MARTHA No solo era mi recuperación lo que me tenía un poquito de mal humor, eran las ganas de tener a Gio entre mis piernas, nunca fui una mujer necesitada de sexo, si no lo tenía no le daba mucha importancia. Para que darle vuelta a algo que no se podía obtener. Si bueno, eso era en el pasado, mi presente era un poco más frenético, acelerado y aterrador me convertía en otra mujer estando cerca de Gio y eso a veces asustaba. A veces no me reconocía cuando sentía las ganas de abordarlo, solo había pasado una semana desde que me dispararon, me sentía mejor, pero Gio no se me acercaba de esa manera y no sabía si estaba usando otros medios para aliviarse, si aún me deseaba o no, después de todo era un hombre ¿no? ¿Los mafiosos son fieles? —Debes tomarte las medicinas Martha, es para el dolor— insistía Isolda. —Me dan sueño, son muy fuertes y no las quiero— rebatí enojada no con Isolda en sí, sino cansada de tantas pastillas que me dejaban aletargada. —Necesitas esto, aunque sea la mi
Martha Corrí hasta alcanzar la gaveta de mi mesita de noche sacando el arma y revisando que estuviera cargada, cuando me giré Isolda me veía con ese gesto inescrutable que no me dejaba leer lo que pensaba.—Vas a ir siempre detrás de mí y como dice Gio, dispara primero...—Pregunta después —afirme decidida, aliviada de que no quiera encerrarme, en no sé dónde.No iba a dejar a la Nonna sola, bajamos con cuidado y me sorprendía que con el tamaño y el peso de Isolda está apenas emitía un sonido, la imite lo mejor que pude, pero no me sentía tan grácil como ella.Al pie de la escaleras se escuchaban voces, pero ya no estaban en la sala estaba angustiada porque alguien le hubiera hecho daño a la Nonna.—Eso es ridículo— sentenció la Nonna a voz en grito —aquí no hay ninguna Monique.—Esa tal Monique mató a mi hermano— asegura el hombre y hundo el ceño extrañada, yo no he matado a nadie.—Tu hermano murió sólo, al meterse con la mujer del Capo de todos y ahora lo harás tú, por irrumpir de
IsoldaEstábamos poniendo la primera capa de pintura cuando la noche caía, pasamos todo el día moviendo escombros y quitando muebles para no mancharlos de pintura, Manuel y los chicos salieron a fumar, la Nonna estaba en la cocina cuando una Martha con pintura en su cuello y pómulo se me acercó con una cerveza fría, ella llevaba un té frío en las manos.—¿Alguna vez me terminarás de contar tu historia? —indaga curiosa.Me giré para verla, era hermosa en verdad, a la par de fuerte y valiente, aunque yo lo vea imprudente, pero es parte de lo que es. Solo pienso en Gio cuando venga y sepa lo que pasó.Porque nada se le escapa al Capo de todos.Martha es una mujer paciente, no empuja tus límites, respeta cada silencio como si fuera el suyo propio y eso hizo que me enamorara de ella más que como una amiga. Probablemente estaba mal para algunos y el señor Gio lo sabía, me lo dijo, y creo que por eso mismo me puso al cuidado de ella. Estar en la cárcel cambia muchas cosas a veces y no me mol
GioHaber ido a Roma no era lo que esperaba, aunque aproveché para visitar un viejo amigo y un tío lejano de papá por lo demás una pérdida de tiempo y Filippo estuvo de acuerdo conmigo cuando se aburrió hasta el cansancio.Así que regresé a casa el tercer día de haberme ido muy temprano en la mañana y me encontré a Martha con un pañueleta en la cabeza mientras le decía a Manuel e Isolda donde quería una escultura de medio busto.—¿Interrumpo? —pregunté sonriendo al verla tan concentrada, solo tenía ojos para ella en la habitación.El silencio que siguió a eso no me lo esperaba así que hundo el ceño confundido dándome el tiempo de ver a todos.—¡Gio! —su voz salió una octava más alta y más chillona, levanté una ceja.—¡Hijo, llegaste! —dijo la Nonna saliendo de la cocina con una paleta de madera llena de salsa roja en la mano.—Sí, llegué —le confirmé, me fui a saludarla.Le di un beso en la coronilla y me giré para ver al resto, mis escoltas se disculparon y salieron tan rápido que pa
—¿Crees que merezcas una reprimenda? —pregunté, mordía allí donde estaba su pulso y la sentía acelerarse más.—Sí— se escuchó como un jadeo y eso estiró mis pantalones en mi ingle.—Subamos, Martha —la levanté alejándola de mi regazo—. Si hago esto aquí toda la casa se enterara de que quiero doblarte en el sofá y castigarte con más que mis manos.Aunque arriba también la escuchen nadie la verá con esa cara de legítimo placer que me regala con cada toque, cada orgasmo, su rostro se contorsiona en total abandono y eso es sólo mi derecho, no el de alguien más.Me di cuenta rápidamente que no me saciaré jamás de Martha, su piel sedosa, sus gemidos, sus gestos y su entregan era algo que no había tenido con otra mujer. He estado con un puñado de mujeres y ninguna se puede comparar con Martha, ninguna le llega a la suela del zapato.Me acosté y la senté en mi regazo, mi polla rozando sus mojados pliegues, ella se levantó en sus rodillas y tomando mi verga con una mano se la introdujo en su i
LA NONNAConocí a Gonzalo cuando cumplí trece años y mi corazón aleteo alocado dentro de mi pecho, era un hombre atento y cariñoso de cabello rubio y ojos celeste de cuerpo delgado y sonrisa amable, tuvimos un romance de niños, manitos sudadas, salidas al cine a escondidas de nuestros padres, nos veíamos en el parque con ayuda de mis amigas y todo iba bien, teníamos muchos planes. Visto desde el pasado eran planes sin base y no tenían futuro, aún menos cuando el futuro capo me vio un día en la plaza luego de que Gonzalo se fuera y quiso tenerme para él sin yo siquiera saberlo.Cuando llegué a mi casa dos meses después de eso, venía de ver a Gonzalo cuando mi padre me esperaba en la sala muy serio, no éramos una familia pobre, pero tampoco teníamos muchas adquisiciones y no me molestaba, pero a mi padre sí. La seriedad en la cara de mi padre me hizo pensar que tal vez se había enterado que me veía con Gonzalo, pero lo amaba como a nadie y pelearía por él.—Hija, tenemos que hablar— mi
GioLlegué a casa y me encontré una algarabía de palabras bonitas y ruidos de admiración por no sé qué tantas cosas, en cuanto me asomé a la sala supe a que era y casi salgo huyendo sino es porque Martha me atrapó en el acto cuando reía por algo.—¡Llegaste! —exclamó fuerte con una risa alegre— ven aquí y mira esto, eres tú.Puse mis ojos en blanco en una queja silenciosa al diablo.—¿En serio, Nonna? —resoplé molesto.—Ella me pidió las fotos, mira esto— señaló una foto, desvío la queja como si nada— eres tú y Filippo en su graduación. Eso me hizo sonreír casi inconscientemente.—Ese día me emborraché hasta el culo —solté una risita.—Lo sé, tus hombres te trajeron a rastras— replicó la nonna con sorna.Mi familia tenía muchos matices y amaba eso de ellos, no sólo lo sangrientos y despiadados sino también en el amor incondicional, lo fiel que llegamos a ser cuando queremos a nuestro ser amado, somos más que la organización Unito y me gusta mostrar parte de lo que somos sin tener que
GioLa vida está hecha para demostrar muchas cosas, entre esas está que puedes hacer cualquier cosas por las personas que amas, cuando conocí a Martha me di cuenta que nunca había visto el amor de cerca, Martha amaba con todo lo que tenía y más, sin dudas ni reservas, tal vez con un poco de miedo, pero el miedo es normal y hasta yo lo he sentido, pero con ella se intensifica. Martha es la clase de mujer que haría todo si te ama y eso es lo que estamos haciendo hoy.Haciendo todo lo posible por su hijo, por recuperar a esa personita especial que nació de ella y si ella lo ama y lo cuida, yo lo amo y lo quiero cuidar igual que ella, ¿eso es posible o se entiende? No importa, la cuestión es que viajamos por más de doce horas para llegar a donde estamos.La isla en la que se aloja Miguel, es pequeña y hogareña. Pero en una zona obviamente alta, mientras él se da la buena vida.—Ya saben lo que tienen que hacer —les dije por el micrófono a los chicos y vi a Martha a los ojos.—Tal vez deba