Una última vez

Dana guió a Kian a la habitación siendo seguida por la mirada de todos. El Alfa también estaba centrado en ella pero no como lo hacían los demás.

Sus ojos estaban clavados en su glorioso cuerpo y en la manera en que se movía, Dana era elegante y sensual. Cada momento que pasaba cerca de ella se sentía más tentado en reclamarla ante todos.

—Entra —dijo ella volviéndose a él observándolo con desconfianza.

Casi sonrió divertido por esto.

Al pasar cerca de su cuerpo rozó con su hombro suavemente su pecho y se giró a mirarla notando el aturdimiento de su compañera. Estaba tan hermosa con los labios entreabiertos que deseó lanzarse a su boca carnosa, sin embargo, logró contenerse a tiempo.

—Esta será tu habitación —añadió ella cerrando la puerta a sus espaldas.

Kian no dudó en examinar rápidamente el lugar dándose cuenta de que aquella habitación probablemente fuera de alguien del servicio. Estuvo a punto de carcajearse.

Si Dana creía que lo haría sufrir enviándolo a esta habitación estaba
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