Diez segundos para hablar

—Pensé que eras Devanie —se excusó Dana ajena a la presencia del Alfa quien estaba ardiendo de cólera y celos.

Román desvió su mirada de su cara hasta los pechos apenas cubiertos de Dana subiendo y bajando las cejas de forma coqueta y divertida.

—Pero no te cubriste.

Dana bufó.

—Entra.

Se apartó de la puerta para entrar en la habitación siendo seguida por Román.

El macho cerró la puerta detrás de él siguiendo con la mirada a la Omega que ya se había puesto una camisa.

—¿Averiguaste algo?

La expresión de Román fue taciturna y seria, nada parecida a la que siempre usaba, parecía cansado, Dana mordió su labio inferior inquieta.

—No. Como te dije, quiere hablar contigo.

—¿Para qué demonios? —gruñó ella caminando de un lado a otro antes de volver a mirar a su prometido—. Las cosas se complicaron, vi a Devanie llorando por Kian, incluso creo que se acercó a él, no lo sé. Ella… quiere a su padre y no puedo negarle esto pero tampoco quiero ser una completa estúpida y olvidar todo lo que ha ca
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