123. Respirar más tranquilo

123.

Michelle había llegado con la caballería, y Gabriel pudo respirar más tranquilo. Desde las camionetas negras, sus hombres descendieron con armas en mano, disparando sin piedad contra los atacantes.

Él soltó una risa baja y burlona mientras observaba el caos que se desataba a su alrededor.

—Qué tontos… Atacarme en mi territorio —murmuró con diversión oscura.

A su lado, Zaira temblaba. Su respiración era errática, su cuerpo rígido.

—Gabriel… —susurró con la voz quebrada.

Él giró el rostro hacia ella y vio el pánico en sus ojos. Sus pupilas dilatadas, el temblor en sus labios, la forma en que su pecho subía y bajaba descontroladamente.

—Todo estará bien —aseguró con calma.

—¡Nada está bien! ¡Nada puede estar bien! —su voz sonaba histérica, atrapada en la espiral de miedo.

Gabriel no lo dudó. Extendió una mano firme y tomó su nuca, obligándola a mirarlo.

—Cariño, estás teniendo un ataque de pánico —murmuró con voz grave, sujeta a una suavidad inusual—. Necesito que respires
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