Está bien no estar bien

Al llegar a la casa de Rousse, bajé de la moto con rapidez y me acerqué al portón. Justo como había dicho ella, el portón no tenía seguro, así que pude abrir y adentrarme por toda la terraza donde encontré un pequeño pasillo en el jardín que llevaba hasta el fondo de la casa por donde corrí, tratando de seguir las indicaciones que me había dado. Me topé con la puerta del patio que estaba abierta y dejaba ver lo que era una cocina mediana.

—¡Rousse! —comencé a gritar.

Me di cuenta que no había nadie, ya desde la entrada había tenido esa impresión, pero… ¿dónde se encontraba Rousse?

 Me adentré hacia el interior de la casa, chocándome con la sala principal y unas escaleras.

—¡Rousse! —volví a llamar, pero no tuve respuesta.

Decidí subir por las

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