MANUELSer el jefe de seguridad del señor Santori no es muy fácil que digamos, pero soy bueno en mi trabajo y me gusta.Mas ahora que la familia se estaba agrandando, estaba seguro de que el jefe estaba feliz y lo merecía luego de tanto sufrimiento y frialdad, el señor Gio y yo tenemos casi la misma edad, casi crecimos juntos, pero desde la distancia, fue el único en confiar en mí cuando nadie más lo hizo y se lo agradezco, por eso hago este trabajo. Llegué al despacho del jefe y toque, cuando me dio el visto bueno para entrar lo hice y cerré detrás de mí.—Jefe, quería pedirle permiso— me quede de pie en la entrada pie, por si debía huir.Respetaba al jefe, pero no quería tener problemas con él.—¿Vas a salir? —siempre estaba ceñudo, excepto cuando la señora Martha estaba cerca, se relajaba mucho cuando ella esta.—Sí, pero el verdadero permiso es… que quiero salir con la señorita Isolda— allí esta lo dije.—¿Isolda? la amiga de Martha— pregunta mi jefe de manera cautelosa.—Sí, la
ISOLDAEl restaurante se ve elegante y fino, estoy nerviosa, pero no se lo hago saber, me sorprendió que me dijera algo tan íntimo cómo eso de que su madre lo traía aquí de pequeño y me gustó saber cosas de él tan personales.Efectivamente comimos unas de las mejores pastas que he comido en la vida, estaba muy sabroso y para coronar un postre delicioso llamado zuccotto.—El zuccotto, es como la otra versión del tiramisú para explicar más sencillo— me explicaba mientras comíamos.Era un hombre muy distinto a cuando trabajaba, sobre todo con esos jeans y su camisa azul oscuro manga larga de botones, se veía muy sexy la verdad. Luego él pagó y nos fuimos del restaurante.Condujo durante un rato hasta llegar a una playa solitaria, la luna estaba en todo lo alto, el cielo salpicado de estrellas. Todo se veía perfecto era una noche perfecta, jamás había tenido una cita y mucho menos como esta.Nos sentamos en la orilla a ver como las olas rompían en la orilla, el mar era sólo una masa negra
MarthaHan pasado unos días desde que Diego llegó y no puedo estar más contenta, a excepción de mi malestar de gripe. Todos se preocupan por mis malestares, pero estoy segura que estoy incubando algún virus, nada de que alarmarse, siempre me enfermo, así es como una vez al año.De todas maneras, le hice caso a la Nonna y mientras ella se queda con Diego yo me fui a recostar un rato.—La Nonna dice que te sientes mal— era la voz de Gio, sabía que estaba despierta por lo mucho que me movía.Mi cuerpo como siempre reaccionando a él, así tuviera los ojos cerrados.—Estoy bien, creo que es gripa o algo— intenté que se tranquilizara.—Tal vez no sea sólo gripa— expuso su punto de vista.Me quité el brazo de los ojos y parpadeé varias veces procesando lo que dijo, y hundí el ceño confundida.—¿Cómo qué? Bueno debería ver mi período en estos días, es ocho aún tengo tiempo— me calmé al hacer mis cuentas al ver la insinuación de su rostro.—No es ocho, estamos a veinte— dijo muy despacio y suav
GioLlegué a la cocina a ver que hacían este par, Diego le encanta pasar tiempo con la Nonna en la cocina, es un niño que se porta increíble, no tengo hasta ahora quejas de él y no creo que las tenga nunca, es más parecido a Martha de lo que espere.Es fácil quererlo y cuidarlo igual que su madre.—¿Qué hacen? — le pregunté sentando mi culo en el asiento alto de la cocina.—Le preparamos a mami un cake para que se sienta mejor— me sonríe el pequeño.—¿Qué tiene Martha? — pregunté uniendo las cejas en confusión.Hace rato cuando se levantó estaba bien.—Lleva días así y ella insiste en que es un virus— me informa la Nonna y lo sé, lleva días así y no quiere ir al médico —se volvió a marear y no le gustó mucho el asado que estaba haciendo, así que subió.—No creo que sea un virus— hablé más pensativo que para la Nonna.—Pues yo tampoco y quería ver hasta donde llegaba con esa ceguera, es tan notorio que no sé cómo no se ha fijado.—Iré a verla— me levanté, pero la voz del niño me detuvo
FilippoHabían pasado algunas semanas desde que fui a casa de Gio y este casi me rompe la columna por mi desafortunado accidente con su ahora mujer. No me gusta confiar en las mujeres, son embaucadoras, siempre buscando la manera de salir de donde están, te manipulan hasta más no poder para que las complazcas. Como mi madre.Gio estaba de acuerdo conmigo y por eso sólo las usábamos, no era más que un objeto con empaque bonito que se usa y se desecha, no sólo estaba de acuerdo, él me enseñó esto, era una manera fácil de ir por la vida.Una vez que su madrastra confesó haber matado a su madre él no quería saber más de las mujeres sino simplemente para que cumpla su cometido, no entiendo esa fascinación que tiene por Martha, supo envolverlo bien, tanto es así que nadie se ha dado cuenta, pero aún no confío del todo en ella.Ahora tienen al niño allí, yo no lo hubiera buscado, tiene la sangre de su padre fallecido, va a salir ladrón. De tal palo tal astilla.Es que acaso él no lo ve, porq
MarthaLuego de tanto tiempo a la deriva me encuentro en una parte establecida, pero a veces me da miedo hundirme por no saber gestionar lo que venga. Estoy completamente segura de que nuestra felicidad es momentánea, sin embargo, pienso disfrutarla feliz el tiempo que nos dure.Quiero saber que todo va estar bien.Quiero que mis hijos tengan todo lo bueno del mundo, quisiera protegerlos siempre, aunque también sé que no puede hacerlo todo el tiempo.Luego de la visita de Filippo me siento un poco más tranquila.Gio me dijo que me amaba y eso me hace sentir mejor, más tranquila, más a salvo, quiero creer que todo va a estar bien a partir de aquí.Ha pasado una semana y Gio insiste en qué debemos presentarnos ante la sociedad y por sociedad quiere decir ante la organización Unito, la verdad es que no quiero hacerlo siento que me voy a exponer y que me van a meter en la boca del lobo. Más sin embargo es lo que se tiene que hacer no puedo seguir alargando el momento.—Mil dólares por tu
GioAhora que tengo a ciencia cierta de saber cómo es esa felicidad de la que mamá y la Nonna hablaban vivo plenamente, todo gracias a Martha, el miedo de perderla es enorme, aun así, la hice mi mujer, la traje a vivir conmigo y le di mi anillo.El anillo que guardaba con tanto recelo en la caja fuerte y se lo di porque sé que ella lo va a cuidar mejor y dárselo a la siguiente generación de Santori que venía en camino.El anillo también la marcaba como mía y no me daba pena admitirlo.No quise comprarle uno nuevo, sentía qué sería más simbólico, así la historia de mis padres haya terminado trágicamente sé que mis padres se amaron de verdad y quería eso. Quería simbolizar eso, con ese anillo esperaba lograrlo. Cuando la vi desnuda ante mí solo pude tomarlo entre mis brazos y hacerla sentir la mujer más feliz del mundo.La besé despacio, acaricie todo su cuerpo lentamente. Tenía mucho miedo de hacerle daño a ella o al bebé, pero sabía que era casi imposible. La doctora dijo que podíamos
MarthaLlegamos a la casa de Filippo que no quedaba tan lejos de nuestra villa y ya había algunos carros, mis manos sudaban un poco de los nervios, no sabía cómo me iban a recibir, pero sé que le haría frente.Gio, Isolda y Manuel estaban conmigo nada me va a pasar.—¿Estás bien? te noto distraída —me pregunta Gio cuando me ayuda a bajar.—Nerviosa la verdad, mucha gente me provoca ansiedad. Mucha gente que solo vino para conocerme y tal vez atacarme, es un ataque de pánico en toda regla— sentía que me faltaba el aire.—Respira conmigo, nena— lo imité como me pidió y trate de que todo estuviera bien de ahora en adelante.—Estaré bien, son solo los nervios —no sólo le mentía a él, trate de mentirme a mí misma.«mentirosa» gritaba mi mente dejándome casi sorda.Parpadee varias veces y sacudí la cabeza aturdida, subimos las escaleras y nos encontramos con el mismísimo Filippo esperándolo afuera con alguien más al lado.—Gracias por venir a nuestra cena— inclinó la cabeza en señal de resp