Tratando de ocultar sentimientos

Diana podía sentir las manos grandes de Aris ciñéndola a su pecho como si quisiera fundirse a ella. Comenzó a experimentar la dichosa sensación de las mariposas revoloteando en su vientre.

Antes había pensado que esa expresión humana que su hermana mayor decía era tonta pero jamás se había imaginado que era real.

Sin embargo, antes de que pudiera disfrutar demasiado de aquella emoción, Aris la apartó repentinamente clavando sus ojos ardientes sobre ella con el mismo desdén con el que siempre la veía.

—¿Aris...?

—Eso no significó nada para mí —gruñó él pareciendo por primera vez vulnerable ante ella desplazando el orgullo con el que normalmente actuaba mientras apartaba sus ojos de Diana.

—Tú... tú me besaste. Ahora estás mintiendo.

Sus ojos volvieron a posarse sobre ella fingiendo desdén.

—Un beso no es nada, no seas tonta. Estaba aburrido y quería molestarte, eso es todo. Solo encontré una manera de callar tu retahíla. No me interesas en lo más mínimo.

—Estás mintiendo, solo quieres
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