¡¿Es de Kian?!

Dana hizo lo que él le pidió mientras que Kian la miraba fijamente haciéndola poner más molesta por su atención.

De repente sorprendiéndola el lobo se inclinó sobre ella después de tomar agua para limpiar suavemente el rostro de Dana quien lo observó enfurruñada a pesar de que había sentido su toque como una descarga eléctrica prefirió apartarse como si no sintiera más que fastidio.

—Yo puedo hacerlo sola.

El Alfa apretó la mandíbula sin responderle, detestaba que la Omega lo ignorara mientras que al bastardo de su Beta le sonreía.

Kian no intentó ayudarla otra vez pero ni un momento dejó de mirarla inquietándola hasta que por fin terminó de limpiarse y rápidamente se colocó la camisa del macho.

—Vamos, necesitas ver a la curandera.

—No, yo estoy bien.

Él la ignoró, mientras que en silencio Dana lo seguía y no pudo evitar echar un vistazo a esa musculosa espalda tensa. Enseguida apretó los dientes furiosa y apartó la mirada reprochándose a sí misma que debería mantenerse alejada de él
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