25Gabriel—¿Por qué renunciaste? —pregunté, mi voz ronca, controlando el temperamento que amenazaba con explotar.Zaira salió apresurada, cerrando la puerta tras ella como si quisiera impedirme entrar y la vi con el ceño fruncido.—¿Qué haces aquí? —preguntó, tratando de sonar firme, siento que no lo logré, pero ella parece no notarlo.—Vine a buscar respuestas —contesté con la obviedad que dictaba la situación.—¿Respuestas? ¿A qué? —cuestionó con esa mezcla de incredulidad y desafío que tanto me intrigaba.Era pequeña, menuda en comparación conmigo, pero lo que más destacaba era el contraste: donde yo era frío y duro, ella era blanda y cálida. Mi mirada recorrió su figura; sí, era voluptuosa, pero en sus ojos había algo que no podía ignorar.—¿Por qué renunciaste? —repetí la pregunta, esta vez con un tono aún más frío, imperturbable.—Porque sí. No estoy amarrada a ti —contestó con brusquedad, plantándose con actitud, sus manos en sus caderas curvilíneas.—Pues no te he dado permis
26KarenLlamé a Zaira porque me gustaba más este trabajo cuando ella me acompañaba y así salía de las garras de su madre para variar.—Hola, Karen —dijo de forma comedida.Me pareció algo extraño, pero no le presté atención y seguí.—Amiga, quería que me acompañaras hoy al trabajo —lance mi pedido, sin mucha cháchara.—¿Acompañarte? ¡Claro! Ya mismo salgo para allá para ayudarte en el hospital —dijo de forma apresurada—Eh… sí, claro —respondí de forma automática— te espero donde siempre.Esto era algo que tenía que hacer al menos tres veces por semana. Zaira era la única que lo sabía, pero aún así sentía vergüenza cada vez que me preparaba, la presencia de Zaira minimizaba todo.“¿Qué dirían los demás si supieran cómo estaba pagando el último semestre de mi carrera?” Me esforzaba por no pensar en eso, pero el peso de mi secreto siempre estaba ahí, como una sombra acechante.—Estas hermosa me encanta todo el brillo —dijo mi amiga, apareciendo en el reflejo del espejo.Menos de cinco
27Zaira1 Hora antesLuego de soltar esa mega bomba, mi madre nos hizo pasar a ambos a la sala. Yo seguía aturdida, sin entender del todo lo que estaba ocurriendo. ¿Cómo demonios conocían mi madre a la mamá de mi jefe?—Me alegra mucho que ya se conozcan. Le diré a Anaiza que, en realidad, no teníamos que presentarlos —parloteaba mi madre entre risitas nerviosas. Parecía otra persona, completamente diferente a la figura rígida que había crecido temiendo.Me senté en el borde del sofá, todavía tratando de procesar la situación, mientras Gabriel Seraphiel permanecía de pie a unos metros, observando todo con su típica expresión seria.—Iré por café. —Su tono no admitía discusión, pero hizo un gesto sutil con la mano para que me acercara a Gabriel.Cuando se fue, la tensión en el aire se hizo palpable.—Gracias, señora Moreau —dijo Gabriel con su habitual cortesía. Perfecto, educado, correcto… Tan irritante como siempre.Lo miré con frustración y resoplé. Siempre tan impecable, con su tr
28Karen El hombre me veía con lascivia y yo ya estaba acostumbrada a ese tipo de miradas que ni siquiera me hacían temblar. Solo lo miré desprovista de emociones.—Bueno, preciosa, ¿comenzamos? —El hombre rubio extrovertido rompió mi trance, palmeando el sofá junto a él.Me acerqué, manteniendo mi sonrisa profesional, y comencé mi rutina. Movimientos elegantes, seguros, como si el espacio me perteneciera. Los hombres silbaron y aplaudieron, pero mi atención seguía volviendo al desconocido del fondo que no se movía y casi aprecia una estatua de Michel Ángelo.—Es hermosa —escuché, pero eran palabras que oía a lo lejos. Él no aplaudía ni hablaba. Solo sostenía un vaso de whisky que giraba entre sus dedos largos y elegantes, observándome como si fuera un enigma que quería resolver. —Una diosa bajando del Olimpo —comenta el rubio extrovertido.Cuando la música terminó, me levanté y agradecí con una inclinación de cabeza. —¡Espectacular, Misty! —el extrovertido sacó un fajo
29 ZairaLuego de ver bailar a Karen en el escenario, su turno terminó y se apresuró a ir a un evento VIP con algunos clientes importantes. Sabía que era parte de su trabajo, pero no podía evitar preocuparme por ella. Mientras la esperaba, traté de distraerme, pero mi mente seguía imaginando lo peor.Finalmente, la vi regresar. Se veía algo pálida y distraída, aunque trataba de disimular.—¿Estás bien? —pregunté, acercándome a ella con preocupación—. Te ves un poco pálida.Karen soltó una risita nerviosa mientras buscaba un suéter y lo ajustaba rápidamente sobre su diminuto traje de baño.—Un cliente me puso los pelos de punta, pero no pasa nada. Vámonos —respondió con voz firme, intentando restarle importancia.Mientras caminábamos hacia la salida, no podía evitar fijarme en su silueta. Karen siempre había tenido un cuerpo de infarto, de esos que podían paralizar cualquier lugar al que llegara. Sus curvas pequeñas y proporcionales eran la envidia de muchas, y a veces, lo admit
30Gabriel “¿Frío? ¿Frío? ¿No tenía otra excusa mejor?” Pensé, reprendiéndome internamente mientras veía a varios hombres observando a mi prometida con descaro. No me gustó, no me gustó en absoluto, pero jamás admitiría esa molestia.Salimos del lugar, con mi rostro ensombrecido queriendo devolverme para golpear a esos hombres, y sin pensarlo, entrelacé mis dedos con los de ella. Sentir su piel contra la mía fue un alivio que no esperaba, pero lo ignoré y simplemente apuré el paso. Ella, con sus pasos más cortos, casi trotaba para seguirme.—Señor Seraphiel, no sirvo para esto del cardio —se quejó con un jadeo, como si le faltara el aire. Me detuve de golpe, y ella, al no esperarlo, tropezó contra mi espalda, golpeando su pequeña nariz. Su expresión fue tan divertida como irritante. Mientras se acariciaba la nariz, alcé su barbilla con suavidad, obligándola a mirarme.—Mi nombre es Gabriel —repetí obstinadamente, con firmeza y un matiz más suave, queriendo escucharla decirlo. N
31ZairaCreo que se está volviendo una costumbre quedar sin fuerzas después de sus “enseñanzas” mientras él, en cambio, parecía tan lleno de energía. Estaba completamente desnuda, tirada en el asiento trasero del auto, tratando de recuperar algo de dignidad, aunque fuera inútil.—Eres un succionador de energías —me quejé, logrando que mi voz sonara lo más firme posible.Escuché su risita baja desde el asiento del conductor, lo cual fue suficiente para que mi corazón diera un vuelco.—Tengo hambre —dijo de la nada, con ese tono tan despreocupado que me hizo abrir un ojo para mirarlo.—Compra comida —respondí sin pensar, todavía incapaz de moverme.—No —contestó con una seriedad que me sacó del letargo—. Me gusta solo tu comida.Su voz perdió el tono ligero y volvió a ser tensa, severa, como si algo oscuro lo envolviera de nuevo.—Oh… —murmuré, intentando sentarme con algo de dignidad y fallando—. Bueno, llévame a casa y prepararé algo rápido… cuando la sangre vuelva a mis extr
32GabrielVer a Jessica en mi casa de nuevo solo me puso de pésimo humor, y todos lo notaron. Frederic dio un paso atrás, temeroso, y sentí cómo Zaira temblaba ligeramente entre mis manos.—Ve a la cocina y prepara algo —le ordené sin mirarla.Ella dudó un segundo, como si buscara una excusa para quedarse, pero al final obedeció y se fue. Apenas había dado unos pasos cuando Jessica soltó su veneno.—Ve, cerdita, cocina algo, que es para lo único que sirves —habló con su tono despectivo habitual.Mi paciencia estalló. La tomé del brazo con firmeza y la arrastré conmigo hacia mi despacho.—¡Gabriel! ¡Me estás lastimando! —se quejó, intentando soltarse.—Qué bueno —respondí secamente, sin mirarla siquiera.La lancé sin miramientos dentro del despacho y la señalé con un dedo, conteniéndome por no explotar por completo.—No te muevas, Jessica, y no pongas a prueba mi paciencia.Cerré la puerta sin darle oportunidad de responder y me giré hacia Frederic, que se encontraba más pál