22. Tan grosera

22

Zaira

Cuando llegué al trabajo, me sentía un manojo de nervios. Angustiada, con el estómago revuelto y las manos sudorosas, apenas podía concentrarme en lo que estaba haciendo.

“¿Tenía que hablar con el señor Seraphiel… debía decirle sobre mi…? no, no podía ni pensarlo” pensé. Solo pensarlo.

“Si no lo digo no es real si no lo digo no es real” pensaba una y otra vez.

Decirlo en voz alta sería hacerlo real, y no estaba preparada para enfrentar eso.

Si Karen estuviera aquí, seguramente me habría abofeteado por estar en esta negación absurda.

Mientras organizaba unas recetas en mi escritorio, escuché a algunos trabajadores de la compañía hablar en voz baja sobre el hijo del señor Seraphiel. Al parecer, estaba enfermo y el maestro Seraphiel no había venido, y una punzada de preocupación me recorrió el pecho.

—¿Escuchaste sobre la señora Seraphiel? —pregunta una chica pasando a mi lado mientras hablaba con una compañera. Pero no pude escuchar el resto porque ya se habían
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