Recuerdo esos días con nostalgia. Pensaba que… al ver a mi papá sentado en el sillón con la mirada perdida sería bastante triste, que lloraría y me deprimiría. Sin embargo, fue todo lo contrario, aunque me impactó, cuando le hablé: él logró reconocerme.
—Lily… —desplegó una arrugada sonrisa.
—Sí… soy yo —me acerqué y me arrodillé frente a él.
—Mi niña… —soltó en un hilo ahogado.
Lo tomé de las manos y las besé.
—Papi… —esbocé mientras sonreía.
Volvió a perderse en ese mundo donde se encontraba, tal vez remontándose a su niñez; parecía que le gustaba estar en una época donde mi abuela seguía con vida y lo llevaba a una feria.
Me quedé a su lado leyendo en voz al
—No, Alejandro, menéalo con más fuerza —me ordenó Sarita—. Eso, ahora, échale la verdura. ¡Rápido, rápido!—Ya, ya, no te estreses —supliqué mientras tenía la taza plástica llena de las verduras picadas.Debía impresionar a la familia de Rousse, hacer que todo en la cena familiar estuviera perfecto, por lo mismo le pedí a Sarita y Carlos que me ayudaran a preparar la mejor cena de sus vidas.Sentía que todo estaba yendo por un buen camino, que por fin con Rousse habíamos alcanzado la estabilidad. Hace meses que no la veía teniendo una recaída de depresión, claro, algunas veces estaba triste por pequeños problemas —los que nunca faltan, pero siempre se terminan resolviendo—. Su madurez me sorprendía, lo autosuficiente que era, así mismo como lo autodidacta. Resolvió el problema
Recuerdo vívidamente el momento en que sucedieron una serie de acontecimientos muy importantes que dieron paso a la etapa más hermosa y llena de gloria en mi vida. Con esto no quiero decir que siempre fue color rosa, claro que… como toda historia real tuve altos y bajos, pérdidas y ganancias. Sin embargo, para mí fue hermosa porque conocí del todo a la verdadera Lily Rousse, la que se encontraba dormida en un rincón muy dentro de mí.A mitad de los preparativos de mi boba, logré obtener una solución a la luna de miel, aceptando la propuesta de Alejandro de hacer una serie de viajes por el país para poder ir a bañarnos en aguas termales y saltar en péndula, así como practicar paracaidismo.Pero antes de nuestra boda estuvo el grado de mi hermana Vanessa, que, para mi sorpresa, logró graduarse con honores; mi pequeña había madurado y supo encontrar su pr
—Estás casada, tienes un trabajo estable, tu familia te quiere —me decía la psicóloga Alicia— y has comenzado a estudiar una maestría y hace más de dos años no tienes crisis de ansiedad. Me parece que mi trabajo contigo ha finalizado. —Sonrió con satisfacción—. Lily Rousse, eres una persona muy fuerte, de los mejores casos victoriosos que han pasado por este consultorio.Ella lograba ver el miedo en mi semblante. ¿Qué haría ahora que no tenía su guía? Me había acostumbrado a ir semana a semana con ella, después mes a mes y… ahora… ¿ya no habría consultas?—Estarás bien, Lily —me dijo tomándome de una mano por encima del escritorio—. Recuerda que debes estar en constante cambio, tu alma lo necesita. Has todas esas cosas que has pospuesto: viaja, ve a fiestas, recorre el mundo si
¡Hola, querido lector! —no sé por qué siempre comienzo mis saludos gritando jeje; calma Isa, calma—.Quiero agradecerte, a ti, querido lector por leer esta novela, llegar hasta aquí me llena de tanta alegría. Este es un libro que escribí para la minoría, esas personas que se topan accidentalmente con mi historia, que buscan un refugio, una compañía. Y también para esos lectores fieles que leen todo lo que escribo.Cuando comencé esta novela estaba en una etapa muy difícil de mi vida. Lastimosamente, lo que estamos viviendo en este planeta me ha tocado bastante fuerte, ya que, en el 2020, antes de que comenzara la pandemia yo estaba comenzando a pasar una situación muy difícil en todos los ámbitos de mi vida.Esa Isa era una chica muy emprendedora, que había comenzado a tener todo lo que quería en la vida: un buen trabajo, ser novia de
Yo creí estar enamorada de él, de aquel joven profesor que daba clase en la fundación de desarrollo integral en el que era voluntaria para ayudar a los niños con problemas en la materia de lengua castellana, pero nunca le dije lo que sentía, tampoco nunca tuve intención de hacerlo. Al principio pensé que era por vergüenza, después descubrí que se trataba de inseguridad; pero ahora eso no importa, porque estoy a punto de subir a un avión para irme lejos de aquí, al lado de alguien que sabe mis sentimientos a la perfección.Hablo de él: de ese joven que me abrazó las muchas veces que mi cuerpo temblaba y jugaba con mi cabello cuando quería hacerme sonreír.¿Por qué me quiero ir lejos? Bueno, no crean que estoy escapando, en realidad, es un plan que vengo organizando desde hace mucho. Iremos a cumplir una meta y es él la razón para que yo quiera aventurarme a cruzar todo un continente.Todo comenzó ese día que veía al joven profesor abrir la puerta del salón de clases y caminaba por el p
Pasaron dos días en los que no supe de Gabriel, no nos enviábamos mensajes y yo creía que aquel episodio había acabado. Mi vida seguía en aquella monotonía de siempre que me agobiaba en gran manera, aunque ahora tomaba otro camino para no tener que pasar por el puente y recordar lo que estuve a punto de hacer y también, por dentro, me daba miedo volver a intentarlo.—Te vas a volver loca de tanto leer libros —dijo mi padre mientras sostenía una taza de café en una mano, cruzaba las piernas y rodaba la mirada a mi madre, que estaba en la cocina picando unas verduras—. ¿No le vas a decir algo? Mírala, leyendo mientras come, ¿crees que eso es bueno?Mi madre rodó la mirada hasta mí y puso las manos en la cintura.—Lily, deja de leer mientras desayunas —reconvino.Cerré el libro de Eduardo Sacheri y terminé de comer mi taza de avena cocida mientras partía trocitos de pan integral y los echaba en la avena. Siempre me ha gustado este desayuno, siento que me trae muchos recuerdos de mi niñez
Pasa que un día desperté y me di cuenta que no quiero seguir viviendo, así de fácil. ¿Y cuáles son tus argumentos para no querer seguir viviendo? ¿Debo tener una razón? Simplemente… me levanté y me di cuenta que esta vida es un sinsentido, una monotonía agobiante y las personas que me rodean son peor. Pero todo depende de la mirada que le pongas a la vida, Lily. La vida de por sí no tiene sentido, puede llegar a tener sentido, sin embargo, si tú misma le das un sentido. Pero si ves la vida como un sinsentido, claramente así lo será y las cosas que hagas, será aún peor. Pero si ves la vida con ganas de vivirla, todo será más claro, con mucho más sentido, porque tú eres quien le pone ese sentido. ¿Y cómo le pondría sentido a la vida?Haciendo las cosas que siempre has deseado hacer. ¿Alguna vez has pensado en hacer una lista de deseos?Sí… el profe de filosofía en el colegio nos lo recomendó, intenté hacerlo, pero nah… esas cosas no van conmigo. ¿Qué escribiste esa vez?Que quer
Cuando estaba en secundaria me gustaba pasar los descansos leyendo un libro en la biblioteca del instituto, así que no me relacionaba mucho con mis compañeros. No es que fuera tímida, simplemente no le encontraba interés a conversar con chicos de mi edad, en cambio, a veces conversaba con mis profesores o gente mayor: me encantaba escucharlos, saber de sus experiencias.La primera vez que me fijé en un hombre, él tenía el doble de edad que yo, así que siempre sentí que fui un poco diferente a los niños de mi edad. Por esa misma razón muy poco tenía amistades, y las que estaban, duraban muy poco. Siempre me decía que no era mi culpa, que eran ellos los que no me comprendían.Pero ahí estaba, esperando la llamada de un desconocido que vivía al otro lado del continente.—Hola, Lily, ¿cómo estás? —escuché su voz por segunda vez.—Bueno… —no sabía si contestar que bien, no había necesidad de mentir—, ¿qué te puedo decir? Siento que me estoy ahogando, que estoy atrapada en un lugar y necesi