GioMe gustaba conversar con Martha, me gustaba que fuera totalmente diferente a lo que pensé que sería, tan poco es que sé qué tipo de mujer me gusta, ella es tímida, pero es inteligente, no teme preguntar ni responder ninguna de mis preguntas.Se quedó dormida luego de batallar contra el sueño, se quedó durmiendo en mi pecho y como un completo acosador me quedo observándola el resto de la madrugada, oliendo su fragancia afrutada.A la Nonna la había convencido para que se fuera a casa antes de que Filippo despertara, le dije que yo cuidaría de Martha o Monique cómo le dicen en el hospital. Según me dijo la Nonna yo mismo le mandé a hacer esa identidad, Martha Winkeljohann ya no existe. Es por eso que tuve que crear todo en identidad, al parecer no solo le hice papeles como permiso de conducir si no también título, partida de nacimiento, historial médico y muchas otras cosas más.La enfermera que me estuvo manoseando en un buen rato mientras me revisaba no le dije nada, no me importa
MarthaNos dieron el alta al mismo tiempo y nos fuimos directo a la nueva casa, la Nonna me había dicho que no era una de las casas de seguridad, está la compró ella.En cuanto llegamos a casa y vi que Diego salió corriendo a recibirnos, en especial a Gio; sentí que un poquito de mi corazón se alegraba y el resto se entristecía porque sabía que Gio estaba fingiendo. Cuando la verdad es que no lo reconocía, sin embargo, lo abrazo cálidamente y me sentí un poco más tranquila.Gio le siguió con la pantomima un rato más. Así que sí, con miedo y una loca idea de que Diego nunca se diera cuenta que Gio no lo recuerda.—Bueno mi amor, Gio va a tener que descansar— no quería que pasará mucho tiempo y se diera cuenta.—¿Te sientes bien? —le pregunta mi pequeño —cuando yo me enfermo mami me hace una rica sopa.—Estaría encantado de probar la sopa de mami— respondió este y sabía que era mentira, pero no puedo evitar que mi corazón latiera más rápido por eso.—Mañana puedo hacerla —me ofrecí cuan
GioMe sentía un poco extraño cuando llegamos a la casa donde nos dejó el tal Manuel, nos dejaron solos Isolda, la Nonna y Manuel se fueron a la villa de la nonna.Pensé que era uno de esos lugares de seguridad de los que tanto me estaba hablando Filippo y luego entendí que no, no me parece conocida ni remotamente porque la casa es totalmente nueva ni siquiera Martha sabe a veces dónde están algunas cosas.Me habló de la cabaña y me entró una curiosidad enorme por conocerla y que el niño dijera que quiere ir era perfecto, así no me mostraba tan insistente, así como ella no quería presionarme a mí yo no quería presionarla a ella.—¿A dónde vas mañana? —le pregunté sin dejar de masajear sus pies que al mirar su reacción supe que lo hacía bien— dijiste que tenías algo que hacer ¿se puede saber qué es?—Hace casi 3 semanas estuvimos en Estados Unidos, halla supimos que íbamos a tener niña, yo quiero que mi doctor me revise y saber si todo sigue igual de bien— me explica sin tapujos.—Wow.
MarthaEstaba bastante nerviosa y no sabía el verdadero porqué sin embargo traté de tranquilizarme y me fui con Gio al hospital para ver a la bebé.—¿Estás bien? —me pregunta viendo mi rostro de vez en cuando sin quitarle atención al camino— te ves nerviosa.Pensé que no podría manejar, pero lo hace a la perfección solo lo guie al hospital.—Creo que sí, estoy algo nerviosa, me pongo así antes de una cita con el doctor— no era del todo una mentira, pero no podía explicar el resto.—Espero este todo bien, para que no te angusties más— le sonreí de manera afable, pero no contesté.Llegamos al hospital y me pareció lindo que quisiera distraerme en el ascensor.—¿Siempre has venido al mismo doctor? —me pregunta en cuanto las puertas del elevador se cerraron.La noche anterior hable en una llamada corta a Tina diciéndole que lo había encontrado, no le di todos los detalles, pero la dejé más tranquila.—Sí, excepto cuando estuvimos en Estados Unidos, allí me vio una doctora que descubrió qu
Martha.2 meses y medio despuésDecidimos casarnos en una íntima ceremonia donde sólo había familia a la semana de que Gio recuperará la memoria, me dijo que no íbamos a seguir perdiendo el tiempo, que ya había perdido muchos años buscándome cuando no sabía que yo existía.Se le metió en la cabeza que estábamos para encontrarnos y que no fue casualidad que Miguel trabajará en su tapadera y posterior a eso lo robara el dinero que volvió a su cauce cuando Miguel murió.—Quiero un helado— me queje con Gio—de pistacho.—De ese no tenemos en el freezer, ¿quieres que vaya por él? me pregunta amable, pero se me hace muy feo mandarlo a las diez de la noche a la tienda.—No, déjalo— volví a fijarme en la televisión en frente de mí.—No me importa ir a la tienda por un poco de helado— me recuerda.—Lo sé, pero no importa— insisto en mi mentira cuando en realidad quiero mucho helado de pistacho.—Bien, bien como quieras— se puso a ver la televisión conmigo de nuevo.No habían pasado dos minuto
EPÍLOGOGio20 años despuésEstoy sentado en mi despacho, los años pasan demasiado rápido para mi gusto, Diego ya es todo un hombre y Juliette es toda una mujer que quiere salir y disfrutar y se me revuelve la bilis cada vez que quiere hacerlo.Es una niña muy rebelde y consentida, inteligente e independiente que se parece mucho a su madre en algunas cosas, con mi nariz y los ojos de Martha, siempre supo cómo envolverme en su dedo y comprarme sino ya se encargaba Martha de suavizar el golpe.Escucho un ruido en la puerta y mi bella esposa se asoma, ya tiene alguna canas en su cabello largo de color chocolate que le da distinción, su mirada sigue dulce a pesar de tener ese color de ojos que me ha hipnotizado desde el primer momento. Por eso no pude acabar con su vida en ese cementerio y menos mal no lo hice, me hubiera perdido de la verdadera vida feliz al tener a mi familia.—¿Cómo va el trabajo? —pregunta terminando de entrar luego de darle la señal para que se acerque a mí.—Bien, t
MarthaTengo tres meses sin dirección, me siento como lanzada en una balsa en mar abierto a la deriva, sin agua, ni comida, sin salvavidas, me siento morir mientras nadie cree en mi inocencia.Me culpan por algo que no hice.Me culpan a mí, que no mataba a una cucaracha porque me parecía despreciable ver morir a alguien. Si tan solo recordará esa noche en la que mi vida se derrumbó como un castillo de naipes.—Pónganse de pie para recibir al honorable, juez Carter— habla en voz alta y clara un oficial del juzgado, mis piernas tiemblan, aun así, me pongo de pieAún no puedo creer que esto me estaba pasando parezco disco rayado, pero, esto debía de ser un error una broma de cámara escondida, ¡que por favor griten corte! y todos se rían, pensé en mi fuero interno, pero nadie dijo nada, nadie interrumpió al juez y me sacó de aquí corriendo.—Buenos tardes— saluda educadamente —soy el juez James Carter, de la corte principal de Washington —expresa como cada vez que entra —estamos aquí para
Martha4 meses antesSalgo apurada de la ducha para preparar el desayuno, mi esposo sigue dormido un rato más, bajo las escaleras apuradas y comienzo a sacar del refri lo necesario para el desayuno de mis caballeros. Lo primero que hice fue poner una cafetera hasta el tope de café, piqué fruta, batí unos huevos y tosté unos panes, envase cereal y leche para Diego y luego busqué el cortador en forma de animales que tengo, metí unos palillos para atrapar la comida y envase todo, vi la hora y decidí despertarlos.—Miguel, vamos —llegue despertando a mi esposo de forma amorosa como hacía siempre —es hora de levantarse, cariño.—Martita, no jodas tan temprano. Ya voy —su voz amortiguada en la almohada.Me dolía como me trataba a veces, pero se lo achacaba a que estaba más dormido que despierto siempre que se acuesta tarde por trabajo pasa.Salí de nuestro cuarto y me fui a despertar a mi príncipe, como salí de la ducha recién tenía una toalla en mi cabello y una bata esponjosa rodeando mi