Ya no soy tu amante

—¿Cómo te atreves? —gruñó el Alfa sosteniendo a su prima.

Dana los miró a ambos con rabia pero después centró su atención en Kian.

—Ella me ofendió primero.

Su ladina sonrisa sarcástica hizo que el corazón de la Omega latiera mucho más rápido.

—Vete de aquí. Te encargarás de los trabajos de campo hoy, no quiero que estés cerca de la casa de la manada. Piérdete.

Dana apartó las lágrimas que comenzaban a formarse en sus ojos, se dio la vuelta con dignidad tratando de no volver a mirarlo, aunque la voz de Kian hizo que se detuviera en seco una vez más.

—No quiero que vuelvas a tocar a Asling nunca más.

—No te preocupes, Alfa. No lo haré.

Rápidamente salió de ahí sintiendo que el dolor se apoderaba de ella.

Los ojos del Alfa no se apartaron ni siquiera por un segundo de la estilizada espalda de Dana mientras salía de sus aposentos mientras apretaba la mandíbula.

—¿Dana? ¿A dónde vas?

Zakia la miraba con el ceño fruncido, al parecer la había estado esperando afuera.

—Tengo que hacer traba
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