A la mañana siguiente ambos fueron en busca de Gala. Amarok como había prometido no se separó de Devanie.

Sus manos estaban entrelazadas mientras la hembra los miraba a ambos con una sonrisa de suficiencia que les pareció curiosa.

—Mi niñita, hay tantas cosas feas dando vuelta en tu cabeza pero todo eso se solucionará en cuestión de minutos.

Amarok observó a la hembra con el ceño fruncido mientras que Devanie se relajaba por sus palabras.

Gala siempre podía ver lo que otros no y si la espera calmaba su ansiedad desesperada por saber la verdad de su situación. Entonces que así fuera.

—Diosa, solo he visto una vez unas almas acoplarse tan bien siendo perfectos juntos —agregó ella y Devanie apretó con más fuerza la mano de Amarok dándole una mirada que él enseguida correspondió con adoración—. E imagino que ya sabes quienes son.

Devanie enseguida sonrió orgullosa antes de asentir.

—Papá y mamá.

—Así es. La vida a veces nos pone retos que nos destruyen, sin embargo, vuelven a armanos com