Diana se miró al espejo viendo lo hermosa que se veía con su vestido negro ceñido al cuerpo. Sin embargo, no se sentía cómoda.Después de lo que había pasado entre ella y Aris no habían vuelto a estar demasiado cerca de él, evitándolo todo lo que podía pero esa noche tendrían que comer en la misma mesa gracias a sus padres.—Diana, baja ahora, mi amor. Ya llegaron los chicos.Ella dejó salir un suspiro suave y salió de su habitación.Enseguida escuchó un gruñido de su padre.—¿Qué pasa...?—No me gusta ese vestido, no es para una cachorra, princesa. Luchó para no entornar los ojos frente a su padre y en lugar de eso se acercó a él abrazándolo.—Papi, es lindo. Además, no es como si cualquier macho se fuera a acercar a mí.Kian apretó contra su pecho a su cachorra.—Diana...La advertencia en su voz estaba en evidencia.—Papi.—Aris y Zakiel estarán en la cena.Ante la mención de su némesis, Diana tuvo que fingir indiferencia.—¿Y qué? No es como si me gustara alguno de ellos, Zak es
Diana podía sentir las manos grandes de Aris ciñéndola a su pecho como si quisiera fundirse a ella. Comenzó a experimentar la dichosa sensación de las mariposas revoloteando en su vientre.Antes había pensado que esa expresión humana que su hermana mayor decía era tonta pero jamás se había imaginado que era real.Sin embargo, antes de que pudiera disfrutar demasiado de aquella emoción, Aris la apartó repentinamente clavando sus ojos ardientes sobre ella con el mismo desdén con el que siempre la veía.—¿Aris...?—Eso no significó nada para mí —gruñó él pareciendo por primera vez vulnerable ante ella desplazando el orgullo con el que normalmente actuaba mientras apartaba sus ojos de Diana.—Tú... tú me besaste. Ahora estás mintiendo.Sus ojos volvieron a posarse sobre ella fingiendo desdén.—Un beso no es nada, no seas tonta. Estaba aburrido y quería molestarte, eso es todo. Solo encontré una manera de callar tu retahíla. No me interesas en lo más mínimo.—Estás mintiendo, solo quieres
Ha pasado un mes completo desde que Diana evitaba lo más que podía a Aris y una parte de ella se sentía vacía y solitaria por más que estuviera rodeada de gente.Ese era un secreto meramente suyo porque no quería volver a ser humillada por Aris otra vez, incluso aunque aún le encantara provocarlo cuando estaba cerca.Él seguía trazando la línea entre ambos pero Diana podía ver la oscuridad en sus orbes al verla estar cerca de otro macho incluso aunque no se acercara directamente a ella para reclamarle cada macho que estaba lo suficientemente cerca de ella alguna vez terminaba siendo herido por Aris.Durante todo ese mes en el instituto Diana había comenzado a adquirir más poder y fuerza.Siendo su padre quien la entrenaba antes tendía a ser más delicado y no le gustaba lastimarla, pero ahora notaba muchísimo más su potencial aunque aún no hubiera descubierto su poder.—Si pudieras morir por una mirada seguramente ya estarías muerta —dijo Zakiel llegando a su lado con una bebida.Diana
Aris entró a su casa sumamente tenso.Los había seguido a lo lejos dándose cuenta de que Zakiel no había llevado a Diana a su casa sino que la había llevado al Este.Un instinto posesivo quería apoderarse de él. Próximamente sería su cumpleaños y podría descubrir a su lobo pero estaba casi seguro que era este en su interior intentando llegar a la hembra que siempre había considerado suya.Se detuvo en seco al escuchar la melodiosa risa que se clavó en su pecho profundamente. Siempre había sido su sonido favorito. De hecho, todo lo que tuviera que ver con Diana lo era, aunque jamás lo dijera en voz alta al considerarlo una debilidad. Sin embargo, no podía evitar sentir envidia cuando era otro quien provocaba su risa. Siempre se había sentido celoso de la conexión de Diana con su hermano.—Maldita sea, ¿Por qué demonios la trajo aquí?Echo una furia llegó en dos zancadas a la habitación de su hermano menor y abrió la puerta de golpe encontrándose con la imagen de Diana sentada sobre la
Afortunadamente Diana no estaba demasiado lejos y al sentir sus pasos pesados detrás de ella no dudó en volverse para ver al macho, fingiendo indiferencia retomó su caminata pero fue interceptada rápidamente por Aris ocasionando que su cuerpo quedara pegado contra la pared y el cuerpo firme de Aris.Alzó la mirada a su rostro cincelado casi sin aliento mientras sus ojos se encontraban al mismo tiempo que él se ceñía sobre ella con la mandíbula apretada. Podía ver su rabia pero eso solo la divertía y la irritaba en partes iguales.—Quítate.—Mantente alejada de Zakiel, híbrida.Ella chasqueó la lengua.—No me hagas reír, estás obsesionado con dar órdenes pero no se te olvide que esta híbrida también es la princesa del Noroeste. La manada más grande que existe, cuando me convierta en Gobernante seguro te va a arder.—No por mucho tiempo. No me importa en lo más mínimo si eres Gobernante o no. El Este será mejor que el Noroeste y por si lo olvidas tendrás que lidiar mucho conmigo porque
LA MANADA DEL OESTE—Antes de morir, ¿Cuáles son tus últimas palabras, mi querida sobrina?Veo ese brillo asesino en sus pupilas mientras levanta sus garras tratando de encajarlas en mi piel para robarme mi último suspiro, como lo hizo con mis padres. Y pronto, una sonrisa maliciosa se extiende por su cara.—¡Vas a pagar por esto, haré que te arrepientas!—¿De verdad?Está burlándose de mí, pero no le respondo. Sin que lo espere, levanto mi pierna golpeándolo fuerte con mi pie justo en la garganta logrando dejarlo sin respiración por unos segundos. Enseguida ruedo mi cuerpo por la tierra apartándome de él mientras me pongo de pie en el acto sin volver a mirar en su dirección.Esta puede ser mi última oportunidad y no voy a perderla.Estás cerca de tu destino, Dana.—¡Voy a matarte!El vello se me eriza sabiendo lo cerca que está.Soy débil en comparación a él. Un Omega que ha ido a la guerra más veces de las que soy capaz de contar mientras que yo ni siquiera tengo a mi loba aún. Sin
El Alfa completamente tenso por aquel atrevido toque y todos se congelaron mirando las manos que agarraban con fuerza la bota del Alfa.Todos sintieron pena por el atrevido intruso.Pues nadie podía tocar a su peligroso líder, ni siquiera una bota, y mucho menos una mujer.El Beta fue el primero en reaccionar, agachándose para retirar las manos de la mujer y comprobar sus constantes vitales, pero pronto negó con la cabeza.—Alfa, se está muriendo.Alfa Kian bajó los ojos mientras escrutaba fríamente a la intrusa, una mujer moribunda que había cruzado sus límites.Levantó la mano dispuesto a que el Beta se deshiciera de ella, pero con la mano congelada en el aire se quedó inmóvil al notar que aún inconsciente ella se movió y su cabello se apartó de su rostro mostrando sus rasgos femeninos.Los machos que lo acompañaban quedaron paralizados ante la belleza majestuosa de la hembra, pero el Alfa frunció ligeramente el ceño sin apartar aquellos ojos de la intrusa.No era la primera vez que
—Ni siquiera pudiste defenderte de un lobo de clase baja y aún así planeas gobernar —bufa las palabras deslizándose detrás de mí.Después de que me trajera a esta habitación es lo único que ha dicho, estoy frustrada pues sé que tiene algo de razón.La tensión entre nosotros es palpable pero aumenta de nivel al sentirlo rozar la piel de mi espalda. Intento girarme para mirarlo. El siguiente movimiento de su parte me eriza la piel provocando que me detenga en el acto. Rompe mi vestido dejando mi espalda desnuda ante sus ojos.—No te muevas —ordenó con voz de Alfa.Está acostumbrado a mandar y por más que yo sea una Omega no estoy acostumbrada a obedecer pues crecí en la realeza Omega, alejada de los Alfas. Sin embargo, estoy paralizada tal y como si él hubiera puesto un hechizo sobre mí.Siento su poder y es inquietante.La yema de sus dedos roza mi carne vulnerable por el ataque de Owen y luego siento que vierte algo en mis heridas.—¿Alfa? ¿Estás curándome?La sangre de Alfa era curat