106. Pintemos

Martha

Corrí hasta alcanzar la gaveta de mi mesita de noche sacando el arma y revisando que estuviera cargada, cuando me giré Isolda me veía con ese gesto inescrutable que no me dejaba leer lo que pensaba.

—Vas a ir siempre detrás de mí y como dice Gio, dispara primero...

—Pregunta después —afirme decidida, aliviada de que no quiera encerrarme, en no sé dónde.

No iba a dejar a la Nonna sola, bajamos con cuidado y me sorprendía que con el tamaño y el peso de Isolda está apenas emitía un sonido, la imite lo mejor que pude, pero no me sentía tan grácil como ella.

Al pie de la escaleras se escuchaban voces, pero ya no estaban en la sala estaba angustiada porque alguien le hubiera hecho daño a la Nonna.

—Eso es ridículo— sentenció la Nonna a voz en grito —aquí no hay ninguna Monique.

—Esa tal Monique mató a mi hermano— asegura el hombre y hundo el ceño extrañada, yo no he matado a nadie.

—Tu hermano murió sólo, al meterse con la mujer del Capo de todos y ahora lo harás tú, por irrumpir de
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