Grimaldi tartamudear por que no sabía dominar a mi mujer, fue un total gusto, si llego a faltar ella podría encargarse de todo sin ningún problema. Estoy seguro.—Siéntate— Martha le tutea sin importar que sea mayor que ella o que sea uno de mis hombres de
MarthaSe podría decir que la fiesta fue todo un éxito, mi presentación estuvo bien nadie dijo nada tampoco es que podían hacerlo y tampoco es que Gio los iba a dejar hacerlo. Hoy descubrí una nueva Martha en mí o tal vez sería más correcto decir una Monique en mí, estando en el despacho la adrenalina corrió por mi venas en cuantiosas cantidades y me sentí poderosa, Jean Pierre entendió que conmigo no se juega.Luego de la cena todos pasaron nuevamente al salón y yo me quise ir a mi casa, estaba muy cansada. Mi embarazo la verdad es que no me ayudaba mucho, solo quería una cama cómoda y una sábana caliente.Y eso quería hacer o más bien intentaba hacer. Quería irme.—¿Gio, podemos irnos? —Le pregunté al oído para no incomodar.—Claro que sí, mi amor cuando gustes— respondió solicito como siempre.Luego de platicar con él en la habitación todo fue más llevadero, él estaba más receptivo y pendiente de mí, aunque también noté que más estresado.Tengo sueño así que creo que es conveniente
MARTHA«Gio debe estar en su despacho cuando escuchó el estruendoso sonido acompañado del temblor en la casa, debo mantener la calma»Y eso era lo único que podía hacer para mantenerme cuerda y anclada al presente.—¿Dónde está Diego? —me interroga de nuevo Miguel sin acercarse del todo a mí y gracias a Dios no lo hizo estaba rodeada de todos ellos, me sentía en medio de un nido de víboras y lo estaba.—No te voy a decir dónde está mi hijo— levanté el mentón obstinada.—Entonces me vas a acompañar a buscarlo— se quería acercar, lo que no sabía es que lo detenía. Yo sólo ignoré a Amos que parecía un cachorro detrás del viejo y eso hizo que me quitara algo del miedo que lo tenía.—Ni loca te acompaño a buscarlo— mi soberbia crecía conforme él insistía y no quiero ir con él, aparte no sé en donde este.—Vamos Marta— insistió acercándose a dos metros de mí —no estoy jugando— me advierte.—Y yo no te digo que estés jugando, simplemente te digo que no te voy a entregar a mi niño, ni a ti ni
GIOEsta era la segunda vez que se metía a mi casa para amenazar a mi familia, más valía que quien custodiaba la puerta estuviera muerto o lo estaría pronto.¡Maldición!Necesitaba encontrar a Martha y Diego, me volvería loco si no los conseguía y los sacaba de aquí rápido junto con la Nonna, mi familia está en peligro y necesitaba hacer algo para salvarnos. Me encontraba detrás de un muro y vi a Martha arrastrándose en mi dirección, asomé la cabeza para mirar y le sonreí de medio lado ella entendió que tenía un plan, que tenía que confiar en mí.«Se nos había montado la gata en la batea» pensé al verla despeinada y algo desorientada.Me daba miedo que se clavara algún escombros en su vientre, solo esperaba que llegará a mí con bien.Me sonríe de vuelta haciéndome ver que estaba bien, que estaríamos bien.Esperaba y necesitaba que Diego y la Nonna hubieran podido salir de la casa rápido, esperaba que ya lo hubiera hecho, que ya estuvieran al menos lejos de aquí; lejos del peligro.Mis
MarthaAntes de poder decidir qué era lo que íbamos a hacer juntos se acercó Isolda disparando todo lo que tenía, recarga y sigue disparando de manera letal, a lo lejos se escuchaban los quejidos de los demás.—¿A qué esperan para irse? ¿la foto? ¡muévanse ya! —nos grita la mujer mientras se encarga de los demás.En ese momento no era lo mejor de lo mejor, pero debíamos huir. Manuel nos esperaba del otro lado casi en la cocina.—Jefe, vamos salgan de aquí, un carro los está esperando en la verja— se veían aliviados de vernos bien y tomados de la mano.Y corrimos, estando afuera frené de golpe con las piernas entumecidas, estaba descalza y seguramente tenía algo incrustado en la planta del pie, pero no lo sentía aun.—¡No, espera y Diego! —estaba desesperada— ¡no puedo irme sin Diego! yo… yo… Gio— lo vi suplicante—. Mírame, no puedo irme sin Diego.—Está bien, quédate tranquila no iba a dejarlo— me tranquiliza— espera en el carro, yo voy por él.Giró sobre sus talones y se fue de nuevo
Martha—¿Gio va a morir? —cuestionó mi hijo alarmado y ya había lágrimas en sus ojos.—¡Oh! No, campeón eso es sólo un juego que tenemos Gio y yo— intenta Filippo arreglar las cosas. La verdad me dio algo de risa, aunque la situación no era para eso ni mucho menos.Diego no muy convencido se calla analizando la situación, es un niño muy perspicaz y no sé está lo más convencido, justo ahora me siento la peor madre del mundo.—¿Puede ser un lugar más lejos? —le dije a Gio— ¿no hay otro lugar donde nos podamos quedar sin que nos maten? —pregunté esperanzada y ansiosa.—Los persigue la policía, mientras más lejos mejor, no es muy buena idea que se queden aquí, es por eso que la opción es en otro país— nos dice Filippo.—Si, pero uno cercano no es la respuesta, Gio. Mírame — en cuanto lo hizo hablé de nuevo—necesitas terminar pronto, Rusia queda más cerca no sé si puedan llegar a nosotros y no te vas a concentrar así— mis ojos volvían a ponerse húmedos.Condenado embarazo. Amo a mis hijos,
MarthaNo había pensado en eso, pero Gio sí.—Así es, todo tiene un precio y me lo vas a pagar con un enorme favor que me deberás— habla algo enigmática.—Me parece justo— Gio tendió la mano y la mujer la tomó cerrando el trato.—Pues bien, manos a la obra, vamos a que te lleven a un médico— decreta y se da media vuelta.Me pregunto, no por primera vez si ella es la jefa de todo y de todos.—Te dije que mi jefa era lo mejor ¿no? —Preguntó sugestivamente Shad.—Lo es —le respondí yo esta vez.—Muchas gracias, pero yo hago algo que cualquier otra persona haría— respondió ella cuando llegamos a los carros.—Sabes que no— contestó Gio.—Bueno no, pero yo sí — siguió su relato con su guardián al lado como una sombra— en mi vida trato de rodearme con personas que harían lo mismo que yo o algo sumamente parecido. En cuanto Shad me dijo que ustedes se necesitaban ayuda, no dude en dársela. Sí él quiere ayudarte, es por algo.Ese hombre parecía su sombra, como si orbitara a su alrededor.Noté