108. Regreso de Roma

Gio

Haber ido a Roma no era lo que esperaba, aunque aproveché para visitar un viejo amigo y un tío lejano de papá por lo demás una pérdida de tiempo y Filippo estuvo de acuerdo conmigo cuando se aburrió hasta el cansancio.

Así que regresé a casa el tercer día de haberme ido muy temprano en la mañana y me encontré a Martha con un pañueleta en la cabeza mientras le decía a Manuel e Isolda donde quería una escultura de medio busto.

—¿Interrumpo? —pregunté sonriendo al verla tan concentrada, solo tenía ojos para ella en la habitación.

El silencio que siguió a eso no me lo esperaba así que hundo el ceño confundido dándome el tiempo de ver a todos.

—¡Gio! —su voz salió una octava más alta y más chillona, levanté una ceja.

—¡Hijo, llegaste! —dijo la Nonna saliendo de la cocina con una paleta de madera llena de salsa roja en la mano.

—Sí, llegué —le confirmé, me fui a saludarla.

Le di un beso en la coronilla y me giré para ver al resto, mis escoltas se disculparon y salieron tan rápido que pa
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