Nadie puede robarme de ti

Dana estaba entre los brazos de Kian tratando de procesar lo que estaba pasando desde que él se la había llevado cargada como una bestia descontrolada.

—¿Kian? Déjame expli...

—Estoy tratando de controlarme, compañera. Juro que traté de hacerlo pero tú no me dejaste otra opción. Nunca en mi jodida vida te dejaré. Te aseguro que después que te reclame de una vez por todas iré por ese bastardo de Alessandro y lo mataré. Desgarraré su carne y...

Dana se dio cuenta de lo descontrolado que estaba. Era su lobo el que se estaba apoderando de él y de sus acciones.

—¡Kian! Basta, yo...

Él gruñó acelerando su paso llevándola a una especie de cueva que la hizo fruncir el ceño.

Sin embargo, él todavía no la soltó tan fácil.

Su cuerpo febril estaba quemándola pero por alguna razón comenzaba a excitarase con la reacción de Kian.

—Pensé que confiarías en mí pero es evidente que el daño que te hice en el pasado sigue en tu mente y voy a deshacerme de eso. Pasaré toda mi vida luchando contra esos f
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