Suyas

Dana toma con suavidad la muñeca de Devanie mirándola a los ojos mientras que trata de controlar su temperamento.

—Ven aquí.

Por ninguna circunstancia quiere que Kian pueda oirlas pues tiene miedo de que empiece a sospechar.

La cachorra deja que su madre la lleve lejos del calabozo mientras que las lágrimas siguen cayendo sin parar. Ellas están tan ensimismadas que no notan cuando alguien las está siguiendo.

Kian había logrado deshacerse de las cadenas y poco a poco su piel se restaura aunque él ni siquiera lo nota, toda su atención está fija en el par de hembras mientras que su lobo le reclama que se acerque más.

Debemos mantenernos lejos, ellas no pueden detectarnos. Quiero saber porqué está llorando la cachorra.

Y aquella era una necesidad que ni siquiera sabía de dónde venía.

Había noqueado a un guardia y tomó la ropa de este camuflando su olor.

Necesito hablar con Dana.

Estaba determinado a hacer que ella lo perdonara, haría lo que fuera para ganarse su perdón.

—¿Qué pasa mi amo
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